Al llegar a aquel lugar estaban parqueadas en su mayoría camionetas blancas de marca BMW Y Prado. Al entrar, un señor con barba negra, nariz grande y ojos café montado en una de esas camionetas bajó el vidrio y me preguntó que para donde me dirigía.
-Buenos días, yo vengo de parte del señor Mohamed Issa, soy estudiante de Comunicación Social de la Norte y vengo a participar en su culto en el día de hoy -dije-
-Ahhh ya veo, pero acá no es, debe dirigirse al lado en esa puerta de allá, lo que pasa es que aquí rezamos los hombres y allá las mujeres- dijo señalando.
la mayoría de los ciudadanos colombianos somos creyentes y un 80% de ellos, incluyéndome, somos católicos. La idea de hacer una crónica para la clase de periodismo sobre las religiones minoritarias en Barranquilla captó enseguida mi atención. Mientras iba pensando en qué religión iba a escoger para mi trabajo, me acordé de mi mi prima Odi, quien tuvo que cambiar su nombre por Batul al convertirse en musulmana ya que su novio, Fadi era musulmán y como su cultura lo exige, era importante que la novia también profesara su misma religión. A pesar de esto, mi prima terminó su relación con Fadi y se encuentra actualmente viviendo en el Líbano con su esposo y su hijo de 1año pero como quien dice por ahí: “ese ya es otro cuento”.
A raíz de lo sucedido con mi prima, escogí hacerle la crónica a la religión musulmana. Busqué en Internet las mezquitas -lugar de culto para las personas que siguen la religión musulmana- presentes en Barranquilla y la primera que encontré fue la mezquita ubicada en la carrera 50 con 87 justo atrás del colegio Liceo de Cervantes. En la pagina web me apareció un número con el nombre de Mohamed Issa García y lo llamé.
-Es importante que lleves ropa holgada y cubierta, tienes que estar puntual a las 12:30 el viernes para el rezo- me dijo Mohamed Issa con su acento argentino, el cual me pareció extraño debido a que me esperaba que tuviera acento árabe.
Exactamente a las 12:00 del día, salí de mi casa con un pantalón holgado, una camisa de jean manga larga y me dirigí hacia la mezquita, una casa muy grande con detalles en dorado y una cúpula en toda la mitad del techo que, a diferencia de otras mezquitas, esta era muy sencilla ya que la mayoría de estos lugares en el mundo son ostentosos, tienen muchos detalles y colores predominantes como el dorado, el café y blanco.
Pero lo que más me llamó la atención fue que estaba situada al lado de la congregación de los Testigos de Jehová, con quienes los musulmanes han tenido algunos roces por temas de intolerancia. La población musulmana en el mundo es de gran cantidad debido a que hay 1.600 millones de personas en este que siguen la religión del Islam. En Barranquilla, se estima que hay un gran número de árabes pero son pocos quienes practican esta religión. Por otro lado, el Corán sostiene que la educación tanto en mujeres como hombres es igualitaria sin embargo, no se les da derecho a las mujeres para mostrar las piernas y los pechos.
Con mucha curiosidad y expectativa me dirigí hacia dicha puerta. La entrada era además de oscura, angosta, y al llegar había un espacio donde las mujeres se lavaban los pies, se cambiaban si era necesario y dejaban sus zapatos.
Yo no sabía qué hacer, era un mo-mento un poco incómodo para mí porque jamás había estado en esa posición, sin embargo, mi momento de incomodidad se acabó cuando apareció Adriana, una musulmana de unos treinta y pico de anos, cubierta por un vestido negro desde los pies hasta el cuello y con un ‘hijab’ elemento que se ponen las mujeres para que no se les vea el cabello.
Ella me habló y me preguntó si iba a rezar, le dije que era estudiante de comunicación social de la Universidad del Norte y necesitaba hacer una crónica de ambiente acerca de la religión musulmana. Me entregó un par de sábanas- que al principio eso me parecían- pero en realidad era para taparse el pelo y una falda para cubrirme los pies. Mientras me iba cambiando para entrar al rezo, las mujeres iban llegando con sus hijos.
– Salam Aleikum!- decían apenas entraban y significa ‘’La paz sea contigo’’.
