El director de la casa editorial El Heraldo, una de las más tradicionales en el país, dialogó con el periódico El Punto sobre su verdadero oficio, el gusto por la literatura, la Región Caribe, entre otros temas.
Por: Camilo Vásquez Sánchez
Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, conflicto bélico protagonizado por Europa y que se desarrolló entre el 28 de julio de 1914 y el 11 de noviembre de 1918, se produjo una fuerte inmigración de personas del viejo continente hacia otras partes del mundo en busca de oportunidades para sus familias. Nachum Schwartz y Helena Rodaki, ambos de origen judío, fueron víctimas de la guerra, situación que los llevó a migrar con sus padres al sur de América.
En Colombia, exactamente en la ciudad de Barraquilla, crecieron el químico farmacéutico Nachum Schwartz y la educadora Helena Rodaki quienes posteriormente se conocieron y conformaron un hogar con tres hijos. Producto de esa relación, nace Marco Schwartz un 9 de marzo de 1956, ingeniero civil graduado de la Universidad de Norte quién encontraría en el periodismo su pasión y su verdadero oficio.
Marco Schwartz ha sido ganador de importantes premios nacionales de periodismo como el Simón Bolívar, y ha escrito varias novelas, entre las que se destacan Vulgata Caribe y el Salmo de Kaplan, la última ganadora del I premio Iberoamericano La Otra Orilla. A su vez, ha tenido una larga trayectoria como periodista en importantes medios de España y Estados Unidos.
Inquieto y expectante me encuentro a mi llegada a las instalaciones del diario El Heraldo. Me autorizan subir a la sala de redacción y logro vislumbrar en el fondo a Marco Schwartz, que atiende junto a un par de personas asuntos del quehacer periodístico. Con mi sólida retaguardia, es decir, el cuestionario me dirijo a la oficina de aquel periodista letrado e iniciamos nuestro diálogo.
¿Pensó usted, siendo un ingeniero civil dedicarse al periodismo?
Yo estudié Ingeniería Civil, la estudié en la Universidad del Norte y tuve unos excelentes profesores, no me fue tan mal durante la carrera pero siempre tuve la vocación de escribir literatura, realmente es lo que yo quería hacer. Sin embargo, jamás se me cruzó por la cabeza ser periodista. Empecé a ver que existían escritores que habían encontrado en el periodismo la forma de canalizar, de sobrevivir y de nutrirse. No hay que ir muy lejos, aquí en el Heraldo pasaron una constelación de escritores entre ellos Gabriel García Márquez, que eran nuestros modelos y decidí a través de unos amigos incursionar en el periodismo, primero colaborando y después me fue gustando muchísimo, pero dentro de mis planes no estaba ser periodista, solo quería ser un escritor. Mi padre tampoco fue periodista de profesión, él era químico farmacéutico y siempre le gustó el periodismo pero nunca de dedicó de tiempo completo como yo. Él hacia columnas en el Heraldo. Lo que pasa es que a mí el periodismo me atrapó completamente.
“Siempre tuve la vocación de escribir literatura, realmente es lo que yo quería hacer. Sin embargo, jamás se me cruzó por la cabeza ser periodista. Solo quería ser un escritor”.
Tuvo una carrera destacada en el exterior, en España y Estados Unidos, ¿Por qué decide regresar a Barranquilla, exactamente a tomar las riendas del diario El Heraldo en el año 2013?
Estaba viviendo en España, prácticamente tenía 30 años allá y estaba emprendiendo un proyecto personal, se dieron las circunstancias y en ese momento justo recibo una llamada sorpresiva, era del Heraldo, diciéndome que porque no venía a dirigir el periódico y al comienzo lo veía estupefacto. Estaba organizado en ese país y comenzaba a esbozar mi proyecto pero poco a poco me fui convenciendo, me fueron convenciendo y jugó bastante la nostalgia y reencontrarme con viejos amigos. Al final aquí estoy, aparqué el proyecto que tenía y me vine a asumir la dirección del diario.
¿Qué sería de Barranquilla y la región sin el diario El Heraldo?
El Heraldo cumple un papel vertebrador muy importante de todo lo que es el Caribe colombiano y la ciudad de Barranquilla. Ha estado recogiendo las diferentes voces de los habitantes y ha sido un portavoz inigualable de los intereses de la Costa ante los órganos de poder de Bogotá.
“El Heraldo cumple un papel vertebrador muy importante. Ha sido un portavoz inigualable de los intereses de la Costa Caribe ante los órganos de poder de Bogotá”
Las nuevas tecnologías han irrumpido en la forma de hacer periodismo tradicional. Cuándo dejen de circular las ediciones impresas en el Heraldo, ¿Cuál va a hacer el papel de este diario?
Sigo creyendo en las versiones impresas, desde hace 20 años las están dando por muerta y en el caso del heraldo sigue gozando de buena salud, evidentemente ha disminuido la circulación del papel impreso. El periodismo es solo uno, es hacer las cosas bien, tener rigor, equilibrio, mesura, descubrir cosas nuevas que el poder no quiere que se diga, contarlas, explicar realidades, todo esto son funciones del periódico y creo que lo seguiremos haciendo indistintamente de que soporte tenga, sea papel o internet. El espíritu con el que nos aproximamos a la información no ha cambiado y si en el día de mañana el papel deja de existir, vamos a seguir haciendo periodismo como lo hacemos en la web.
En gran medida, el periodismo en la web se sostiene por medio de la publicidad. ¿Esto afecta los principios de rigor, equilibrio y transparencia de este ejercicio?
No, la publicidad siempre ha sido una de las fuentes de financiamiento de los medios de comunicación, pero eso no debe condicionar la forma de hacer periodismo. La publicidad va a seguir siendo publicidad y al lector hay que dejarle claro que es publicitario y que no. Los grandes medios mantienen la claridad y las diferencias en eso y creo que no tiene por qué afectar.
“La publicidad siempre ha sido una de las fuentes de financiamiento de los medios de comunicación, pero eso no debe condicionar la forma de hacer periodismo”.
Escribió una novela que se llama Vulgata Caribe, que cuenta la historia de esa “tierra prometida” donde conviven muchos rebuscadores y en donde acuden los buitres politiqueros en busca de votos. ¿Es la historia de la región?
Sí, esa novela la hice con todos los recuerdos de mi experiencia como periodista en Barranquilla. Durante algún tiempo, yo iba a los pueblos del Atlántico para escribir los fines de semana algún reportaje de ellos y empecé a descubrirlos, a verlos más allá, casi que como relatos literarios y bíblicos. Luego, viviendo en España, todos esos recuerdos se ordenaron en la cabeza y tomaron la forma de historia, exactamente sobre cómo era una invasión nada espontanea sino organizada por politiqueros. Está organizada en clave bíblica, tiene sus Génesis, su Éxodo, su Levítico y su Deuteronomio.
¿En qué ha quedado el oficio de escritor de novela, continua o lo tiene pausado?
Lo tengo pausado, yo creo que eso no se pierde, pero tengo en la cabeza proyectos literarios muy desarrollados, acabados y ahora viene esa tarea durísima de tener la disciplina, encontrar el tiempo y escribirlos. Me sigue gustando la literatura y sigo siendo un ávido lector.