Por César Mora
Año: 2016.
Directores: Santiago Lozano y Ángela Osorio.
Director de fotografía: Juan David Velásquez.
Elenco: Diego Balanta, Inés Granja, José Luis Preciado.
Después de producciones como el Abrazo de la serpiente (2015) de Ciro Guerra o La tierra y la sombra (2015) de César Acevedo que han dejado en alto el nombre del país en cuanto a cine se refiere, llega Siembra (2016), una película dirigida por Santiago Lozano y Ángela Osorio que habla del desarraigo y la nostalgia por volver al hogar perdido; sentimientos que comparten muchos de los campesinos que al verse desplazados de sus tierras y asentarse en las ciudades, no encuentran su lugar en el mundo.
Y ese precisamente es el drama que vive el personaje de Turco (Diego Balanta), un pescador de la costa pacífica cuyo mayor anhelo es regresar al hogar que dejó atrás a causa del conflicto armado. Sin embargo la vida del protagonista se complica luego de recibir la noticia de la muerte de su hijo Yosner (José Luis Preciado) y verse obligado a cargar el peso de su pérdida y la cuenta de la funeraria.
¿Cómo sobrellevar la muerte cuando apenas tienes para vivir? Ese es un dilema en el que se encuentran los personajes a lo largo de la película.
Aunque la mayor parte del tiempo los actores naturales representan con credibilidad la vida de las personas menos favorecidas del país, hay momentos en los que la actuación de Balanta parece forzada y sus diálogos no resultan creíbles porque parecen recitados.
Sin embargo esas falencias no afectan mucho la calidad de una película cuya fuerza principal recae en la imagen.
Grabada en blanco y negro y con una preocupación evidente por la fotografía, Siembra resalta la belleza de las ruinas, las casas construidas con tablas y las jaulas oxidadas que coronan los montículos de basura. Algunas escenas como aquella de la anciana sentada en el suelo leyendo, las plañideras alrededor del ataúd o la de Celina (Inés Granja) en medio del arroyo mientras las luces de las velas brillan a su alrededor son pruebas de que es posible construir un poema a partir de imágenes.
Esta es una película que vale la pena ver con detenimiento para poder apreciar la calidad artística que ha alcanzado el cine nacional y la profundidad de sus historias que reflejan las problemáticas que vive el país, muy distintas a las comedias simplista como Se nos armó la gorda (2015) de Fernando Ayllón o Polvo Carnavalero (2016) de Juan Camilo Pinzón que también abundan en el cine colombiano.