Por María Alejandra Castillo
Una de las mejores cosas de viajar es descubrir qué sorpresas nos tienen y, en el campo de la comida, esos lugares que visitamos.
Aunque intento ir siempre a espacios distintos y probar cosas nuevas, existe un restaurante que no me permite hacerlo cada vez que voy a Washington D.C.
Vapiano es un restaurante italiano. Su nombre queda claro gracias a la decoración del lugar y, por supuesto, a la comida.
Este restaurante te sorprende desde el momento en que entras, porque al ingresar te recibe una señorita con sonrisa amable, te entrega una tarjeta y te explica la dinámica del restaurante.
Y no puedes perder esta tarjeta. ¡Por nada del mundo!
Estando en el lugar te cargan lo que vas consumiendo para que, al final, cuando ya quedes satisfecho, la pases por la caja y sepas cuánto debes pagar. Genial, ¿no?
Tienes tres ambientes para elegir dónde comer: a la derecha encuentras unas mesas grandes de madera que se ven algo elegantes; a tu izquierda, un lugar más relajado; cerca del bar, otras sillas más para sentarse, y al fondo, otras para comer al aire libre, si así lo deseas.
¿Ya sabes dónde? ¡Perfecto!
Estás listo para sumergirte dentro de las diferentes posibilidades de la comida italiana en Vapiano. Pero no te preocupes, tienes una carta con recetas exquisitas para guiarte y, si quieres añadir o quitarle algo, puedes hacerlo.
Tú decides desde qué tipo de pasta quieres hasta cuántos gramos de proteína deseas en ella. Solo debes dirigirte a la barra de los cocineros.
Un Vapianisti, como le llaman a sus colaboradores, estará feliz de prepararte tu comida mientras habla contigo sobre cómo quieres que quede exactamente tu plato. ¡Todo en cuestión de minutos!
Disfrutar cada bocado es una experiencia. En la mesa encontrarás una pequeña planta de albahaca por si deseas ponerle una hojita a tu plato. También vinagre balsámico y aceite de oliva para que hagas esa mezcla perfecta y la acompañes con el delicioso pan de Vapiano.
Y recuerda… Chi va piano, va sano e va lontano.
(Quien va despacio, va a salvo y va lejos)
Alguien que me mire como yo a este plato de pasta