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En la Costa Caribe actuamos sobre la emergencia y no sobre un plan de prevención de desastres

Por: Alejandra Murillo – Foto: El Informador

La Costa Caribe está amenazada constantemente por riesgos de inundaciones, avalanchas deslizamientos de tierras, incendios forestales, sequía y contaminación de cuerpos de aguas, entre otros y aunque no es una región proclive a terremotos por las condiciones de las capas tectónicas en que reposan sus ciudades, los expertos no descartan la ocurrencia de sismos.

Este inventario de riesgo, sin embargo, contrasta con otra realidad muy cruda: en la Costa tanto ciudadanos como autoridades actúan sobre las emergencias y no sobre la prevención.

Para José Estrada Charris, director de Socorro de la Cruz Roja Seccional Atlántico esta manera de actuar tiene que ver con la mentalidad de la que no sólo sufre la Costa Caribe, sino demás regiones del país que apenas están empezando a trabajar sobre planes de prevención y no de respuesta.

La Cruz Roja, una entidad sin ánimo de lucro que se encarga de ayudar a aquellos que lo necesitan, nos dice que todo plan de gestión de riesgos debe tener 3 pasos de acción ante las emergencias: la reducción, la respuesta y la recuperación. En la Costa Caribe hemos trabajado sobre la respuesta y los planes de reducción para evitar la emergencia son muy escasos, pero no porque no exista un plan de gestión de riesgos en el Atlántico sino porque éste no se aplica.

En Colombia, los antecedentes normativos sobre la reglamentación para la prevención y atención de desastres se remontan desde el año 1988, en el que se creó el Sistema Nacional para la prevención y atención de desastres, y mediante el Decreto 93 se adoptó el Plan Nacional para la Prevención y Atención de Desastres.

A partir de allí se empezaron a crear comités regionales para la prevención, también se crearon decretos que buscaban promover las buenas prácticas en cuanto a prevención de desastres y se fortaleció el sistema. Pero fue en el 2010 que el Estado con el fenómeno de La Niña, empezó a pensar en la gestión de riesgo como la clave para fortalecer un verdadero sistema de prevención y atención de desastres que hiciera frente a los efectos del cambio climático.

“El Gobierno Nacional está fortalecido en materia de Plan de Gestión de Riesgos, que envían ayudas a otros países cuando éstos viven emergencias como la del terremoto de México. Su objetivo es llevar esa fortaleza a todas las regiones del país”, dice el director de Socorro. De ahí que cada departamento haya empezado a trabajar en la creación o la puesta en práctica de un plan de gestión de riesgo.

De hecho el Plan Departamental de Gestión de Riesgo del Atlántico dice que las vulnerabilidades frente a los fenómenos naturales en Colombia seguirán creciendo, entre otras razones, por los elevados niveles de pobreza y  por la creciente concentración de la propiedad del suelo urbano y rural, por la escasez de alternativas de soluciones de vivienda segura y económicamente accesible para los más pobres, por el desarrollo ilegal y desordenado de las ciudades, por el uso inapropiado del suelo y de los recursos naturales, por el alto deterioro ambiental, por los graves daños generados por la corrupción pública y privada.

Por su parte la región Caribe colombiana presenta como amenaza y riesgo, las inundaciones que son de manera periódica ya sea súbita (desbordamiento del río, ciénaga.) o rápida (arroyos), también contamos con los movimientos de remoción en masa y demás amenazas como podremos observar en la siguiente tabla.

Actualmente, el fenómeno de la inundación es cada vez más frecuente y la mayoría de las poblaciones, tanto rurales como urbanas, son afectadas por esta amenaza, con daños en las poblaciones, en la infraestructura, en los bienes y servicios.

Según el INVEMAR17 el departamento del Atlántico es el territorio dentro de la zona Caribe, donde se están reportando mayor número de eventos relacionados con fenómenos naturales y de origen antrópico y el principal evento son las inundaciones tipo desbordamientos del río Magdalena, arroyos o Ciénegas, dejando en su paso muchas personas damnificadas. Como Campo de la Cruz que fue uno de los municipios 100% afectado ante la ruptura del Canal del Dique, un desastre anunciado en el que no se previeron acciones de reducción hasta el momento que todo sucedió. En el plan de recuperación del municipio, el Gobierno entregó viviendas palafíticas pensando en disminuir el riesgo en caso de que éste se repitiera y así la inversión en la respuesta sería menor.  

 

Hoy en día y ante los desastres naturales ya identificados en la región, entidades como la Cruz Roja, consideran que la reducción es lo más importante ante una emergencia y más si son hechos repetitivos que al empezar actuar desde el antes, los efectos del durante pueden llegar a ser mucho menores.

Por lo tanto, al ser considerado la falta de preparación como un tema de mentalidad, entidades como la Cruz Roja han empezado hacer en conjunto con otras entidades como la Gobernación del Departamento y la Alcaldía, campañas de concientización a todas las comunidades vulnerables a los distintos desastres para convertirlos en primeros respondientes mientras los organismos de socorro llegan.  De esta forma los mismos habitantes mantienen alerta a las autoridades correspondientes de las irregularidades que suceden.

Sin embargo, en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) los planes departamentales de Gestión de Riesgo de Desastres están actualizados hasta el 2012, incluyendo el del Atlántico, con excepción del departamento de Caldas que su última edición es del 2017. No se encuentran estudios sobre los desastres que han ocurrido desde el 2012, ni planes de prevención recientes.

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