Adriana abrió la puerta y al yo ver el espacio donde rezaban me sorprendí mucho debido a que como creyente de la religión católica, uno está acostumbrado a ver sillas por donde quiera y en el centro el altar con la cruz donde murió Jesús. Dicho espacio era tan pequeño pero al mismo tiempo acogedor, la forma de la habitación era rectangular, tenía las paredes blancas y unos cuantos cuadros colgados en la pared con letras árabes. También tenía libros escritos en ese idioma y había una especie de caja para depositar dinero y ayudar a los necesitados así como en la iglesia católica. Sin embargo, en esa habitación no había ningún altar salvo unas cortinas blancas que tapaban el sol ni tampoco habían sillas, las que iban a rezar les tocaba sentarse en el suelo cubierto con un tapete rojo.
Ya sentada, empecé a observar a mi alrededor, mamás musulmanas con sus hijos pe-queños, muchas de ellas estaban vestidas de negro con medias veladas, otras con me-dias para cubrir sus pies, los rasgos de las caras de algunas de ellas eran un poco toscas, narices grandes y de contextura gruesa, mientras que otras tenían unas facciones más delicadas, ojos claros y grandes. Sus hijos jugaban en ese mismo espacio angosto mientras que ellas rezaban. Dentro de la habitación había un parlante blanco colgado en la pared donde se escuchaba la voz en árabe de un ser masculino.
Después de unos 30 minutos logré entender lo que decía por la traducción al español e identifiqué que era una voz conocida, pues era el señor Issa quien estaba detrás del micrófono:
’Un hipócrita cuando habla miente, cuando promete no cumple y cuando se le confía algo, traiciona’’ – dijo mientras iba leyendo algunas partes del Corán, la Biblia del Islam.
Mientras se escuchaba por el parlante lo que decía el senor Issa, todas estábamos tratando de prestar atención y digo prestando, porque se hacía complicado estar ahí 100% atentos al rezo, debido a los ninos que con sus juegos, llantos y movimientos nos distraían.
Muchas de esas mujeres presentes en el rezo, estaban cubiertas con unas batas que llegaban hasta los pies, algunas de ellas más finas que otras por la cantidad de piedras que adornaban el vestido. Una señora en especial de ojos verdes y piel morena, me recordó a la película Sex and The City 2, un filme un poco controversial donde el sexo y el escote es mal visto en Abu Dhabi, lugar donde van cuatro señoras fashionistas y americanas donde una de ellas, Samantha se mete en problemas por tener relaciones sexuales en un lugar público, entonces ellas se imaginan lo que tienen que afrontar las mujeres musulmanas por no poder mostrar su cuerpo y a la vez su ropa y accesorios. Pero al entrar a la casa de una de ellas, se dan cuenta que las musulmanas tienen un gran estilo al vestirse de marcas como Chanel, Dior, Prada, etc. Dicha señora que estaba en el rezo, llevaba un bolso Prada y por tan solo verlo se notaba que era original.
Las mujeres presentes en el rezo en su mayoría pasaban de los 25 años. Sin embargo, había una niña de unos 10-12 años que también estaba tapada de pies a cabeza y al llegar, lo primero que hizo fue rezar haciendo posiciones como juntar sus pies y arrodillarse por completo con las manos apoyadas en el suelo. Después llegó una mujer que jamás había visto. Tenía una vestimenta que cubría todo su cuerpo excepto sus ojos.
Esta forma de vestir es a lo que se le llama como ‘’burka’’ que en tiempos pasados, mucho antes de existir el Corán, las personas usaban en los desiertos para protegerse de los fuertes vientos. Sin embargo, hoy en día usar el burka es controversial en Europa porque esta prenda es considerada como símbolo de la opresión de la mujer.
El rezo estaba llegando a su fin, luego de haber estado mucho tiempo sentadas, las mujeres se levantaron y se pusieron en filas horizontales de a tres personas y luego hacían las mismas posiciones que hizo la niña de 10 años. Yo por supuesto, me levanté pero no hice aquel ritual y vi que otra mujer estaba también de pie, por lo que se me hizo extraño y le pregunté en voz baja.
-Disculpa, ¿por qué no haces lo mismo que ellas?
-Porque yo soy nueva musulmana y no me sé todavía eso, por lo tanto no puedo hacerlo – me dijo-
Al terminar el rezo, Adriana muy amablemente se me acercó, le di las gracias por haber-me atendido y ella me dio un abrazo y me dijo que esperaba verme en una conferencia del Islam en el hotel Dann Carlton el 14 de Mayo a las 2:00 de la tarde.
@marcelaguzman11