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Damasco, traducida al inglés como Damascus, conocida en Siria como ash-Sham, apodada como la ciudad del Jazmín, es la capital de Siria. Posee una historia de más de 4.000 años, ya que es una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo, destacada por ser un lugar lleno de cultura.

Por Laura Reales

En esta ocasión les hablo de Damascus, un restaurante ubicado en el barrio Paraíso, de la ciudad de Barranquilla.

Tonny, como le dicen su amigos, es un árabe que llegó a Barranquilla, se enamoró de su colorida cultura y decidió intercambiarnos un poco de la suya. Toda la vida yo había querido montar un restaurante y ahora que regresamos de El Líbano fui el primero que lo hizo. Gracias a Dios todo va muy bien”, dice mientras se acerca un cigarrillo a su boca.

 


La gastronomía árabe es una combinación de diversas culturas. Aquí se incorpora la
cocina Libanesa, la Magrebí y las especias típicas de India e Irán, y todo ello gracias al comercio y las relaciones entre los países árabes y sus regiones.

Elementos comunes de esta son la carne de cordero, yogurt, menta, tomillo, te de sésamo, curry en polvo, azafrán, cúrcuma, ajo, canela, arroz y pescado (en las zonas costeras), entre otros.

La mayoría de las personas conocemos el plato mixto árabe, que es uno de los más pedidos en este restaurante, además de la carne y el pollo asado. Este plato es una degustación de sabores inexplicables en palabras.


Mientras espero ansiosa el poder probarlo por primera vez, agarro un pedazo de pan árabe, lo unto de tahine y me lo como a la expectativa de que el plato mixto árabe sea todo lo que prometen que es.

Pero diez minutos después de que me trajeran el Tahine, llegó el plato fuerte. A primera vista me arrepentí: yo no podía con tanta comida, pero ya era el momento de probarlo.

El plato traía kibbe, tabbuleh, tahine, yabrak, arroz de almendras y otras cosas deliciosas que no recuerdo muy bien su nombre. Sinceramente suelo ser una persona de arriesgarme con la comida y siempre trato de ir “a lo seguro”, porque considero que siempre hay gran probabilidad de que no me guste lo que ordeno.

Pero no me arrepentí. La fusión de sabores, el leve picante que se sentía cada vez que tragaba el kibbe… todo fue la combinación perfecta para que me enamorara completamente de ese plato, tanto así que decidí pedir uno para llevarle a mis papás.

“Bastante gratificante. La verdad es que es de bastante compromiso pero la verdad es que en tan poco tiempo el restaurante ha tenido una gran acogida, y eso para nosotros ha sido lo máximo”, menciona Claudia mientras su esposo, Tonny, la mira fijamente con un brillo particular en sus ojos. Y ella, entre risas, exalta: “yo no sabia cocinar nada árabe, él me enseñó. Lo que hace el amor…”.

Este es un restaurante familiar, como lo llama Tonny. Es un espacio de encuentro con la cultura árabe y con sus miles de sabores y especies características. Un lugar donde el paladar de cada persona que entra se desconecta de su tierra y viaja al lugar al que él, entre su sus visitantes, llama “el paraíso de los sabores”.

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