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Si, en Alemania también hay carnaval! Ritmos caribeños y matracas de bufónes

Mientras las comparsas en Barranquilla mueven sus carderas en diversas danzas, los bufónes de Alemania deambulan cantando por la ciudad de Konstanz, mamándole gallo a cada visitante que no lleva una máscara o un disfráz.

“Si, en Alemania también hay carnaval! Ritmos caribeños y matracas de bufónes”

Llegué a Barranquilla justamente un día antes de la guacherna. Todavía llevaba el frío de Alemania en mis huesos cuando me hacía camino para ver mi primer desfile en Barranquilla. El año pasado pasé mis carnavales en Konstanz, una ciudad del sur de Alemania, cerca de donde crecí,  ahora vine para comparar los dos carnavales.

El carnaval de Konstanz, como el de Barranquilla, hace parte del patrimonio inmaterial de la UNESCO. En comparación con Barranquilla Konstanz es una ciudad muy pequeña de alrededor de 85.500 habitantes, pero de ellos participan unos 55.000 „Narren“ (bufones), como se dice a todos aquellos que llevan máscara. Como en Barranquilla también hay precarnavales con diferentes bailes y actividades. En la noche de miércoles de la semana de carnaval las máscaras y disfraces se presentan por primera vez al pueblo. El „Butzenlauf“ es la guacherna de Konstanz. Con un desfile que empieza por la puerta de la ciudad y en el que los bufones de aspecto de brujas, diablos, arlequines y diferentes animales y demonios pasan por los callejones. Con una arquitectura de la Edad Media y con la luz de la noche y velas, el tiempo parece haber vuelto hacia atrás y uno se siente en otro mundo. Se siente misterioso y se puede imaginar el inicio del carnaval en aquella misma época. 

“Una noche de faroles y sones”

Aquí en la Guacherna en Barranquilla estoy impresionada por la cantidad de personas que disfrutan del evento, pero también por la gran presencia de la policía y de la seguridad. Es sorprendente a primera vista, el carnaval de Barranquilla es un acto multitudinario,  en todos los 45 eventos del carnaval estuvieron más de 1.6 millones de visitantes. En eso no se puede comparar con el carnaval de Konstanz, en donde no hay ni una décima parte de visitantes.

Ya adentro de la ruta del desfile ya se me olvidan los uniformes que vi en la entrada,  me toman de la mano otros fotógrafos, las María Moñitos empiezan a bailarme… y me dejo llevar de la gran alegría de mi primer día del carnaval.

La luz es igual de romántica y también se muestran la diversidad de sus disfrazes, pero el ambiente es muy diferente,  en vez de lo misterioso sobresalen los colores  y me marean los distintos ritmos.

No me canso de ver las máscaras y los disfraces, los turbantes de los Congos con sus Toritos, las travesuras de las Marimondas, la pelea con la muerte de los Garabatos, las Farotas con sus paraguas de colores, las Negritas Puloy con sus cintas que dan besos al aire y las Cumbiamberas que mueven sus faldas al ritmo del tambor.

“Si, en Alemania también hay carnaval, trompetas, tambores y matracas”

la ciudad a las seis de la mañana con su música de trompetas, tambores y el ruido de las matracas. Los bufones toman por asalto la alcaldía, hasta el miércoles de ceniza no gobierna nadie más que ellos! Luego se van de escuela a escuela y liberan todos los alumnos. A partir de este momento la ciudad está en estado de exepción. Toda ciudad sale disfrazada y enmascarada – lo más, lo mejor! „Oh, tu si eres un mäschkerle (mascarito) bello!“ así se tribua el respecto a los bien enmáscarados y ellos aprovechan andar de incógnito,  se acercan a los no enmascarados para contarles tonterías o darles unos consejos o desgreñan su cabello,  dicen que da muy buena  suerte!

En Konstanz, el carnaval empieza por  los enmascarados, ellos  despiertan en la misma noche todos salen con pijamas blancos y la cara en blanco y hacen „música“ con coberteras, caracas y todo lo que haga mucho ruído.

Tradicionalmente es el desfile de los alumnos cuales se burlan con pancartas sobre las manías de los profesores. Después de este desfile (o marcha) hay que festejar hasta la mañana, los piratas pasan con barcos en ruedas en las noches por las calles, cantan y ofrecen tragos. En la calle hay puestecitos con salchichas, boladillos con rellenos de mermelada o crema dulce, almendras garapiñadas, flammkuchen (una forma de pizza con crema, tocido y cebolla) y muy importante con este frío: el vino caliente. Si el vino ya no ayuda se entra a una de las tabernas de ambiente de carnavál.

