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Por: Mariangel Carreño Cervantes, Brianda Jiménez Bolivar, Melissa Molina Bula y Nellysel Orozco Mendoza.

Con solo 11 años Ramón Montes* veía como pasatiempo cazar animales. Todos los fines de semana salía con una honda y jaulas para adentrarse en las zonas vegetadas donde habitan los animales silvestres. A medida que fue creciendo y su inocencia desvaneciendo, se dio cuenta que esta actividad podría brindarle los recursos económicos que necesitaba. Encontró un mundo totalmente diferente al que vivía y en este los animales eran productos para mercadear a cualquier persona.

Las zonas vegetadas aledañas al barrio La Chinita de Barranquilla eran las más frecuentadas por Ramón, especialmente Vía Parque Isla de Salamanca a la orilla del Río Magdalena. Usaba diferentes técnicas para atrapar animales como canarios, chirrios, papayeros y otras aves. Ocasionalmente lograban capturar tortugas, hicoteas o caimanes. Este trabajo debía hacerse en grupo y tenía mayor dificultad.

Ramón cambió de técnica. Pasó de emplear la honda para usar la goma, la que untaba en las ramas de los árboles y con esta capturaba algunas aves que se posaran sin causarles daño. Luego de capturar los animales, Montes procedía a entregarlo a los vendedores, quienes generalmente solo le daban entre $5.000 y $10.000. La plata que daban eran muy poca, porque los traficantes son los que se quedan con la mayor ganancia. El traficante es el que ofrece al animal en catálogos o fotografías,  de esa forma las personas adquieren este tipo de producto e incluso si no hay inventario, lo piden por encargo.

Según la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), los animales que más se compran y venden en el departamento son los primates y las aves, debido a la zona tropical en donde se encuentran. Los monos capuchino, mono aullador, monos cariblanca, camandúas, loros, canarios, son los animales que más se trafican y que más se decomisan, sobre todo porque las personas los compran en las carreteras cuando aún son bebés.

 

 

En Barranquilla se trafican aves en un 70%. De ese porcentaje casi todas están denotadas en una costumbre llamada pasear al canario. Amarillo desde la cabeza hasta la punta de sus patas, el canario se convierte así en el ave más sacrificada y sustraída de su hábitat en la ciudad, para después terminar alrededor de varillas de metal que lo privan de su libre vuelo.

Desde jaulas elevadas sus compradores les enseñan a cantar, para luego deleitarse con la inocente melodía de su canto. Sin embargo, la ostentosidad de sus compradores no termina en esto. Los canarios tienden a ser sometidos a competencias en donde miden sus dotes melodiosos.

Los precios de los diferentes animales varían según el nivel de peligro de la especie, es decir, si está en peligro de extinción podrían ser de $200 mil en adelante, mientras que las especies más comunes están entre $20 mil y $70 mil. Según fuentes consultadas, todo esto se desarrolla en el Mercado de Granos (ubicado en el centro de Barranquilla), usado no solo como lugar de provisión de alimentos sino también para el ilegal negocio de tráfico de especies.

 

Datos de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) y Barranquilla Verde respectivamente.

Trabajo encubierto

Son las 2 de la tarde cuando al Mercado de Granos arriba una señora. Es un civil encubierto que llega al punto clave del tráfico y pide un loro. Los traficantes la esculcan con la mirada y luego verifican que no lleve una cámara o grabadora. Es ahí cuando le dicen que le debe entregar $200 mil, y que vuelva por el animal a las 4:00 p.m.

Una vez se marcha la señora, los traficantes dejan pasar una hora y se van dispersando. Han llegado a tal nivel que prevén que las autoridades le sigan el paso. Luego se reagrupan y se van entregando el animal el uno al otro, y el otro al otro. Cuando menos piensa, el loro ya está en una caja esperando que la señora llegue a buscarlo a la hora acordada.

