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Por: María Fernanda Rizo Gómez – [En Alianza Informativa con Cosmopolitica]

Durante toda la vida hemos escuchado que los buenos gobiernos «son transparentes». Esa frase, con los años, parece haberse vuelto cierta. Cada día encontramos más maneras de acceder a la información estatal para saber qué están haciendo los gobiernos. Existen muchas herramientas, como la tendencia a construir edificios gubernamentales rodeados de vidrios, simbolizando esa apertura, accesibilidad y comunicación con la ciudadanía.

Casos como el Parlamento Europeo de Estrasburgo, en Francia; el Reichstag de Alemania; y el Edificio del Gobierno Popular Municipal en Shenzhen, China, reflejan esta nueva tendencia de los gobiernos. Pero, al mismo tiempo, cabe preguntarse: ¿es esta herramienta una manera real de promover y lograr esos objetivos con la ciudadanía?

Si lo pensamos bien, esas paredes de cristal o las plataformas llenas de datos que pocos comprenden no representan una búsqueda legítima de la transparencia. Los procesos de rendición de cuentas no deben depender únicamente del acceso a la información o de la visibilidad constante de lo que hace un funcionario público desde un edificio. Esta información debe ser comprensible, útil y clara, para que la ciudadanía tenga la capacidad de ejercer un control real sobre las decisiones públicas que nos afectan.

De poco sirven los edificios transparentes, aunque puedan iniciar un proceso de relación más profunda con la ciudadanía y transmitir seguridad, si las decisiones se siguen tomando en salas cerradas, con información entregada a medias, bajo acuerdos políticos invisibles o mediante procesos donde los mecanismos eficaces de participación son ignorados o bloqueados. Podría decirse, entonces, que esta transparencia es solo simbólica: una cortina de humo moderna que, aunque proyecta apertura, en realidad mantiene los mismos procesos de exclusión.

Por eso, más allá de la arquitectura o de la apertura tecnológica —que puede ser un primer paso para acercarse a la ciudadanía—, lo que se necesita es una democracia sólida, con una ciudadanía empoderada, interesada en conocer la situación del país, en saber qué sucede detrás de cada edificio gubernamental y con la voz suficiente para cuestionar lo que no aprueba. Por esto, la pedagogía política y la voluntad de escucha son tan importantes como las estructuras rodeadas de vidrio.

Son acciones que pueden iniciar esa transparencia que tanto buscamos como sociedad. La «transparencia» seguirá siendo una palabra bonita y esperanzadora mientras no entendamos que ver no siempre es lo mismo que comprender. Comprender no siempre lleva a decidir. Y decidir sigue y seguirá siendo el núcleo verdadero de la democracia.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co

Comments
  • Juan Marquez

    El progreso de una nación debe siempre tener desarrollo humano y tecnológico concomitantemente

    26 mayo, 2025
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