Foto: Uninorteco
Aún se mantiene fresco en mi memoria ese primer día. Las primiparadas, las equivocaciones, las metidas de pata. Sin duda, 4 años después, puedo reirme de eso con palpable nostalgia.
Me acuerdo que sudaba mucho. Miraba con dirección hacia los árboles como si éstos pudieran hablarme al oído y decirme exactamente dónde quedaba el Bloque C. A la par, observaba cómo los segundos disminuían a máxima velocidad en la larga pantalla de mi celular.
Mi tiempo se agotaba, debía llegar a la clase si no quería empezar mi carrera universitaria con una falla en la asistencia general. Recuerdo estar emocionada por empezar a estudiar—por fin—lo que quería.
Nada de esas materias que sólo, pensaba, servían para ocasionarme un fuerte dolor de cabeza.
Pero la vida enseña, y sus lecciones no siempre son fáciles. Aquel día, bajo el fogaje barranquillero, le dije “si quiero” a la locura de mi vida sin saber que también en medio de todo lo bueno, también habrían algunas cosas no tan positivas.
Mientras pensaba en el asunto, me detenía en las caras de los atareados estudiantes de la Universidad del Norte y me pregunté: ¿será que recuerdan su primer día? ¿sentirán nostalgia al ver que otro semestre empieza o están tan hastiados de estar en la institución que no ven la hora de acabar su carrera? ¿o en su defecto lo estarán viviendo hoy?
Así como Brenda Gallego, estudiante de primer semestre de Administración de Empresas quien hoy oficialmente comenzó su carrera universitaria.
“Hoy es mi primer día”, comentó con notoria alegría, “me ha parecido que la universidad brinda muchos espacios para desarrollarte”.
Sin embargo, no todo ha sido como miel sobre hojuelas para la joven, pues ya tuvo su primera primiparada, pues cuenta que en su segunda clase llegó tarde al salón porque se perdió. Al dar con el salón correcto, el instructor ya se encontraba dando indicaciones por lo que la joven interrumpió la charla.
Pese al momento vergonzoso, Gallego asegura que le ha ido muy bien y que se encuentra feliz de estar en la universidad.