Por: Sabina Blanco S.
Estibas por la paz, el proyecto que impulsa el desarrollo social en comunidades aledañas al Sector Portuario le brinda una oportunidad de vida a cada estibero de la población de los tres postes en Barranquilla
Al pisar Rebolo, uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, los transeúntes se tropiezan con variedades de detalles que conforman de lo que esta hecho el sector: paredes pintadas, todas en su mayoría, y retablos de madera tirada por montones flanquean la calle 19, hasta la carrera 39.
Cada casa, sin excepción, cuenta con un letrero indicando el nombre de un negocio. En tres postes pintados de azul emerge un cartel en madera con el nombre que más contrasta: Estibas por la Paz.
La Zona negra, como le suelen llamar sus mismos habitantes, es candela en el imaginario barranquillero.
Con base en los sucesos criminales ocurridos entre el año 2007 y el 2015, con un saldo de 3.864 homicidios distribuido en los 37 barrios del Sur occidente de Barranquilla, el barrio es uno de los más críticos y con mayor presencia de delincuencia.
La última medición del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, Dane, indicó que un 61,9% de los habitantes de la capital del Atlántico se sienten inseguros en la ciudad.
No importando la batalla campal que enfrenta el sector, el total de sus habitantes, principalmente los adultos, tras transcurrir mas de cuatro décadas en el barrio, sobreviven a través de la tarea de la fabricación de la madera, convirtiéndose en estiberos y ´—comerciantes más solicitados por grandes empresas de la ciudad (Eternil, Telorificos de la Costa).
Allí en Rebolo comparten todo. La madera saliente de Barranquilla a Maicao, Santa Marta , Sincelejo si es suficiente, se comparte entre compañeros para hacer rendir la utilidad. Incluso en temporadas de seguía, en donde se ven mas estibas arrumadas por su mal estado y ausencia de las acostumbradas filas largas de estiberos recibiendo los pedidos, siendo esto sinónimo de toda una comunidad a la espera de sus retrasos de madera. Para Edgardo Rivero, estibero por 35 años de sus 54 anos de edad, el compartir de la madera en mal estado llega hacer una oportunidad laboral, dado que aun en la sequia sirve para crear bancos, carritos, farolitos inclusive plafones. ‘Cuando estas sin madera, estas sin trabajo pero como sea se consigue un capital’ dice Edgardo.
En la 17 con 35B, esta calle perteneciente a Rebolo, se ven los castillos de estibas desechadas, amontonados al pie de un muro azul, conocido por los Barranquilleros como los tres postes. Este es el punto de entrada del barrio, en donde se consagran un sin números de encuentros: Los descansos de los estiberos, las reuniones del cliente con el vendedor de la estiba, incluso los niños derrochando con los carritos de madera tirados o desolados en los bordes de la carrera 35B del Barrio.
Edgardo, quien en un principio era Jefe de cuartilla en cervecería águila y ahora es Representante legal de la junta comunal de Rebolo, fue precursor junto con el difunto el “Mono” Matías y Armando Padilla de incentivar a los habitantes del sector hace mas de 4 décadas a llevar acabo el negocio que hoy les da un respiro en medio de un barrio de trincherías. Anteriormente las estructuras de madera eran fabricadas con robles, cedros, aserrín. Inclusive, hoy día cuando su dificultad la obtención, recurren a los viejos recursos empleados.
En todos los casos, la utilidad va entre 250 mil y 400 mil pesos mensuales.
Jhon Narvaes tiene 35 años y lleva 21 trabajando con la madera. Se levanta a las 5:00 am a revisar que el material esté en perfecto estado. La estiba tiene que: ser de pino, limpiecita, delgadas y no tan larga. La madera se corta, se afila, se lava y, luego, a elaborar los pedidos hasta el anochecer cuando recoge la mercancía elaborada y la envía a sus clientes. Su lugar de negocio es su propia casa, donde no solo él es quien confecciona el producto. Su esposa respalda su trabajo, administrando la cantidad de pedidos y así no caer en perdidas si no por el contrario aumentar la utilidad a la que están acostumbrados. “Se han tenido pérdidas, cuando no se cuentan las estibas y uno pierde ahí lo que invierte, pero ella lo sabe administrar”, afirma Narváez.