Las advertencias de cuidado abundan cada vez que a alguno de los entrevistados se les manifiesta nuestro interés de ir al Mercado de Granos para simular la compra de un animal. Solo de pasar sobre la calle 30 con  carrera 43 ya se está precavido. A las 5:30 de la mañana, ya el comercio en el mercado es activo, la cantidad de personas que se mueven dan cuentas de la importancia de esta área de comercio informal.

Animales como este mono aullador son expuestos en el Mercado de Grano para su comercialización ilegal.

Al llegar lo primero que se pueden sentir son los olores, estos dan recordatorio de la putrefacción no solo del material sino de negocios que allí se efectúan, principalmente la venta de todo tipo de alimentos, carnes, verduras y frutas. El olor es una mezcla: desde aguas estancadas, aguas negras del Caño de la Auyama, desechos de animales, frutas  y verduras podridas llenan la atmósfera del lugar. El barro ensucia los zapatos, que se forma producto de la mezcla de lluvias y las basuras arrojadas de manera constante. Hay carne puesta sobre mesas de madera, sin mayor cuidado, mientras las moscas hacen su festín sobre ellas.

Entre la suciedad habitual de un granero vemos al dueño hablar activamente con otro sujeto, minutos después, ya hay un mono aullador sentado entre las frutas. El mono era solo un espectador. La compra de su vida estaba efectuada. La tristeza es visible en su rostro y solo se limita a actuar contrario a sus instintos, postrado en el mismo lugar tratando de descifrar qué pasa, mientras agita con sus dedos la correa roja que lo ata a la mesa. En el mercado de granos el mono no es el único, las aves- que difícilmente podemos identificar su nombre- también yacen en jaulas que son expuestas de manera clandestina por parte de algunos sujetos que las tapan con camisas o trapos oscuros que cubren totalmente la jaula.

Pero no es el único lugar, si se adentra a profundidad del mercado, las condiciones deplorables de los animales aumentan de manera exorbitante. Se encuentran múltiples chozas de animales tratados como si fueran solo mercancía; loros en cajas  tan pequeñas como las de un celular, pavos reales que no se pueden mover, monos enjaulados para que su movimiento sea nulo, y así mantienen cautivas a un sin número de especies.

En este entorno, en gran medida desagradable, se lleva a cabo- bajo el telón de mercado de frutas, carnes y verduras- el comercio de animales silvestres de manera clandestina. De la experiencia no hay voces pues nadie aquí habla, la gente no sabe y nunca ha visto nada.

Durante la Semana Santa y los periodos de vacaciones se da el mayor incremento del tráfico de animales, explica Dave Wehdeking, consultor de Fauna, esto a raíz de las costumbres de los ciudadanos, como el no comer ciertas carnes durante esta época y los ambientes propicios como el alto flujo de pasajeros. Por esto, muchas especies nativas de la Costa Caribe terminan en el interior del país, puesto que Barranquilla actúa como un puente para el comercio de estas.

La Policía adelanta operativos constantes para tratar de mitigar este negocio. Así fue como se acabó la vida de traficante de Ramón, tras cinco años sumergido en el tráfico. En una redada en el Mercado de Granos fue detenido por la Policía.

La captura del traficante

La estación de la Policía Ambiental es el lugar en donde analizan los casos de comercialización ilícita de especímenes de la fauna silvestre. Por medio de un mapa de la ciudad los ubican a todos. Varios puntos resaltan la plaza del Mercado de Granos, único sitio definido por la Policía en donde se da el mercado ilegal de animales en Barranquilla.

En el 2005, el día en el que capturaron a Ramón ya se había iniciado el programa metodológico para ingresar a ella y hacer los operativos de control. Sin embargo, el difícil acceso al Mercado es escenario propicio para la huida. Fue cuestión de cinco minutos para los traficantes darse cuenta de la presencia de los uniformados.

