Los barranquilleros asistimos a un circo cada domingo. Algunos se abonan para ir al espectáculo religiosamente, otros con cautela escogen las funciones a las que irán y muchos prefieren verlo desde un televisor.
Este circo es diferente a todos los demás. No lo anuncian como el circo de Los Hermanos Gasca. El circo de La Familia Char es más sutil, prefieren llamarlo Junior. Ellos sostienen el artificio hasta el final de temporada. Su metodología consiste en que los asistentes, a los que llaman hinchas, solo se enteren que estuvieron en un circo cuando la función haya terminado. Aunque este sistema ha recibido algunas críticas, ha funcionado eficazmente durante siete años.
Aunque algunos subestiman a los dirigentes, el diseño de este circo no es nada fácil; por el contrario, es meticuloso. Primero contratan a las estrellas (con énfasis en época electoral), que esta vez no son payasos, ni acróbatas; sino jugadores de fútbol, eso sí, con remoquetes circenses: El mudo o El loco, por ejemplo. Luego, hay que darle visibilidad: entonces estos avezados dirigentes no dan tregua y al final todos los barranquilleros nos enteramos que habrán nuevas funciones, para que “después no digan que no le avisamos”.
Poco a poco los hinchas empiezan a comprar los bonos que le garantizan la asistencia para toda la temporada. Si las ventas andan un poco flojas, los segases directivos dan descuentos en las megatiendas de la ciudad, por aquella vieja fórmula romana de que el circo tiene que ir acompañado del pan.
Y antes de empezar, sabemos que ninguna función puede llevarse a cabo sin un maestro de ceremonias, aunque acá prefieren llamarlo director técnico. No sale de tres nombres: Alexis, El zurdo o El pelo e’ burra. Son tan puntuales que antes de que echen a alguno, el sustituto ya se encuentra en la ciudad, sino los asistentes podrían darse cuenta antes de tiempo que esto es un circo.
Así, cada temporada se da inicio a las funciones. Su truco principal es la metamorfosis inversa: consiste en abrir sus alas para mostrarse luminoso y brillante, y así hechizar con su belleza; pero con el tiempo las alas se demacran y luego caen, pierde todo el brillo y consigo la belleza. Al final, en su última función se convierte en un insignificante bicho que se arrastra por el gramado.
Ayer, la última función de la temporada terminó. Aunque pareció que al bicho le iban a salir alas, solo se trató de un artilugio más. Al final se arrastró lentamente por la grama hasta perecer, y allí se acabó la función. Los simpatizantes despertaron: “fue un circo”, decían.
Si bien ayer la ciudad cayó en la tristeza, de a poco las risas aparecen. Algunas manifestaciones la podemos ver con los famosos memes: Una cajetilla de cigarrillo que advierte “Fumar es malo, pero el Junior es peor”. Don Ramón le dice al Chavo disfrazado de Junior “Oye, está bien que hagas reír, pero porqué abusar, porqué ese afán en romper records”. En la calle también se escucha decir a algún burlón que regresa Alexis Mendoza, el técnico que acaban de echar, o que regresa Comesaña, el que aún no se ha ido. Algunos se ríen que Junior ya quedó eliminado y aún no han terminado de pagar el abono en Serfinansa.
Pasarán acaso dos meses, y los sagaces directivos volverán a abrir el circo y harán el artilugio. El hincha se ilusionará, perderá y reirá. Siete años y catorce temporadas sin falla alguna. Aunque duro es el método, eficaz el resultado. “Después no digan que no te avisamos”, dirá el circo de La Familia Char y empezará la función.