El de ayer en Ibagué fue un juego de técnicos, de estrategias…
Con una sincronía como la del Junior, es muy complicado jugar si no se plantea una contra que interrumpa los circuitos. Por eso el primer tiempo contra el Deportes Tolima fue como fue. Ese toque inmisericorde abruma, genera mayores posibilidades, hasta de fallas como la que produjo el primer gol de Junior, fallas que abren espacios, que permiten el pases filtrados. Fallas que abren el panorama a la genialidad.
El balón pasó entre las defensores “pijaos” y Daniel Moreno quedó frente al arquero Alvaro Moreno, quién en la maniobra de desvío, derribó al tiburón. Cobró Luis Narváez la pena máxima y gol. No fueron más anotaciones en ese primer tiempo porque para eso están los defensores y el arquero: para tratar de evitarlos.
Y se notó la mano del técnico Pijao, Alberto Gamero. De una, para el segundo tiempo, sin dar esperas a ver qué pasa, mandó al campo a Jaminton Campaz y Alex Castro, pues los dos inicialistas, Yeison Gordillo y Omar Albornoz, andaban en otro cuento y no eran los que estaban para ocasionar el corto circuito entre los genios del Junior. Por eso, el recién llegado chileno, Matías Fernández, había hecho de las suyas en los primeros 45 minutos.
Pero con las dos variantes, Tolima funcionó mejor, y por contagio se entusiasmó todo el equipo. Mostró lo mejor de sus dos armas para hacer daño (Gamero lo sabe y lo practica): el pase filtrado entre los centrales; y el cabezazo con centro al punto penal. Junior estaba descompuesto: minuto 9, el bendito pase filtrado, desconcertante, desconcentrador…Luis González gira, de izquierda y a la base del palo izquierdo: Viera se estiró, pero le faltaron unos 10 centímetros a su brazo.
Y vino el segundo momento de Luis Fernando Suárez, el timonel rojiblanco: ya Matías había perdido furor, y lo sacó por James Sánchez, de mayor presencia en la media cancha. Unos minutos antes, Luis Díaz retomó su puesto de la banda izquierda hacia adelante en reemplazo de Freddy Hinestroza. Un poco más de control, gente fresca, menos libertades para el Tolima.
Más parejo el asunto y una genialidad del flaco Víctor Cantillo que entre centrales, en imitación de su rival, le puso la bola a Luis Carlos Ruiz, quien no solo le ganó el pique al defensor que trataba de derribarlo con la respiración, sino que la puso adentro. Su pie izquierdo también le sirve para anotar cuando se le obliga: Ese 2 a 1 fue el definitivo.
Meter al defensor Deivy Balanta, el minuto 38 de esa segunda parte, fue un cambio doble, como si hubiera metido a dos hombres. Porque Luis Narváez subió al medio campo -de donde había salido prestado por lesiones de colegas de retaguardia-, y se unió con el resto de obreros. Y Balanta es un poco más alto. Por lo menos dificultó cualquier pretensión de ganar centros peligrosos.
Y Suárez le ganó a Gamero una vez más…
Foto: Club Junior FC