Los siguientes días,  siguen los grandes desfiles, los bailes, obras de teatro y carnavales de los niños. Se celebra día y noche, mientras en el caribe, en el carnaval de Barranquilla, lucen disfrazes lo más ligeros posibles, en el sur de Alemania se busca la manera de abrigarse lo más posible con pieles y telas gruesas. Ya llevamos meses de invierno y por eso la gente dice que el carnaval con todos sus disfraces de diablos, demonios, brujas y animales peligrosos quieren asustar el invierno para que finalmente se va. Tal vez tenga algo de verdad, pero es mucho más probable que provenga de la religión católica. En el siglo XV  se usaban todos los alimentos antes de la época de ayuna y se hacía grandes fiestas  en la calle. En el siglo 15 unos obispos prohibieron las fiestas porque no les parecía religiosamente aceptable,  es ahí cuando la gente se pone a disfrazar para burlarse de la iglesia, escogen diablos, brujas y animales peligrosos que a la vista de ellos tienen características malas. Otra vez tiene algo de otro mundo,  si,  también puede asustar encontrarse  a uno de los demonios en los callejones y en la oscuridad de la noche. A los niños sobre todo les da un rico susto verles en los desfiles durante el día. „Ho Narro!“ les gritan y con un poquito de suerte les regalan dulces.

¡Ya no puedo dormir hasta el miércoles de ceniza!

Mientras tanto aquí en Barranquilla, el rumbo de carnaval me lleva y ya no me va a dejar dormir hasta el miércoles de ceniza. Necesitaría duplicarme para poder ver todo lo que hay en la ciudad. Voy a todo lo que puedo: la Casa del Carnaval, la Guacherna, el desfile infantil, el carnaval del colegio, la coronación de la reina popular, el carnaval gay, la noche del río, la noche de tambó, la confección de máscaras en Galapa, corro tres veces toda la batalla de flores para alcanzar a tomar fotos de todo y todos, acompaño los cantos y danzas de los Toritos, la carnavalada, las fiestas con pick-ups en la calle del Barrio Abajo, el festival de orquestas…

¡Estoy impresionada!

La gran mezcla de culturas que tienen aquí que se muestran en los disfraces, por los ritmos de los tambores y la potencia y el diseño de los pick-ups. Estoy agradecida de que me dejaran subir al bus de las negritas puloy, ademas de  que se tomaran  el tiempo de mostrarme su arte en los talleres de la Selva Africana en Galapa, solamente un día antes de la batalla de flores. 

La experiencia más impactante sin duda era acompañar a los Toritos.  Varios días les visité en la Casa Cultural Danza El Torito en Reboló. Me pintaron antes de salir a la batalla de flores, me cantaron y me explicaron sus letanías. Desde los niños hasta los toritos mayores,  me cuentan sus historias de carnaval. Cuando me invitan al cementerio donde cantan a sus difuntos antes del desfile, también a mi me salen las lágrimas.

Una cosa que comparten los dos carnavales es la gran nostalgia del final. El día más triste del año es sin duda el miércoles de ceniza, el día más alejado al próximo carnaval. Comparto las penas con todas las viudas de Joselito, mientras en el centro de Konstanz queman el carnaval con fogatas enormes y las brujas saltan sobre el fuego. El día de ceniza se guarda el disfraz y la máscara en el armario susurrando: „Nos acercamos… (al próximo carnaval)“

Poco a poco perdí el frío que me paralizó los huesos y empecé a moverme con el ritmo. Este flow caribeño que te hace mover todo el cuerpo. Este mismo ritmo quisiera llevarme al carnaval de Konstanz, igual que los colores vivos, que brillan más fuerte y que le hacen competencia hasta al sol del Caribe. Nos haría bien, para luchar contra el frío del invierno alemán, como intercambio pueden invitar unas brujas, esas que dan la buena suerte y desgreñan a las mejor peinadas, y unos bufones, que dicen sus opiniones descaradamente, escondidos detrás de su máscara.

Pero mientras tanto, por mi parte, me quiero quedar aquí y aprender a bailar champeta!

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