Por: Danna Pérez Carretero (@daella_carter)/Fotos cortesía Emilio Yidi
El significado de la fotografía a través de los años ha ido cambiando conforme ha evolucionado la sociedad y la tecnología. Hoy en día una foto puede tener un sinfín de propósitos, no se trata del simple acto de congelar un momento e inmortalizarlo a través del tiempo. La importancia de una buena fotografía podría incluso incidir en la perspectiva de las personas respecto a un hecho y hasta un producto. Es por eso que el fotógrafo y su experiencia juegan un papel crucial en cada sesión fotográfica.
En un rincón de la ciudad de Barranquilla, entre la calle 70 con 52, un pequeño local al lado de un almacén Tierra Santa, se oculta un exorbitante estudio de fotografía, que no se compara a ningún otro en la región. Al llegar, si eres una persona de baja estatura como yo, tienes que inclinarte lo suficiente para alcanzar el timbre. En menos de 2 minutos, Roberto Martínez, productor de fotografía y mano derecha de Emilio Yidi, con una amable sonrisa me recibe, mientras me muestra con orgullo la pequeña galería fotográfica que tenía lugar en la recepción del estudio. Una colección de las fotos más destacadas a lo largo de la carrera artística de Yidi.
Roberto me explica que debía esperar un rato para poder empezar con la entrevista, ya que Emilio estaba en una reunión con los encargados de la publicidad de los almacenes Olímpica. Mientras esperaba sentada en los muebles vintage que pertenecieron alguna vez a la casa donde el reconocido fotógrafo creció, Roberto me explica resumidamente todo el trabajo que llevó cada una de las fotos que decoraban el lugar y que servían además como un enorme portafolio. Luego me traslada a una pequeña oficina que en una primera vista parecía un completo desastre, pero al entrar y analizar cada elemento se lograba apreciar un collage que resumía perfectamente gran parte de la magia que ocurre día a día dentro de ese lugar.
Al poco tiempo, el ambiente del local se vuelve más enérgico tras el anuncio que Emilio Yidi llegó y que está listo para empezar a montar el escenario para su próxima sesión. Me mira un poco extrañado, pero al instante recuerda la razón de mi presencia. Rápidamente me hace un recorrido por el estudio, todo parecía ser igual de desordenado, pero me explica que cada uno de los elementos que allí estaban tienen utilidad en alguna sesión. De repente centra su atención en el montaje de la sesión fotográfica que realizaría ese día. Su modelo ese día era comida. Pude notar sus más importantes características: calculador creativo y muy detallista.
En ese momento Roberto, le acerca a Emilio un celular, quien lo llamaba era su mamá. Alcanzo a escuchar que lo llamaba para saber cómo había resultado la reunión de la que él acababa de salir. No extraño que la madre de Yidi éste involucrada en el trabajo del fotógrafo ya que fue gracias a ella que Emilio creció amando el arte. “Mi mamá, desde joven le gustó mucho el arte, ella pinta, borda, es experta en cocina y recetas. Mi hermana ya ha escrito como dos libros de cocina. Mi hermano Enrique ha escrito como seis libros, tiene un taller donde elabora muchas esculturas con nácar y conchas del mar. Nosotros tres siempre hemos estado rodeados de arte, desde que yo nací siempre tuve una fascinación por la pintura y la publicidad, la fotografía no tanto, porque para ese entonces todavía no estaba metido en el cuento”.
El mes pasado el nombre de este fotógrafo tuvo cierto protagonismo, en el margen de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, gracias a su exposición Kinky Art Fashion, un proyecto muy ambicioso que buscaba combinar el arte y deporte con la moda, pero que sin duda alguna terminó siendo todo un éxito, tras recibir la aprobación de todos los barranquilleros y visitantes que lograron verla en el Centro Comercial Buenavista. “Eso fue una idea que yo tenía desde hace tiempo. Hablé con la gente de Buenavista para ver si ellos apoyaban el proyecto y me dijeron que sí. La idea no era coger a los deportistas y fotografiarlos. Yo lo que buscaba era combinar los cuatro ingredientes: moda, maquillaje, fotografía y algunas de las disciplinas presentes en los juegos. No mostramos el deporte en sí como es, sino que mostramos un style de maquillaje y de cosas artísticas, queríamos destacar la creatividad del barranquillero, y mostrarle al mundo que aquí hay mucha gente talentosa que no muestra su trabajo porque no hay espacios donde se puedan exhibir. Estamos tratando de concientizar a la gente para que se interese por este tipo de propuestas”.
Emilio confiesa además que hubo varias fotos de esa exposición que se quedaron por fuera. “Para hacer estas fotos, busqué personas que tuvieran mucha creatividad, este es un campo en donde se necesitan personas que siempre están trayendo ideas, y así se fue creando el equipo. Estuvimos trabajando cerca de 2 meses todos los domingos y los días feriados. Cancelamos varias fotos porque el resultado final no era lo que esperábamos, eso es tiempo que se pierde porque cada maquillaje y todo el proceso de arreglar a la modelo lleva tres o cuatro horas, y en total fueron casi 5 fotos que cancelamos. Lo importante es que todo el equipo estaba dispuesto a colaborar y cuando el Plan A no tenía resultado, inmediatamente surgió el Plan B”.
