Por: Joshua D. Cruz
El museo MAPUKA de la Universidad del Norte, tiene como propósito, en analizar cómo los pueblos indígenas del Caribe colombiano se relacionaban con su entorno natural y cómo esos conocimientos ancestrales pueden aportar a la conservación actual de la biodiversidad.
Durante el recorrido, los asistentes exploraron piezas arqueológicas que reflejan el uso sostenible de los recursos naturales por parte de estas comunidades. Cerámicas, herramientas y representaciones simbólicas de fauna y flora regional evidencian la profunda conexión que existía entre cultura y naturaleza. El enfoque de la actividad estuvo orientado hacia la biodiversidad, reconociendo la cosmovisión ecológica de los pueblos prehispánicos.
Características del ecosistema
El Caribe colombiano se caracteriza por su diversidad de ecosistemas, entre ellos: manglares, sabanas, ciénagas y bosques secos tropicales. Estas zonas, en tiempos prehispánicos, eran habitadas por comunidades que integraban conocimientos sobre ciclos naturales, especies nativas y prácticas agrícolas sostenibles. Un claro ejemplo de estos, está en la vitrina de los San Jacinto, donde hace 8000 años, donde hubo una sociedad que lee la naturaleza (animales) y los representan en sus utensilios de la cotidianidad como seres que comparten el territorio con el pueblo; en los Tayrona se hallaron una relación con la naturaleza, su protección a cambio de recursos; en los Zenús empezamos a comprender la relación de las sociedades con los cuerpos de agua y su cuidado, pues en la depresión mompoxina habitaban el control y cuidado del agua que era importante para los cultivos.
Importancia ecológica y económica
Actualmente, estos ecosistemas siguen siendo clave para el equilibrio ambiental y el desarrollo económico de la región. Actividades como la pesca artesanal, la agricultura local y el turismo ecológico dependen directamente de la buena salud de estos entornos naturales. La preservación de la biodiversidad también garantiza la disponibilidad de agua, alimentos y recursos para generaciones futuras, sobretodo cuando se habla de la supervivencia de toda la región cerca al rio magdalena.
“De manera general, la concientización que brinda el museo Mapuka, en su rol como museo, es preservar el patrimonio, en este caso, regional de quienes eran las sociedades que habitaban lo que ahora es conocido como región caribe, mostrando cómo eran las diversas culturas, desde las prácticas culinarias, religiosas y fúnebres.” Declaró Kevin Torres, guía del museo.
Relación con la ciudad y problemáticas ambientales
En el contexto urbano de Barranquilla, muchos de estos ecosistemas han sido transformados o están en riesgo debido al crecimiento desordenado, la contaminación y la falta de educación ambiental. Zonas como la ciénaga de Mallorquín y el río Magdalena, históricamente conectadas con la vida de los pueblos originarios, enfrentan hoy retos como la pérdida de cobertura vegetal, la acumulación de residuos y la desconexión con la comunidad.
Durante la visita, se discutieron iniciativas institucionales, académicas y ciudadanas para conservar estos espacios. Entre ellas, el fortalecimiento de programas de educación ambiental, la promoción del ecoturismo responsable y la integración de saberes ancestrales en estrategias de conservación, así mismo, como la constante defensa tanto legal como académica de las zonas vulnerables por la actividad humana.
La importancia de estos espacios, está en ser un medio de divulgación libre donde se resalta la memoria histórica y la importancia medioambiental de la región caribe. El Museo Mapuka, ha demostrado su valor como área pedagógica en concientizar lo biodiverso que es el caribe colombiano, no solamente desde lo historico y/o antropológico, sino que también desde un punto de vista biológico, lo que se recomienda su constante visita.