EL LOTERO CIEGO DICE: “Hay estaba todo, sin estar, claro…como el viento”,
FIERRO RESPONDE: Armero.
Ese lugar es el epicentro de esta película, Dirigida por Luis Ospina y escrita por su hermano Sebastián en 1999, del que surgen poco a poco personajes entrelazados por el destino. Un detective bueno, un político corrupto, un torero cobarde, un ex boxeador, un lotero ciego, un detective canalla, un recepcionista gay, y dos mujeres atrapadas entre ellos, una muerta por supuesto, que será el hilo conductor para unir las miserables vidas de todos.
La historia comienza por el final, Emerson Roque Fierro (Fernando Solórzano), ex policía convertido en investigador privado, narra los acontecimientos. Ha muerto “Golondrina” (Flora Martínez), en un desaliñado hotel en el centro de Bogotá, Fierro, llega por petición de la mamá de Martillo, un ex boxeador fracasado que es culpado del crimen. Comprometido con la verdad, Emerson se hospeda en la misma escena del crimen, desde donde va uniendo las piezas de un rompecabezas que termina aclarando su propia vida.
Esta película es un juego mental para el espectador, con un montaje al estilo Citizen Kane, algunas veces predecible y otras no, donde la pieza clave: Golondrina, una mujer a primera vista ninfómana, que se torna ante los ojos del espectador en una víctima más de los hechos, pues ella ve a los hombres como sus hijos, después de un aborto culposo.
En un juego del tiempo, Ospina nos presenta a una mujer amante de José Luis, un torero casado con Irene, la hermana de Medardo Ariza, político corrupto, amante y protector de la protagonista. Este trio amoroso solo conlleva a un destino: la paulatina muerte de Golondrina, y el posible escándalo mediático que conlleva para Ariza.
Así, poco a poco Fierro va encontrando respuestas, mientras carga la sombra de su muerto: Pilar, su difunta esposa. Con ayuda del Mago (Cesar Mora), el lotero ciego amigo de Golondrina, logra avanzar y juntos descifrar el rompecabezas.
“Estilísticamente, Soplo de vida hace notables esfuerzos por acoplarse a la codificación del estilo del cine negro, aunque sin ceñirse estrictamente a sus premisas, desbordándolas incluso al hacerle el juego a otros estilos y convenciones genéricas. A pesar de que dentro de la película se coquetea con otros géneros y estilos, como el Road Movie o la estética kitsch de algunas películas mexicanas, la historia que cuenta es en esencia una de detectives, asociándose al film noir.” afirma Felipe Gómez.
Esta película representa por ende un gran avance en términos cinematográficos para los colombianos. La iluminación, transmite al espectador las sombras que persiguen a cada personaje. Además, de bien logradas secuencias callejeras nocturnas más el uso de planos congruentes, sumado a maravillosas actuaciones que demuestran en esta obra un excelente cuidado por el detalle y el respeto eterno al cine negro.
Además, es también un tributo a reconocidas películas del genero, Chinatown de Roman Polanski, y la escena en la que el personaje de Robison Diaz, en un encuadre similar, es cortado por Alvaro Rodríguez con una navaja, por ser un “bocagrande”, al igual que el personaje de Jack Nickolson recibe una cortada con navaja por ser un “nosey fellow”.
También se denota un influencia en el montaje por parte de Jean-Luc Godard y sus conocidos jump-cuts, incluidos en la escena cuando Golondrina corta su cabello. De A bout de souffle, se puede comparar la obsesión de Jean Paul Belmondo con Humphrey Bogart, con la obsesión de Alvaro Rodríguez y los recortes de estrellas mexicanas pegadas en su cuarto.
Ahora bien, los arquetipos y el juego de la moral en cada uno de estos individuos podría ser casi que un reflejo de la realidad colombiana, de hecho el mismo Luis Ospina lo dijo “Crimen organizado. Policía corrupta. Caos político. Prohibición de sustancias. Ajustes de cuentas. Terrorismo. Masacres. Paranoia. Impunidad total. Todos los colombianos conocemos esa historia. Vivimos todos los días una película de cine negro” (Ospina, “Mi último soplo”).
Es así que en un juego de metáforas, esta película nos acerca a la tragedia de los desplazados de Armero, quienes debieron renacer del lodo de la tierra, y transformarse, aunque de vez en cuando fuera necesario retornar a Armero para sanar heridas con esa maldita tierra; tal como Fierro y Mago al final de esta historia.