Muchas personas desprecian un centenar de películas porque no alcanzan a abarcar todo lo que la obra original, normalmente un libro o una obra teatral, logró englobar en un principio. La adaptación de historias que no nacieron en las entrañas del séptimo arte es una tarea dura.
Esta situación no es de extrañar, ya que en ocasiones el proceso de adaptación resulta bastante complicado, pues el objetivo principal siempre es mantener la esencia de la obra original. Desde el cine del siglo pasado se buscó en la literatura material que sirviera para alimentar a la nueva industria, pero lo más temido era caer en la desnaturalización de las obras. Frédéric Sabouraud, un reconocido teórico francés dijo en en 2010: “El cine de ficción tuvo muy pronto, desde principios del siglo XX, una gran necesidad de materia prima: tanto de personajes y situaciones como de tramas”.
El filme Apocalypse Now es una obra magistral que ha sido aclamada por la academia y por numerosos festivales de cine, no solo por su imponente fotografía, sino por su adaptación. Precisamente el proceso para llegar al filme final comenzó con el libro de Joseph Conrad, El Corazón de las Tinieblas. Antes se solía mencionar el miedo a la desnaturalización de las obras, pero Francis Ford Coppola no pensaba en esa fobia. Es por eso que en ocasiones el filme basado en una obra nos da una visión que nunca antes se había visto o interpretado sobre dicho trabajo artístico, esto en sí es un gran punto positivo de las adaptaciones cinematográficas, y ese fue uno de los grandes logros de este filme bélico, hoy considerado una de las mejores películas en la historia del cine.
Pero veamos las diferencias y similitudes antes de entrar en materia: el libro de Conrad se presenta el paradigma del colonialismo en África y las terribles aberraciones sufridas por los nativos africanos, mientras que en la película de Coppola vemos la guerra de Vietnam. ¿Pero al final qué es esto? Precisamente el mismo tipo de colonialismo. Así, en sus suaves pinceladas El Corazón de las Tinieblas es adaptada pero esencialmente conservada.
Entre las quejas de cientos de espectadores siempre se ha contado la de “una película de un par de horas no puede resumir cientos y cientos de páginas”. Sin embargo, ante esta observación reiterada resultaría más pertinente señalar que los principales problemas para convertir una novela en guión de cine son la extensión y la complejidad psicológica de los personajes y de las situaciones. Ahora, es irrefutable: Trasladar sin distorsionar, o para llevar al cine con dignidad, serían necesarias muchas horas de película. Pero en ocasiones el objetivo no es resumir el contenido de la obra original, sino resaltarlo en diferentes partes, empleándolas para un fin en específico. Es decir, priorizar el momento específico, resaltar la situación puntual, el rasgo característico.
Las adaptaciones cinematográficas no deben ser sólo una repetición de una obra tal cuál. Coppola cambió el espacio y el tiempo, pero incluso, al final, tuvimos una historia alternativa que nos haría sentir algo diferente: El contraste entre leer a un Kurtz muerto por enfermedad natural y el de ver a un Kurtz muerto a manos de un asesino. Y finalizando con aquella majestuosa frase: “He visto horrores… horrores que usted ha visto. Pero no tiene derecho a llamarme asesino, tiene derecho a matarme. Tiene derecho a hacerlo, pero no tiene ningún derecho a juzgarme”.
En innumerables ocasiones, el cine toma de la literatura y del teatro, o incluso de otras obras cinematográficas, un contenido para mostrar, ya sea renovándolo o proporcionándole un nuevo aire que pueda ser percibido como una novedad. En ningún caso se busca el desprestigio. En últimas, eso lo decide la audiencia.
Ya sea Sherlock Holmes, Drácula, Frankenstein, Tarzán, Robin Hood, o incluso Kurtz o cualquier otro personaje icónico de la literatura y que también sea icónico en el cine, eso es la adaptación. Es un puente que busca recordarnos una y otra vez que no deberíamos ver a las diferentes artes por separado. Debemos verlas juntas, y tener siempre presente que las nuevas ideas surgen de otras más viejas, en especial hoy en día, cuando las ideas no surgen de la nada. El arte surge del arte.
Ahora, termino con una frase que encontré en la primera página de un libro. Eric de Kuyper (citado por Sabouraud, 2010) lo aclara de la siguiente manera: “Adaptar un libro es adoptarlo. O ser adoptado por él. También es imaginar el libro que uno podría haber leído. El libro no escrito que podría haber sido una película […].”