Por: Valeria Butrón Valdés
Esta familia barranquillera tiene como pilar fundamental la cumbia y la exaltación de la cultura carnavalera que salvaguardan año tras año.
La vida de Eric Toloza y Gladys Santander está llena de colores, alegría y baile. Quienes conozcan a los “Tolosant”, como ellos mismos se hacen llamar, saben que son el mismo carnaval de Barranquilla. En pocas palabras, a donde quiera que vayan lo anuncian: “Somos Barranquilleros”.
Al sonar de los tambores y una flauta de millo, con pasos finos y expresiones elegantes, esta pareja de cumbiamberos exalta el sentir de una cultura, ya sea brindando un espectáculo de baile en cada fiesta que van o recibiendo a las personas que lleguen a su propio centro cultural, su casa.
El Comienzo
Fue por el hermano de Gladys que todo comenzó. Este se casó con una prima de Eric y así fue como, desde el matrimonio de estos, empezarían a bailar para toda la vida. En cada reunión familiar, el chico deportista, formal, vestido con ropa importada, sacaba a bailar a la hippie, de mini faldas y cintillos.
Más tarde, a la edad de 17 años cuando ya cada uno ingresaría a la Universidad, y después de molestarlos tanto por su evidente conexión, salieron por primera vez en serio. Eric, cautivado por la sencillez y nobleza de Gladys, se trazó la meta de tener una relación con ella y les decía a sus amigos “Gladys va a ser mi novia y mi esposa”.
Y como se hace en la cumbia, logró conquistarla y empezó a guiarla con su sombrero vueltiao por el camino de la vida.
Años después, ese camino conduciría a esta joven pareja a lo que hoy han formado como hogar, aquel que consolidaría los valores culturales aprendidos a través de la cumbia que hoy en día es parte fundamental para cada uno de sus miembros.
Sus hijos, Erika y Eric Gabriel llevan la misma vena artística y el sentido de pertenencia que les han inculcado sus padres. En cada actividad que realizan, irradian alegría, folclor y les es fácil desenvolverse y relacionarse con los demás, sin importar su edad.
Desde pequeños han estado involucrados en el carnaval por su propia decisión. Erika, desde sus primeros grados en el colegio, era la reina y todos los géneros de danzas del Carnaval la apasionan. Por su parte Eric Gabriel, con su oído musical, toca con vehemencia los instrumentos de percusión que le coloquen al frente. Y, como si fuera poco, a sus 11 años fue el rey infantil del carnaval de la 44.
Todos 4 bailan con ímpetu y tan solo al escuchar una flauta de millo, se miran entre sí como si eso fuera, efectivamente, su conexión familiar.
Nos llamamos Cumbia
En sus corazones, cada latido marca los golpes del tambor Alegre. Al son del millo, sus caderas se mueven. Y sus ojos, mirando fijamente los del otro, expresan un sentimiento llamado Cumbia, mientras un “te amo” es pronunciado como “¡güepajé!”.
La cumbia es un ritual de cortejo en el que el hombre busca conquistar a la mujer con pasos minuciosos y admiración respetuosa, mientras ella se hace la difícil y lo mira por encima de su hombro, hasta que este lo consigue y como símbolo de esa aceptación le entrega su vela.
La cumbia, más que una danza, ha sido su forma de libertad, su desahogo, su amor y su unión. Después de casados, a Eric no se le salía la idea de la mente, de querer hacer parte del carnaval. No sería cualquier danza la que bailarían. Este ya estaba decidido que sería en una cumbiamba. “Siempre me incliné por la cumbia, por su elegancia, por ser un baile de comunicación”, menciona.
En su búsqueda, se encontraron con “Gallo Giro”, cumbiamba en la que hicieron la audición y, a pesar de no tener la técnica suficiente, lograron pasar. Esa conexión entre ambos fue suficiente para cautivar a quienes tomaban la decisión.
Como dice Gladys: “nosotros siempre hemos bailado para la gente. Nunca lo hemos hecho solo para los dos, sino para hacer un espectáculo”.
La primera vez que bailaron en el carnaval, en un desfile en Santo Tomás, fue especial. Se encontraban con conocidos, bailaban sin parar, y no importaba cuán largo hubiese sido el trayecto, no lo sintieron. No es lo mismo ser espectador que estar dentro del desfile. Como dice el lema, “¡Quien lo vive es quien lo goza!”, y ellos lo viven y lo gozan cada año desde ese entonces.
Después de “Gallo Giro”, llegó “Cumbión Ñero”. En el 2012, Eric hacía un curso de gestión cultural y ahí conoció a la directora de esta cumbiamba, quien le pediría ayuda para que su grupo avanzara del estancamiento en el que estaba. Y así fue, con la pasión que le colocan a cada actividad que realizan, lograron ganarse un Congo de Oro después de varios años sin que esta cumbiamba lo obtuviera.