Los policías detuvieron sus vehículos y motocicletas en la calle 30, la calle principal del sector. Descendieron de ellos junto a Poli, el perro policía, entrenado para detectar entre las cocinetas la fauna silvestre oculta. Mientras ellos atravesaban la calle un leve murmullo pasado de boca en boca avisaba en código que los policías habían llegado: “María, María, María… María, María, María…”.  

Cuando llegaron al lugar la mayoría de las especies estaban escondidas. Solo quedaban unas jaulas con aves. Unos cuantos jóvenes estaban allí, entre ellos Ramón. La Policía de Infancia y Adolescencia se hizo cargo de ellos, por lo que no se aplicaron las sanciones que atribuía el delito. Fueron trasladados a la estación en donde recibieron una charla educativa, que hizo que Ramón tomara conciencia de la problemática.

A raíz de las constantes huidas de los traficantes ante la presencia de los uniformados, la Policía Ambiental ha modificado su estrategia. A los operativos se ha integrado la Fiscalía Delegada para los Recursos Humanos con sus hombres fachada y personas de civil. Ellos ingresan junto a los uniformados en flagrancia y con perros adiestrados como Poli, con el fin de lograr la recuperación de la fauna silvestre oculta.  Poli ha participado en la recuperación de 12 animales en el transcurso del año.  

Hoy en día en el Mercado de Granos se puede encontrar a una persona que maneje un bulto o que esté comercializando frutas, pero en realidad es un policía encubierto que analiza la situación en aquel lugar, y que por medio de filmaciones que realiza obtiene las pruebas para expedir órdenes de captura por los delitos contemplados dentro en legislación colombiana.

 

La Policía Ambiental de la ciudad ha venido trabajando durante dos años para la disminución del delito por tráfico ilegal de animales silvestres. 

“El próximo carnaval puede pedir un permiso y hacer un recorrido en todas las carrozas, y no encontrará ningún animal. Igualmente, puede llegar al medio día a un restaurante, al segundo piso de Fedecafé, y pedir un plato de tortuga para revisar que ya todo eso cambió”: asegura Ever González, Intendente Jefe de la Policía Ambiental.

Tanto la Coorporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) como Barranquilla Verde reconocen la importancia de dar a  conocer que los animales de fauna silvestre deben estar en su hábitat natural, ya que estas especies ayudan a mantener un equilibrio en el ecosistema. Andrés Polo, veterinario de Barranquilla Verde, cuenta que actualmente esta entidad se está enfocando en la educación ambiental con el fin de que las personas que venden y compran este tipo de especies estén al tanto de esta problemática y de sus consecuencias.

Las razones de la compra

*Valeria Osorio es una de esas personas, que tenía motivaciones de adquirir unas cotorras porque buscaba unas mascotas que no fueran de gran tamaño y con las que pudiera compartir.

“El vínculo con estos animales es el mismo que se tiene con cualquier otro animal, porque son animales pequeños y uno se encariña con ellos. Les hablo todos los días, les doy comida, los saco y juego con ellos un rato aunque no son el tipo de animales que uno lleva al parque a pasear, igual son animales que uno quiere y habla con ellos y se crea un vínculo bastante fuerte. Cuando se me han muerto otros animales que he tenido, los he llorado porque igual el vínculo es el mismo. Uno aprende a quererlos y a convivir con ellos y siento que sí le aportan algo diferente a mi vida porque igual es una vida y uno aprende a cuidarlos y hacerse responsable de estos”, dice Valeria.

Como segundo animal en la ciudad al que se le priva de la libertad están los loros. Aquellos animales designados como compañía especial, que repiten los sonidos que se les enseña. Una especie también muy sustraída de su hábitat, a la que le siguen los turpiales, sinsontes y cardenales guajiros que vienen cerca de la región. Sin embargo, los más apatecidos son los canarios, por su fiel canto, y los loros frente amarilla o loro rey, por su fiel compañía. Cuando estos animales llegan a cautiverios la especie tiende a desaparecer. Se les cambia la dieta, se les condena a que mueran sin volverse a reproducirse. Las lesiones son irreparables.

