Había una vez en Barranquilla una Cueva, dentro de ella había poco menos que un árbol de mango con frutos y un mico que cargar, un jaguar que un cazador pretendía cazar, un lago con patos nadando, una iguana trepando un árbol, una mujer con ganas de preguntar y una escritora que nos contaba un cuanto al hablar.
Por Nellysel Orozco Mendoza y María Fenarda Navarro
Infancia
Si de cuentos se va hablar lo más adecuado será hacerlo en un mundo de cuentos real. A las 11 a.m de un día de tranquilo y casi normal, irrumpe con voz alegre Claudia Ayola, una periodista que se ganaba a cualquiera con su sonrisa y sus ganas de preguntar. En medio de la intimidad y complicidad que daba aquel lugar, fue hora para que la escritora entrara actuar, así Yolanda Reyes, comenzó a contarnos un cuento sobre como con niños hablar.
Aquella escritora, explicó como en sus días de tránsito constante, hacía una pausa para viajar a otro pequeño mundo no muy lejano, Espantapájaros se hace llamar. Al llegar, es hora de asumir la compostura adecuada, en un ambiente de personas serias, criticas y exigentes debe entrar, debe convertirse en niña de 11 años de edad, esto lo hace porque “hablar con los niños es una conversación en serio” una conversación real.
Pero no solo se queda en Espantapájaros, de vez en cuando mas lejos debe viajar, a conocer otros planetas que muchos suelen visitar pero que pocos se atreven a conocer de verdad, esos otros planetas para nosotros no son mas que ciudades y países, en los que prefiere visitar una escuela porque son los lugares a los que nadie va y que le permiten adentrarse en lo que aquel lugar es de verdad.
En los recreos de sus días Yolanda suele escribir, aquí se cuestiona sobre para quien lo va a hacer, porque no se tiene bien claro, cuando escribe para niños y cuando para adultos, si a final de cuentas el adulto tiene un niño dentro de sí mismo. Por ello, cree necesario no hacer tan vital esa ardua tarea de categorizar la literatura.
Según cuenta, cada vez que escribe se va del mundo fantástico usual, de delfines rosados y unicornios, que no están mal, pero que necesitan también contar de un mundo de niños real. Un ejemplo de esto es enfrentar al terror de sexto b, uno de sus libros, que muestra aquel mundo de sentimientos, amores, miedos y amores de verdad.
El porqué
A pesar de lo anterior, aun no esta claro porque Yolanda decide que a contar historias de verdad se iba a dedicar. Empecemos por decir, que aquella mujer de niña muy mentirosa solía ser, creció entre niños a los que debía, como aun hace, tomar de la yugular para que con ella se quedaran a jugar, por tomar de la yugular hablo de contar una historia que los pudiera hacer quedar, que les diera espacio para con ellos jugar. Así aprende esta escritora a contar mentiras de verdad.
Cuando se supone esta niña mentirosa debía crecer, se rehusó como en viejos tiempos a dejar de jugar, y bajo el título de escritora, pudo su hazaña continuar.
Sobre columnas
Como no todo en cuentos se debe quedar, es hora de asumir la situación con seriedad. De modo que, debía dar cuentas de una irreverente que nunca pudo ocultar. Así migró a escribir criticas burlonas con toda la seriedad que el medio amerita. Burlándose del ahora presidente y su delineado corrido y más adelante también de cualquier cosa Política que le diera de que hablar.
Enseñanzas
Cuando llego la hora de dar cuentas de las enseñanzas, hizo frente a una curiosa especial, que sobre el tema de ser mujer le hizo hablar. Y así concluyo, que como un día gano lugar para jugar con los hombres contando historias, siendo adulta no debía cambiar, de esta forma, el discurso no debe ser de unos que nos menos y otros más, sino que se debe crear un lugar de encuentro distinto, se debe construir un encuentro del lado de todos.
