Desde que Floro Manco se asentó en Barranquilla en 1914 y realizó el cortometraje Carnaval de Barranquilla, se han producido muy pocas películas en la ciudad. Entre ellas La opera del Mondongo, dirigida por Luis Ernesto Arocha; y Ruido Rosa, llevada a la pantalla por Roberto Flores.
Sin embargo, estos directores tienen algo en común: sus estudios cinematográficos los realizaron fuera del país.
A partir de esta premisa que también acompaña a otros realizadores y cineastas surgen varios cuestionamientos: ¿para producir cine en Barranquilla hay que formarse por fuera de la ciudad? ¿por qué no se producen películas constantemente?
Tanto Giuliano Cavalli, director del FICBAQ (Festival Internacional de Cine de Barranquilla), como Juan Carlos Mulford, productor ejecutivo de Cine a la Calle, coinciden en que en nuestra ciudad no existe una academia que brinde la formación especializada para el estudio del cine, factor altamente preponderante para la producción de películas.
Además, en las universidades donde se brinda el estudio de la producción audiovisual se mantiene un enfoque distinto del cine, pues este es visto como un complemento y no como una carrera independiente.
Otra de las razones por las cuales el séptimo arte no es un tema inherente a Barranquilla es porque se consume un solo tipo de historia.
Según María Fernanda Morales, directora de la Cinemateca del Caribe, “al barranquillero le gusta ver historias de tipo documental en las que se le muestra el lado sangriento de nuestra realidad (la pornomiseria)”.
Para expandir esta visión y fomentar el gusto por el mismo en sus distintas facetas se han creado espacios como la Cinemateca del Caribe, Cine a la calle y el FICBAQ, en las que se abren convocatorias anuales para incentivar a los productores locales. No obstante, en la convocatoria de este año –que cerró el 10 de marzo- se recibieron más de 500 cortometrajes, de los cuales solo 4 provenían de la Costa Caribe colombiana.
Entonces, si la oportunidad está dada, ¿por qué no se reciben cortometrajes de Barranquilla?
Según Juan Carlos Mulford, a pesar de que hay muy buenos realizadores y gran variedad de historias para contar, la falta de recursos los obliga a emigrar hacia otras ciudades del país o fuera de este.
“Las historias sufren al ser trasladadas, no llevan impresas en su totalidad el sello barranquillero. Se necesitan escuelas y la posibilidad de desarrollar cine en Barranquilla”, asegura.
A pesar de este panorama, Mulford también opina que si se llegase a crear una escuela de cine, pronto podría darse un ‘boom’ cinematográfico en la ciudad.
“Se va a dar un ‘boom’ porque ya se están dando estos espacios donde los realizadores pueden participar y probarse. Necesitamos esa facultad y explotarla. Si se da, veríamos una nueva era”, argumenta.
Es tiempo de dar inicio a esta nueva era en Barranquilla. La era de creadores de contenido cinematográfico y no solo de exhibición.
Foto: Cortesía Uni5tv.