“El vínculo con estos animales es el mismo que se tiene con cualquier otra animal, porque son pequeños y uno se encariña con ellos. Les hablo todos los días, les doy comida, los saco y juego con ellos … son animales que uno quiere y se crean lazos bastante fuertes”:  Valentina Osorio*, compradora.

 

Ausencia de Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre

En Barranquilla no hay espacio para los animales, esto a raíz de la ausencia de un Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV), que debe estar promovido principalmente por la CRA regional. Un CAV es un área estratégica adecuada para el cuidado de los animales, “tiene como fin recibir animales silvestres decomisados para realizar los procedimientos necesarios para determinar la disposición final y a su vez llevar a cabo los procedimientos de rehabilitación médicos y biológicos necesarios para devolverlos a su medio natural.” Hasta el 2012, en Colombia habían 14 CAV en jurisdicción de 39 autoridades ambientales, la mayoría de ellas Corporaciones Autónomas Regionales, entre los que se destacan: CAV Área Metropolitana del Valle de Aburrá en Medellín, CAV de Corantioquia, Estación CORPOURABA en Apartadó, CAV de Cortolima, Hogar Paso de Fauna Silvestre CVC, CAV de la Secretaría de Ambiente de Bogotá, CAV de la Fundación Omacha, Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres URRAS.  La ausencia de estos es atribuida según la CRA y Barranquilla Verde a “la falta de presupuesto para su creación y sostenimiento”.

En sustitución de esto, el animal decomisado es valorado por un veterinario de alguna de las instituciones encargadas y es reubicado a un “tenedor legal de fauna silvestre”, que es la figura que se maneja en el Departamento, es decir, a aquellas personas que voluntariamente quieran acoger a estos animales en sus fincas o espacios que han sido adecuadas para ello. Manteniendo a estos animales de su propio sustento, sin recibir colaboración monetaria de las entidades competentes para su conservación.

En el departamento del Atlántico, los lugares que trabajan bajo figuras de tenedores legales de fauna silvestre son: Villa Zunilda, el Solar de Mao, Megua, finca Los Abuelos, ahora Rancho Texas, Proyecto Ecoatmósferas y Zoorpresa Silvestre. Estos lugares reciben mensualmente visitas por parte de la CRA en donde chequean que todo se esté llevando a cabo correctamente.

El Proyecto Ecoatmósferas también cumple la función de tenedor legal de Fauna Silvestre, que recibe a muchos de los animales que son decomisados por la Policía. Gonzalo Molina, Director del Proyecto que promueve la ecoalfabetización, cuenta que “no hemos recibido subsidios de parte del Estado directamente para cumplir con la labor que venimos desempeñando hace ya diez años.” El compromiso que ha adoptado Ecoatmósferas con los animales que llegan por parte de Barranquilla Verde es admirable. De las diferentes actividades que organizan en materia de ecoturismo y logoturismo, entre otras, logran obtener ciertos recursos con el fin de preservar las especies que habitan en este recinto hecho a pulso. 

 

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Aunque todavía queda camino por recorrer en materia de compra y venta de fauna silvestre, cada vez es menos la desinformación de las personas con relación a esta practica. La historia de Ramón es un claro ejemplo de que la educación transforma, y no solo para el bien de las personas, sino que también ayuda a la vida de los animales que sufren y se encuentran en cautiverio. Trece años después de su captura, Ramón hace parte de Atlántico Birding, una entidad que promueve la investigación, desarrollo en comunidades, observación y conservación de las más de 350 especies de aves que habitan en el departamento del Atlántico.

Ahora Ramón es guía y observador del patrimonio emplumado del Atlántico. Cuando está en medio de la vegetación aprecia el canto de aquellas aves que alguna vez capturó con una honda. No quedan rastros del Ramón que utilizaba sus manos para cazar un ave. Hoy se sirve de ellas para señalarlas, mientras explica ávidamente sobre su biología a los visitantes.

 

*El nombre ha sido modificado para proteger la identidad de la persona.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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