“Yo quiero seguir trabajando hasta el día que Dios me diga chao, mientras tanto sigo creando, trabajando en mis cosas, en mis ideas y además tengo en mente hacer otra exposición.”
Para este fotógrafo barranquillero, que ha pasado gran parte de su vida rodeado de cámaras, flashes y personajes públicos, no le es agradable estar en medio de la farándula. Se define como una persona reservada que busca siempre la tranquilidad. Cuando no está trabajando disfruta mucho escuchar música, de hecho, es dueño de una consola de DJ con la que pasa su tiempo libre mezclando sus canciones favoritas, la mayoría son grandes éxitos de los 80.
Otra de las grandes pasiones para Emilio es el diseño de modas y la confección de ropa. Muchos recordarán la exitosa empresa que manejaba junto con sus hermanos Confecciones DiYidi, empresa que dejó un importante legado en la ciudad de Barranquilla y su Carnaval. “Yo tenía una industria de artes gráficas aquí en Barranquilla, y en un viaje que hice a Miami un amigo me invitó a una fábrica para que conociera el proceso de estampado de T-shirts y el dueño de la empresa me terminó regalando una máquina y me la traje para Colombia. Se me ocurrió hacer camisas turísticas, en esa época nadie sacaba camisetas de cosas de aquí típicas, indeciso llevé la mercancía al Arawuako y la sorpresa fue que se vendió toda esa vaina y ahí fue que se me prendió el bombillo, saqué las primeras camisetas del Carnaval de Barranquilla”.
Cuando Emilio vio la oportunidad de negocio que se le presentó decidió irse por un año a estudiar Diseño y Patronaje en el instituto de Abbigliamento Maragoni en Milano, Italia. Al regresar a Colombia, se dedicó solamente a la producción de ropa, y con ello alcanzó un enorme éxito que se extiende inclusive a nivel internacional. El negocio cayó en declive luego de la recesión, la llegada de mercancía de contrabando, y así con el tiempo cada uno de los hermanos tomó la decisión de irse del país y de esta forma se cierra este capítulo para los hermanos Yidi Daccarett. Al recordar esta grandiosa época la mirada de Emilio Yidi se iluminó, y quise saber si él pensaba en la idea de volver al negocio: “Estoy con ganas de meterme otra vez en el mundo de las camisetas, porque siempre me gustó esa parte como diseñar y volver a sacar una línea, estoy en eso y ahora con las fotos que hice vamos a sacar unas camisas a ver qué resultados nos da”.
La experiencia en conjunto con la enorme creatividad de este barranquillero lo han posicionado como uno de los mejores fotógrafos de la Región llegando a ganarse la confianza de grandes figuras públicas y reconocidas marcas del país. Cada conocimiento y técnicas que usa son el resultado de años de estudio en las escuelas de las ciudades más destacadas dentro de esta profesión como Nueva York, Chicago, Miami e Italia. Para alguien que aprendió a tomar fotos a la antigua, cuando se usaban los rollos y el revelado, la llegada de la era digital necesitó de un largo proceso de adaptación.
“Yo me metí en la era digital muy tarde, yo no quería, pero lo que sucedió fue que los clientes empezaron a pedir que cuando tu tomaras una foto, la querían ver ya, al instante”.
Emilio Yidi cuenta que se sintió forzado a empezar a trabajar con cámaras digitales y aunque afirma que tiene sus ventajas, con este tipo de cámaras se pierde la esencia de la fotografía. “Es chévere en muchas cosas, pero ya no es la misma foto real, a cuando tu hacías fotos en rollos, porque cuando tu revelabas la foto era como más emocionante, manipulabas con filtros el revelado, hoy en día tienes Photoshop que de cierta forma es como el revelado, ahora puedes jugar más con la foto, crear fotos artísticas. Tienes una cantidad de herramientas que ayudan a obtener unas fotos impresionantes, pero la esencia no es la misma, ahora es solo hacer clic y ya, es muy frío”.
El timbre sonó, avisando que la hermosa modelo, Sofía Osio, había llegado y que ya Emilio debía empezar a trabajar. Lo primero que hizo fue escoger el fondo y luego cuadrar la iluminación. El tono gris quedaría perfecto con ese tipo de luz. Luego comenzó una especie de danza entre Yidi y su ayudante, revisando que los ángulos estuvieran bien. A medida que se iba terminando el montaje del escenario y la hora de la sesión se acercaba, el flujo de personas alrededor del estudio aumentó, así que antes que empezara oficialmente decidí despedirme del gran Emilio Yidi no sin antes agradecer por aceptarme la entrevista y el tan detallista como siempre, me acompañó hasta la salida e inesperadamente me entregó una tupida rosa roja que me provocó una sonrisa que permaneció el resto del día.