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Por: Zharick Alvear

En febrero los artesanos hacen su agosto. La llegada del Carnaval de Barranquilla irradia una fiebre de marimondas, toritos, sombreros y demás prendas coloridas que sirven de antídoto para la tristeza. En el Carnaval no hay espacio para el gris, los barranquilleros se visten con tonos fluorescentes y así entran en sintonía con el sol y el cielo que siempre visten a La Puerta de Oro de Colombia. Por eso, decidí darme un paseo por la feria artesanal con el nombre más carnavalero que existe, la Feria del Joe.     

Salí de mi casa a eso de las 4:30 de la tarde hacia la estación Joe Arroyo, músico eterno que se quedó hasta en el Transmetro de Barranquilla. Al salir de la estación busqué la Feria. Fue muy fácil encontrarla porque todos los pasillos están atiborrados con antifaces, color y música. Una vez empapada de arte carnavalero me dediqué a mirar las toneladas de artesanías que tiene cada puesto de ventas.

Me metí al primer puesto que vi. Tenía todo tipo de cosas, desde aretes hasta destapadores con una botella de cerveza águila como soporte y con un imán para la nevera. De ahí me dirigí al puesto de al frente donde había cuadros que se caracterizaban por tener una marimonda realizando cualquier actividad cotidiana. Le pregunté al señor que me atendió si él era el que pintaba los cuadros y me respondió: “No, yo solo soy el marquetero. Y con el señor David Tamayo, quien es el que los pinta, es muy difícil hablar porque está muy ocupado.”

Cabe resaltar que los cuadros no tenían marcos así que deduje que el señor solo era el encargado de atender la tienda y se había inventado el cuento del marquetero.

Me dediqué a caminar los pasadizos con polisombra buscando a una persona que fuese artesana y vendedora al tiempo. Vi camisas, sombreros, gorras, bolsos, aretes, botellas decoradas y muñequitas de la negra puloy.

Después de 15 minutos caminando y escuchando “yo solo soy la/el que vende las cosas” me encontré con Gladys Ester de Armas Maldonado.

Gladys sus bebés y sus artesanías

Gladys tiene 55 años y lleva dos años atendiendo, sola, su puesto. Hablamos un rato y me contó que ella trabaja con las manos y que además de hacer cosas para Carnaval se dedica a tejer, hacer collares y trabajar por encargo.

Cuando le pregunté si tenía hijos me respondió de una manera que me pareció muy especial y maternalista en exceso. Me dijo: “Sí, tengo tres bebés”.

Me sorprendí porque mi mente se imaginó eso, bebés, pañales y chupos. Le pregunté cuántos años tenían. Me contestó que ya estaban viejos y que cada uno ejerce su profesión. En su cara se notaba el orgullo que siente por sus bebés maduros.

Cuando llegué Gladys acababa de terminar un sombrero. Me comentó que se tarda entre una hora y media y dos horas “dependiendo de los detalles”. Los vende a $50.000 o cuando hay mucho regateo se baja hasta 45.000.

Nidia de Armas artesanales

Detrás del puesto de Gladys está el puesto de Nidia de Armas. Cuando me acerqué estaba trabajando, le pregunté si podía hablar con ella. Con la cordialidad en sus ojos me dijo que sí.

Nidia tiene 52 años y la ayudan su hija, su esposo y dos amigas. Su hija se encarga de atender, su esposo pinta los sombreros y camisetas y sus amigas atienden el puesto y la tienda que tiene en su casa. Me dijo que trabaja por pedido y por temporadas como Navidad, Día de las madres y Amor y amistad, pero que su agosto es el Carnaval.

Me contó que lleva 30 años trabajando Carnaval y que su arte lo hace para comparsas como El Cañonazo. Le pregunté que cómo hacía para no sacar lo mismo todos los años. Vanidosa, me respondió: “Mi inspiración me permite ser innovadora, por eso es que tú no vas a encontrar lo que yo tengo aquí en ningún otro puesto”.

“Los años me han dado habilidad” fue lo que me dijo cuándo le conté lo sorprendida que estaba porque mientras hablábamos ya había terminado cinco antifaces.

La Feria del Joe, como es conocida, es un lugar agradable, rodeado de personas con la amabilidad y sabrosura que tiene el ser costeño. En ningún momento me sentí insegura, más bien me sentí sorprendida por el talento y los precios que puedes encontrar. La Feria artesanal de Barranquilla, en esta época, reúne las tradiciones que nos caracterizan, la música, el color, el arte y el Carnaval. Es un plan más que recomendado. Para chismosear, para comprar y para regalar usted va a la fija si va a la Feria del Joe durante el Carnaval.

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