Por: María Fernanda Navarro Fang y Nellysel Orozco Mendoza
El conversatorio entre el musicólogo bogotano Óscar Hernández y el reconocido cronista Alberto Salcedo Ramos, giró alrededor del papel de la música como herramienta para articular una Colombia tan diversa como dispersa en cuanto a formato músical y contenido se refiere.
Sobre las 9.30 AM se dió inicio al evento “Mitos de nuestra música” en el que se explicó cómo la combinación de diferentes elementos de la masa sonora confluyen para generar una emoción. Emoción que aporta gran significado y define la manera como el público acogerá el mensaje que esta intenta plasmar.
Alfredo Salcedo Ramos junto a Óscar Hernández
En medio de un diálogo jocoso pero siempre respetuoso entre estos dos personajes, Salcedo Ramos destacó la labor de Oscar Hernández en la construcción de su libro “Los mitos de la música nacional. Poder y emoción en las músicas populares colombianas 1930-1960” – Hilo conductor del encuentro-, en el que según él, el escritor narra de manera diferente el proceso de transición en el que las emociones comienzan a aportar a la estética de la música y a diferenciar las regiones que integran al país.
De igual modo, Óscar Hernández resumió los ejes temáticos de su libro en tratar de responder la mayor preocupación que lo abarca, ¿Por qué ese imaginario de las regiones? ¿Porqué caricaturizarlas. Basado en esos interrogantes reconstruye su obra y explica como desde la identidad tan arraigada, de ser costeño, rolo, tolimense, etc. Se logra poner en conversación con esas otras realidades que también hace parte del país y cómo los medios de comunicación contribuyen a esa conexión cultural y musical con la masificación y popularización de ritmos en lugares dónde antes no lograban tener cabida.
Actualmente el musicólogo Hernández se encuentra emprendiendo dos proyectos. Una investigación respecto a la música religiosa en las diferentes culturas bien sea musulmana, católica, entre otras.
Por otro lado, el papel de la canción romántica en Latinoamérica, cómo los boleros y baladas han perdido esa emoción excesiva, cómo ha cambiado su mensaje a partir de un capitalismo más fluido en el que el ideal de un capitalismo industrial en el que todo toma su lugar ha quedado de lado y entender el auge de las nuevas narrativas existentes.
