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Si creíamos que Up: una aventura de altura era una historia completamente original, ¡estábamos equivocados! debíamos ser conscientes de que el fetiche por los globos en el séptimo arte fue propiciado por El balón rojo o Le Ballon rouge, un mediometraje francés del año 1956 dirigido y escrito por el cineasta Albert Lamorisse, cuyos treinta y cinco minutos de reproducción son una aventura por la vida de un niño (interpretado por el pequeño hijo de Lamorisse), que entabla una amistad con un globo rojo que estaba perdido en la calles de Paris. Esta cinta no tiene diálogo y aún así ganó Oscar a mejor guión original, y la Palma de oro a mejor cortometraje (categoría en la que participó, por no existir la de mediometraje) en el festival de Cannes.
Le Ballon rouge, es una de esas películas que sin mucho drama, fascina al espectador por su sencillo juego estético. El contraste de un viejo barrio parisino gris con el rojo del globo, despierta la curiosidad de cualquiera. Todo comienza cuando el pequeño, de camino a la escuela, encuentra el globo enredado en una lampara y decide tomarlo, como si de un tesoro se tratara. En la siguiente escena, Lamorisse presenta el problema central: el mundo no parece entender a este niño, pues cuando llega el tranvía que debe tomar, le prohiben que suba con el globo, y es por esto que debe correr. Una vez ha llegado a su destino, escuchamos su voz por primera vez, pues le pide al conserje de la escuela que cuide su globo mientras esta en clase. Si bien, hasta el momento no ha pasado mucho, la magia comienza a revelarse cuando de vuelta a casa, la madre del niño tira el globo por la ventana pero en lugar de volar sin rumbo fijo, el globo adquiere vida propia y espera a que el pequeño abra la puerta y lo deje entrar de nuevo.

Desde ese momento se vuelven inseparables, el globo sigue al pequeño sin estar sujetado a su mano, es su sombra, su confidente. Entonces nos volvemos testigos de la felicidad que propicia el uno en el otro. Sin embargo, a pesar de haber vencido obstáculos como sus padres y los profesores, el globo se ve perseguido por un grupo de escolares que tratan de destruirlo con piedras y resorteras. Tal vez porque sienten celos o miedo a lo desconocido. Es así como el final es una alegoría a que en mundo donde nadie te entiende, la fantasía es un buen lugar para refugiarse.
Al pasar del tiempo, son muchas las interpretaciones que se le han atribuido al globo: como símbolo de la infancia. Para esto tomo mi escena favorita:  el niño observa el retrato de una niña en una feria, y más tarde se encuentra con una pequeña, de carne y hueso ( también hija de Lamorisse), que sostiene, como él, un globo pero color azul, los dos globos se atraen pero los dos niños no se agradan, así que siguen caminos distintos. Esto para representar la curiosidad de descubrir al sexo opuesto.
Otras interpretaciones van desde la ilusión de los sueños, hasta la comparación del globo con Jesucristo, pues de alguna manera es una figura rechazada por la humanidad, destruida y luego resucitada, pues cuando es apedreado por los niños, de alguna manera renace y reúne a todos los globos de París, para luego levantar al niño triste y subirlo hasta el cielo. La verdad es que esta es una historia llena de metáforas, para mi tan solo fue una alegoría a la soledad, porque nos sorprendemos al saber que aquel niño no es el único en el mundo, pues en la ciudad hay más personas como él. Por otro lado, confieso que en todo momento me pregunté ¿cómo hicieron para mover el globo durante tantas escenas donde nadie lo sostenía?, ¿existían tan buenos efectos hace 62 años?, pero eso es algo que no responderé, por respeto al encanto del cine.
Cabe concluir que este es un hermoso filme, desde la perspectiva que cualquier espectador desee verlo. Siempre permanecerá como una de esas historias especiales y mágicas que solo surgen una vez en el tiempo. La cual inspiró otros hilos de imaginación como la película Le boyare en ballon (1960) del mismo Albert Lamorisse, que más seria reinterpretada por el taiwanés Hou Hsiao-Hsien en Le boyare du ballon rouge (2007).
 
La escena para la posteridad…
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