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Por: María Isabel Ospina

Baby Driver, última entrega del británico Edgar Wright fue filmada en varios estados de U.S.A, con una gran puesta en escena. La cinta fue estrenada en el verano del 2017 en Estados Unidos.

Primero lo primero: la mezcla de dos extremos presente en esta película, acción y música -ambas siendo la narrativa- hacen buena pareja. Se trata de una cinta de origen Estadunidense, escrita y dirigida por el joven director Edgar Wright, conocido por ser un referente cinematográfico aclamado por sus películas “Shaun of the Dead”, “Hot Fuzz ,”Scott Pilgrim vs The World” y “At the World´s End”.

El argumento gira alrededor de un chico audaz e inteligente llamado Baby (Ansel Elgort) que siente gran afinidad por la música antigua. Por cosas de la vida, termina forzado a trabajar con un jefe criminal (Kevin Spacey). Su trabajo consiste en ser conductor especializado en fugas, llegando a verse envuelto en muchas situaciones de robos y violencia. Así, Baby, dentro de su vida ajetreada, conoce a la mujer de sus sueños, una camarera de un restaurante el cual suele frecuentar. Su mayor deseo es dejar la vida criminal, pero su vida, su amor y su libertad corren peligro.

“Baby driver” nace de un video clip del 2003, dirigido por el mismo Wright para la canción Blue Song de la agrupación Mint Royale banda inglesa, donde vemos elementos resaltados también en la película como son la conexión que tiene el protagonista con la música, además del entorno que lo rodea y del tema principal, que es el asalto a un banco.

El logline del film es “All you need is one killer track” (Lo único que necesitas es una pista matadora). Esta frase condesa toda la esencia de la película. La selección de canciones para cada uno de los momentos tanto como de acción, romance y comedia son apropiados: describen de una manera profunda cada una las situaciones plasmadas en la película. Canciones como “Bellbottons” de The Jon Spencer Blues Explosion o “Harlem Shuffle” de Bob & Earl, “Smoker Joe’s La La”, o “Easy” entre otras, resaltan un gran repertorio musical, dispuesto de manera intencional (siendo de por sí canciones con sentido) aportando carga dramática y un poco de humor a la historia. Además, la selección musical lleva un carácter visual propio de la cinematografía de Wright. Canciones hacen que esta película sea una buena combinación de acción y como yo lo llamo un musical no cantado.

Otras características a resaltra de esta película son tanto el montaje, como la puesta en escena. A través de un montaje visceral, el director busca penetrar al espectador. Teniendo en cuenta que un plano es la unidad mínima del lenguaje audiovisual, en esta producción tenemos diversidad de escenas unidas por el concepto de la acción. Por lo tanto la puesta en escena utilizada es la convencional, más conocida como ‘Mastershot’. En este punto encontramos un plano maestro que cubre las escenas, y vemos muchos planos secuencias, el manejo de escenas   y una forma narrativa con poco diálogo.

A su vez, por medio de otras tomas fuera del círculo de acción dramático, permite que el público identifique a todos los personajes y el contexto en el que se encuentran. Uno de los mayores retos que se presentan al implementar este tipo de puesta en escena es la continuidad, la cual es manejada de manera correcta en post-producción por los montajistas Jonathan Amos y Paul Machliss quienes cuidan muy bien las leyes de espacio y percepción, la escenografía y la iluminación.

 

 

El director Edgar Wright cumple su propósito cuando nos invita a acercarnos a los personajes frente a la situación en la que “el que gana es el sobreviviente” y “entre más dinero, mejor”. El acompañamiento de la música de fondo permite que la audiencia husmee y se identifique con la figura principal. Una vez nos adentramos al objetivo, podemos incluso originar emociones a partir de lo expresado por el protagonista por medio de su música, tales como felicidad, tristeza, enojo, acción, adrenalina, amor, etc.

Por otro lado, la trama de la historia en general no es nada original. Podemos ver cómo hay claras escenas como hacen alusión a películas posicionadas en el mundo de la acción y violencia como son las de Tarantino, Louis Leterrier y Corey Yuen. Lo más o menos particular y único que hace esta película es la selección de la música y los pocos diálogos que tiene. Y, por cierto, no desarrolla mucho los roles femeninos. Incluso la paleta de colores y el tono de la película y trama hacen que sea una historia muy obvia sin ningún tipo de sorpresas.

El hecho de ver una película interpretada por Jamie Foxx y Kevin Spacey es indiscutiblemente interesante de antemano. En este caso, se trata de un reparto que se conjuga de buena manera y hace un contenido atractivo. En últimas, la película se presente como un pasatiempo que encaja un sábado en la tarde o para recordar esa excelente selección de música con la cual viene acompañada.

Lo bueno: El montaje y la música te llevan a ajustar el cinturón en un recorrido lleno de carácter visual propia de la cinematografía de Wright.

Lo malo: Poca originalidad en la historia. Y una materia pendiente para CineColombia con muchas películas: estuvo poco tiempo en salas de cine colombianas.

 

 

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