Armando Padilla, segundo precursor de esta idea, lo ve como un espacio de inclusión para los jóvenes adentrados en pandillas dentro de la misma comunidad. “Los pelaos que no están haciendo nada se ganan el día, desarmando estibas a 500 pesos cada una; pero ellos son vivos y cobran el doble de lo que se les da”, Dice Armando. Como un segundo escenario, Padilla le apuesta a las ventas de tendidos, mesas y bancos que hacen crecer el capital, y expandir el negocio.
El sello en común en Rebolo: Las estibas. Sin embargo, para Marlenis de la Hoz con 65 anos de edad su sello es la venta de bolis. En su hogar hace sus ventas: Chichas, hielo, gaseosa. En la calles hace su recorrido: Con un balde lleno de bolis y otras bolsitas de jugos de todos los sabores , llega a casa por casa de cada estibero, a $200 cada uno. Para ellos incluso para Marlenis llevar la contabilidad de su trabajo no era posible, sencillamente la dificultad en tener un libro de control de sus ganancias no era fácil de hacer, excepto para Narvaes, quien recibe la mano ayuda de su mujer. ‘Nosotros sabíamos sacar una cuenta pero hasta ahí’ afirma Marlenis.
Con el objetivo de generar nuevos conocimientos para contribuir al fortalecimiento y crecimiento exponencial de las unidades productivas, se les motivó a cada estibero del sector de los 3 postes, a emprender junto con la Fundación Fundeport – Puerto de Barranquilla, espacios de formación consolidando así su objetivo. ‘Ellos nos dieron una idea , una propuesta , tener el logro de capacitarnos. Nos dimos cuenta que era bueno y nos acercamos’, dice Marlenis.
Diego Mercado, Psicólogo de la Fundación del Puerto de Barranquilla, afirma: “El compromiso, parte del principio de responsabilidad social y a través de Fundaport lo que se ha logrado consolidar es una serie de programas que están beneficiando a la comunidad que se esté conformando e impulsando y haciendo grandes cosas desde su unidad de negocio”.
En la primera promoción Fundaport tuvo inicio en Junio del 2014, y finalizó en Junio 2016 con 22 estiberos. Para el 2017 cuenta con 24 familias, en esta ocasión estarán otros comerciantes, dedicados a la cosmetología, carpintería y artesanías. El Sr. Edgardo Rivera, se destacó por su disciplina y ardua labor en el trabajo de la madera, quien a su vez sobresalió por mostrar disposición en mejorar la imagen del barrio los 3 postes y en motivar principalmente a los jóvenes a no seguir los malos hábitos.
No es preocupación para Rivera a que clientes abordar o a quien vender su madera, pues ha logrado constituir clientes fijos que confían en su responsabilidad como estibero, en que la cantidad de madera esté el día en que se solicita o a su vez que el producto este realizado. Una de las bases que tienen consigo, es el conocimiento contable y jerárquico que es recomendable tener para toda unidad de negocio, lo cual para él es sinónimo de satisfacción. ”Antes era un desorden, antes me refiero a 3 años que Fundaport empezó ayudarnos. Hay una relación formidable con los vecinos y es una cosa que no teníamos”, Afirma Rivera, quien mientras relata su testimonio está sentado al lado con su compañero Alfredo de Arco quien también comparte su experiencia: ”Antes las personas hacían 20 estibas se ganaban 20 mil pesos y ya, hoy día se lleva una dirección de las cuentas y un programa de trabajo bien dirigido y bien asesorado”.
Hoy por hoy, los estiberos de los 3 Postes sostienen una sonrisa que es equivalente a la alegría que despierta los cambios que por ellos mismos han alcanzado. Podrán seguir apareciendo en los periódicos como uno de los lugares más inseguros. Ellos, al final, siguen armando sus sueños.