En el 2011, Eric, jugando basquetbol se había roto el tendón de Aquiles y su médico le dijo que no podía bailar ese año. Pero por fortuna de la familia, su carnaval está en todos lados y fue entonces cuando le propusieron que su hijo fuera rey infantil. Eric Gabriel aceptó y los Toloza Santander se dedicaron ese año plenamente al reinado de su hijo.
Pero aquí no termina su travesía. Como una familia dinámica y dispuesta a cada nueva aventura, llegaron a la que hoy sería su gran familia.
“La Guapachosa”
La cualidad de liderazgo y el amor por la cultura eran evidentes. Seguramente en eso se basaría el Señor Francisco Peñate, fundador de la cumbiamba “La Guapachosa” para designar a Eric como su nuevo director desde el año 2014. Eric ya tenía prevista la idea de abrir una cumbiamba, pero le pareció mejor la idea de aceptar ese cargo en esta que ya estaba formada.
Ahora toda la familia desayuna, almuerza y cena la cumbiamba, hablan de la cumbiamba y en su rutina diaria, no importa que no sea carnaval, ahí está La Guapachosa.
Si es necesario llamar la atención o regañarlos, lo hace, con tal de que cada miembro de la familia Guapachosa sea un ser íntegro y bondadoso. Eric, como director, está al tanto de todos los aspectos de la vida de sus cumbiamberos los 365 días del año, incluso por las redes sociales.
“Uno no debe ser cumbiambero solo los 4 días, debe serlo los 365. Y aquí no se buscan bailarines, se busca calidad de personas. El que sepan bailar, es el último requisito”, manifiesta Eric.
En los precarnavales, la familia solía bailar en la guacherna, hasta que, en su primer desfile de noche con La Guapachosa, en el año 2014, a tan solo pocos minutos de comenzar y que arrancaba por la calle 76 con carrera 44, un hombre ingresó al desfile volándose la baranda que separaba al público de los artistas, mientras otro se dirigía a dispararle en la misma dirección donde estaba ubicada la cumbiamba.
Sonaron dos tiros y fue en ese momento cuando la gente se alteró y comenzó a correr en desorden. Ese día los más expuestos eran los pequeños, puesto que estos se ubican siempre en la parte de adelante. Todos salieron inmediatamente del desfile y desde ese año no bailan más en la guacherna.
Después de carnavales todo se reinicia y es volver a conseguir los detalles de los vestidos, las mochilas, los tocados, presentarse en otros espacios culturales de todo el país y así por el resto del año. Todo esto, para que, en su apogeo de 4 días, lo sientan como si hubiese sido 1.
Los “Tolosant” y su carnaval
Los Toloza Santander o Los “Tolosant”, como surgió de la creatividad de Eric al combinar sus apellidos, siguen en carnavales después de los 4 días establecidos. Como dice Eric Gabriel, “el carnaval no son los 4 días, nosotros vivimos un precarnaval, un carnaval y un postcarnaval”.
Haciendo un recorrido por su casa, siempre se verán guindados los cuadros con Congos en su comedor, en el descanso de las escaleras una gran pintura con cumbiamberos, en el garaje, sus pendones y artesanías, y en la cocina, el gran mural en el que una marimonda, un son de negro, una negrita puloy y una pareja de cumbiamberos de La Guapachosa comen butifarra.
Pero eso no es todo, particularmente este 2019 su camioneta sale por el garaje a través de una gran boca roja de son de negro. Así son ellos, eso es lo que los representa.
A través de la cumbia y el carnaval, han adoptado la disciplina y organización que hoy en día les permite lograr cada una de sus metas, pero, sobre todo, los ha unido como familia, no importan los altibajos, las diferencias que tengan, siempre están el uno para el otro. A pesar de que en su cotidianidad todos hacen cosas distintas, tienen trabajos y estudios diferentes, al llegar a casa se sientan en las hamacas del patio para escuchar música y hablar sobre el carnaval.
Para Erika, los valores que les ha dejado la cumbia son: “El amor y la pasión, si tú no amas lo que haces, no va a salir bien, nosotros somos muy apasionados. La disciplina, eso nos ha ayudado a lograr todo lo que nos proponemos. La responsabilidad, al pertenecer a un grupo, debes responder por tu función. Y la alegría, si no hubiese alegría la vida sería muy aburrida y apagada”.
El carnaval de los Tolosant continúa, año tras año, día tras día, con la misma pasión y alegría desde que comenzaron. Antes de la presentación, se reúnen en la sede de la cumbiamba en el barrio El Carmen, se montan al bus con los demás cumbiamberos y emprenden el viaje hacia un nuevo destino en donde bailar, pero siempre con una sonrisa para regalar.