Hoy llegó un colombiano al Barcelona. Antes sonó Cuadrado, sonó Zúñiga, pero fue Yerry Mina el que coronó el sueño de jugar en el equipo de Messi. Mina tiene más bien una pinta de jugador de baloncesto, pero su técnica controvierte a los que creen que los gigantes jamás son dúctiles con el balón.
El eco del traspaso fue global. Un colombiano es tapa de todos los diarios deportivos y por eso quise compartir estos fragmentos del libro, próximo a salir, Pa Rusia con puestos. Crónica de una clasificación sufrida. Allí, la figura de Yerry Mina se puso la tricolor para quedarse con la titular de la zaga central. Luego, una lesión se lo impidió, pero hoy más que nunca merece la pena recordar lo que Mina significa para la Colombia futbolera. Por eso, les dejo estos pequeños fragmentos.
LOS 23 COLOMBIANOS NO ENSEÑAN GEOGRAFÍA
“Óscar Murillo, defendiendo los colores de su club, se convirtió en una baja para La Copa América. Pékerman llamó en su remplazo a Yerry Mina, con quien iniciamos el aprendizaje geográfico y lexical que nos expone la Selección Colombia. Mina nació en Guachené, municipio del departamento del Cauca, cuyo gentilicio es Guacheneseño. Mina, de 21 años, tiene como carta de presentación su infalible juego aéreo. Con Independiente Santa Fe se cansó de hacer goles conjugando el cabezazo en todas sus formas.
Junto a Mina, los otros 22 guerreros colombianos se encaminaron a luchar por el sueño de la Copa y en 2016, La Copa estaba atada al sueño de la paz en Colombia. Después de hartarnos por transformar en cementerios fluviales nuestros ríos y de rebasar todos los límites del horror, los diálogos de paz avanzaban, por eso la Selección Colombia decidió usar una camiseta blanca, para decirle al mundo del fútbol que en esta tierra de amarillo oro, azul cielo y rojo sangre, también había una esperanza para el blanco paz”.
EL MICHAEL JORDAN DE GUACHENÉ
“Cardona y Cuadrado seguían generando peligro por los costados, pero la puntería en el área no estaba del lado de Colombia. Se jugaba con el corazón, pero el balón no entraba. Uruguay se fue tomando confianza y sacó uno de sus ataques infalibles al minuto 72. A la uruguaya, como siempre, Godín levantó una falta desde su propio campo. Christian Stuani, que había acabado de ingresar por Carlos Sánchez, le ganó el balón arriba a Farid Díaz y se la bajó a Suárez.
En el área, El Pistolero fue francotirador. Puso el cuerpo fuerte, sacó de eje a Óscar Murillo, que pestañeó un microsegundo, cuando despertó, ya Suárez celebraba después de cruzarle un derechazo fulminante a Ospina. Uruguay llegó dos veces y anotó dos goles. Colombia tuvo el balón, pero no supo generar peligro, la efectividad de los charrúas fue de un 100% aquella tarde lluviosa en el Metropolitano. En su debut en el Metro, once años atrás, Suárez perdía 2 – 1, esta vez puso la ventaja, 1 – 2 para los visitantes, pero todavía quedaba partido.
Colombia siguió con la misma idea y Pékerman, que otras veces ha fallado por ofensivo, esta vez respondió con un cambio inmediato a su estilo de siempre de ir al todo o nada. Después del gol sacó a Arias, gracias a Dios, y metió a Berrío para buscar algo similar al triunfo en Paraguay. Uruguay empezó a administrar el partido, todos hacían tiempo y Muslera vio la amarilla por demorar al minuto 79.
Al minuto ochenta, Cardona recibió por izquierda y cambió de juego para Cuadrado por derecha, quien recibió y de inmediato ubicó que Abel Aguilar llegaba solo por detrás de todos en el área. Alzó la cabeza y ahí le puso el balón, el bogotano se zambulló y cabeceó de palomita, como un pequeño homenaje a las miles de palomas que se posan a diario sobre la plaza de Bolívar de la capital colombiana. Debió ser gol, pero Muslera estaba bien parado y controló con seguridad.
Al minuto 84, Yerry Mina tomó el balón en su propio campo, recibió un pase intrascendente de Macnelly Torres y se transformó en punta de lanza. Mina sabía que la defensa uruguaya se vencía con amor propio y sorpresa, pues ellos jamás pensaron que un central corriera todo el Metropolitano entero para marcar el empate. Mina tocó con Cuadrado y él mismo fue a buscar. No miento, antes dije que fácilmente podía cubrir ocho metros en un salto y una barrida, esta vez fue diferente, Yerry Mina fue Michael Jordan, pero bañado en cacao del Cauca. Saltó desde la línea de tiro libre al mejor estilo de Su Majestad Jordan y clavó el balón, no en la canasta sino en el arco uruguayo. Mina voló y dejó de volar justo cuando el centro de Cuadrado debía ser impactado. Mal contados debieron ser cien metros y un minuto en el aire, pero qué importa la exactitud y la gravedad, Mina le metió la cabeza a una jugada que él mismo inició. El balón hizo la parábola perfecta y venció a Muslera: 2 – 2.
Yerry Mina nuevamente bailó como pescado fuera del agua y festejó el empate con sus compañeros. Su pantaloneta, por todo el esfuerzo del partido, quedó en sus rodillas y el central de Guachené bailó en licra, poco importaba ya su atuendo, porque su estatura y su coraje nos dieron un empate con sabor a victoria, pues llegamos cuartos al Metro y salimos cuartos. Los clasificados directos después de la décima fecha éramos: Brasil, Uruguay, Ecuador y Colombia. Detrás venía Argentina para el repechaje. Yerry, el Jordan de Guachené, nos permitió seguir soñando hasta las próximas dos fechas”.