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Por: Douglas Badel

Carlos Castaño Uribe, antropólogo de la Universidad de los Andes, habla de su trabajo en la Serranía Del Chiribiquete, la reserva de bosque tropical más grande del mundo.

Para Castaño Uribe era imposible imaginar que un lugar majestuoso como la Serranía Del Chiribiquete estuviera escondido. Entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, justo en el corazón del Amazonas, está lo que hoy es conocido por la comunidad científica como uno de los hallazgos más importantes de Colombia en la historia reciente.  

En 1986 el antropólogo de la Universidad de los Andes, en ese momento director de Parques Nacionales,  realizó un “maravilloso sobrevuelo” que cambió su vida, y además el cómo conocemos la historia de todo el neotrópico (De México a Argentina). Las expediciones comenzaron dos años después (1989) con el nombramiento de la Serranía del Chiribiquete como Parque Natural.

En una aeronave, él y un piloto de Parques Nacionales, quedaron atrapados en una fuerte tormenta. “Destino o no, nos desviamos hacia el sur casi por una hora, y al salir de las nubes grises estaban los tepuyes, elevaciones rocosas gigantes.  No estaban en la cartografía, en ningún mapa”. Para ser más exactos, la altura máxima de Chiribiquete es de 840 metros. La altura de, aproximadamente, 18 monumentos de la Ventana del Mundo, uno encima de otro.

Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

Con el descubrimiento de la serranía llegó el silencio de la comunidad científica enterada. Un “pacto de silencio” producto del temor de un mal manejo de los recursos naturales. “Un lugar tan maravilloso no va a ser destruido como muchos otros en nuestro país”.  Castaño y su grupo de trabajo estaban de acuerdo con que Colombia no podía proteger el lugar. Entonces decidieron demostrar, por medio de investigaciones, el valor cultural y natural que serviría de argumento para su protección.

Las primeras expediciones afirmaron lo innegable: no hay un lugar en el continente con las condiciones naturales y culturales de Chiribiquete. Encontraron más de 75.000 pinturas rupestres, “representaciones que van desde hace 9.500 a.c. hasta finales del siglo XVI, luego de la llegada de los españoles a América”. Se trata de, explica Castaño, “arquetipos que evidencian el valor místico y ancestral del Chiribiquete. Patrones que pueden identificarse en diferentes regiones habitadas por comunidades indígenas a lo largo del continente”.  

El arte rupestre encontrado en las cuevas y paredes de las mesetas demostró que los pueblos indígenas tenían una relación significativa con los animales del entorno. Una de las representaciones encontradas con más frecuencia fue la del jaguar. No es casualidad,“este es el sitio donde hay más jaguares en el continente”.

Para los tucanos, pueblo indígena que habita a los alrededores de la Serranía, el jaguar representa el intermedio entre los dos dioses creadores: el Sol y la Luna. Lo que para la mitología griega es la constelación de Orión, para los tucanos es la constelación del Jaguar. Gracias a la ubicación de Chiribiquete, que está justo en la mitad de la línea ecuatorial, en “el centro del mundo”, se puede ver siempre el jaguar en el cielo amazónico. Este animal, en el pensamiento indígena, es el padre de los demás animales. Significa fuerza, valentía para la guerra y la presencia constante de los dioses creadores.

La constelación de Orión. Crédito: Constelaciones.info

“El jaguar en su lomo es amarillo, como el sol, y blanco en su cuerpo como la luna”. Los tucanos, y otros pueblos indígenas como los carijonas, se denominaban “hombres jaguares” y además “guardianes de Chiribiquete”.

Los carijonas llegaron desde el Océano Atlántico, de las Antillas hasta la selva amazónica de Colombia y Venezuela, donde se establecieron hasta la llegada de los españoles. Como guardianes de la Serranía, los pueblos indígenas han pagado con muerte su resistencia. “Una realidad triste, porque no solo se destruye el medio ambiente, se trata de aniquilar estas culturas ancestrales por intereses económicos”.

Cuando Carlos Castaño sobrevoló el Parque Natural, detalló una cadena de selva tropical frondosa que protegía el Chiribiquete de la civilización. Actualmente solo puede verse desde el aire cientos de hectáreas deforestadas.

Según cifras del Ideam, Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, cada hora se deforestan 20 hectáreas. El equivalente a 50 estadios de fútbol profesional.

“Hay grandes capitales, y grandes capitalistas detrás de todo esto. Incentivan a los campesinos de la región a realizar quemas, luego sembrar y extraer coca, y por último, cuando la tierra ya está infértil, la ganadería extensiva se toma la tierra de estas culturas ancestrales”.

Con la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC-EP, extinta guerrilla convertida en partido político, “estos grandes capitalistas están buscando colonizar la tierra del jaguar, y eso debemos evitarlo”.

La Serranía del Chiribiquete estuvo escondida por mucho tiempo. Ahora “que tenemos pruebas suficientes para decirle a Colombia y al mundo que este es un lugar sagrado, lo contamos. Lo hacemos para protegerlo”.

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