En la guerra como en el fútbol todo se vale y Paolo Guerrero lo está sufriendo. El 14 de mayo, cuando apenas el sol se asomaba, la selección peruana anunciaba por medio de su cuenta de twitter, los seleccionados para ir al mundial. Paolo era su principal estrella rumbo a Rusia 2018. Ese lunes festivo, día de la ascensión, se alzaban los seleccionados del mundo para representar a su país en la guerra mundial de fútbol, pero faltaba alguien. Un guerrero había sido encadenado por la dedocracia del TAS.
Aquella mañana el cielo barranquillero se quebró en dos, la lluvia preveía lo que acontecía, lloraba el mundo del fútbol por la ausencia del icono peruano.
El nacimiento del ‘Depredador’
El 1 de enero de 1984 en tierras Incas nació José Paolo Guerrero Gonzales, un niño que siempre soñó con ver a su selección en un mundial, pero por cuestiones de vida no había podido ser. En el mundial del 82 fue la última vez que se vió a la selección peruana en la cita mundial, cuando García Márquez recibía a nombre de Latinoamérica el premio Nobel. Dos años después nacería Paolo, el niño que no solo soñaba con ver a Perú en el mundial, si no también con estar en el Olimpo junto a su amigo Farfán.
Con apenas 7 años el pequeño Guerrero ya hacía parte de las inferiores de Alianza Lima, club que le dió las bases para su juego. Apoyado por su director de colegio, Constantino Carvallo, fue aprendiendo a jugar mejor el deporte sus amores. Tuvo que esperar hasta el 2001 cuando fue ascendido al primer equipo junto a su compañero Jefferson Farfán. No contó con muchos minutos a diferencia de su amigo, pero esto le sirvió para endurecer el carácter y forjarse como Gladiador.
A partir de aquí el ‘Depredador’ fue en busca de la conquista europea, Alemania fue su objetivo. El Bayern Munich unió a sus filas al Guerrero Inca, donde ya se encontraba su compatriota Claudio Pizarro, pero el club lo relegó al segundo equipo donde demostró de qué estaba hecho, 50 goles en 70 partidos, Paolo se hacía grande. Pasaron los años con ellos también los equipos: Del Bayern pasó al Hamburgo. También los títulos: 2 Bundesligas, 2 Copas de Alemania y 1 Copa Intertoto. Pero el apetito de este Gladiador no se saciaba y en 2012 llegó al Corinthians con un objetivo claro, ganar títulos.
No hace falta decir mucho sobre el paso en el Corinthians, solo es preguntarle a los aficionados ‘Paulistas’ sobre aquel gol de la final del Mundial de Clubes frente al Chelsea. Paolo anotó al 69’ el gol que le dió el segundo título mundial al club. También recordar la final de la Recopa Sudamericana del 2013 frente el Santos, donde volvió aparecer el Guerrero con otro gol y otro título. El ‘Depredador’ siguió anotando y con 12 goles en los 20 partidos que jugó ayudó a su equipo a ganar el campeonato local.
Después de la Copa América del 2015 el goleador peruano decidió ir a otro grande de Brasil: Flamengo. En el ‘Fla’ se ganó el corazón de los aficionados a peso de goles. En su debut, con tan solo un día de entrenamiento, anotó un gol y dió una asistencia. Como los grandes llegó y como leyenda es aclamado, e incluso la hinchada le tiene su himno ‘Acabou o caô. O Guerrero chegou’. El Guerrero encontró su lugar.
El icono peruano
La particular forma de jugar, su picardía y carisma lo llevaron a la selección nacional donde se volvió el líder que los llevaría de nuevo al mundial. Antes de irse a jugar Alemania, Paolo jugó los juegos Bolivarianos y el Preolímpico Sub-23 en el 2004. Con 20 años debutó en la absoluta contra Bolivia y de ahí en adelante todo fue historia. Guerrero es el máximo goleador, 32 goles en 88 partidos, es el capitán y el alma del equipo de Gareca.
Paolo Guerrero es la viva representación del futbolista latinoamericano: Fuerza, garra y la “viveza”. Este fútbol le ha entregado reconocimientos individuales: 2 veces considerado a segundo mejor jugador de América (2012 y 2017), 2 veces goleador de la Copa América (2011 y 2015), mejor delantero de la campaña brasileña (2014), entre otras muchas distinciones.
Al ‘Depredador’ sólo le faltaba el exámen final, llevar a su selección al mundial, pero el TAS se lo negó. Pasaron 36 años, 34 para el Guerrero, para que el sueño se volviera realidad. Luego de una lucha incansable y unas sufridas eliminatorias, donde Paolo dejó su marca, el Tribunal de Arbitraje se opuso a la conquista del Inca.
En Octubre del 2017 se le impuso una sanción por doping al goleador de Perú. 6 meses tendría que estar fuera de las canchas, pero aún seguía intactas las posibilidades de ir al mundial. La mañana del 14 de mayo por medio de un comunicado fue dada la noticia de la ampliación de la sanción a 14 meses. Con esta noticia también murió un sueño, un sueño de 34 años y el sueño de más de 31 millones de peruanos que soñaban con ver a su ídolo en Rusia.
En completa incertidumbre se encuentra el mundo del fútbol frente la situación de Paolo. Por medio de un vídeo donde apenas podía contener las lágrimas, Guerrero hizo valer su apellido e invitó a la calma a los peruanos y dejó claro que iba a luchar por su sueño de jugar un mundial.