Por Angélica María Amaya
Son las diez de la mañana del domingo cuando uno de los 58 bus de la empresa Costa Azul iniciaba su ruta. La pequeña buseta azul de placa SZM-478 es conducida por el señor Álvaro Navas que, a su vez estaba acompañado por Duvan Cristo, un joven cobrador.
A las 10:10 a.m. el bus sale del control a recoger pasajeros por Puerto Colombia. En el camino se sube un joven, luego una señora y así poco a poco se van llenando. A las 10:17 llegan a la plaza, donde se suben un señor y dos parejas con cuatro niñas. Antes de salir de Puerto Colombia lo abordan unas cuantas personas más, y así, con 15 pasajeros empieza el viaje a Barranquilla por la autopista.
Álvaro Navas nació en Barranquilla en el barrio Las Palmas. Desde el inicio de su vida ha estado relacionado con los buses, ya que su padre tenía tres. A los 16 años trabajó en una tipografía y fue ahí donde aprendió a manejar haciendo las entregas.
En su primera vez conduciendo le pido al vigilante de la empresa que saque el carro y luego a paso lento y yendo de lado a lado logro llegar al aeropuerto.
Rápidamente el bus va avanzando, el señor Álvaro está trabajando en su día libre, así que espera que este sea un buen viaje para ir a su casa a verse el partido de Real Madrid. Pero ha comenzado a llover y en la Universidad de Atlántico se baja el primer pasajero: un hombre joven alto y moreno.
Duvan, de 20 años, le indica a Álvaro cuándo y dónde detenerse mientras cobra el pasaje. El valor del mismo de Puerto a Barranquilla es de 2.500 pesos, y este es uno de los problemas que tienen los cobradores, ya que algunas personas no quieren pagar la tarifa indicada y llegan a ser agresivos con el cobrador.
Cuando el bus pasa el puente de la Circunvalar deja de llover pero el cielo sigue gris. Duván es un cobrador suplente, la mayoría del tiempo trabaja en los restaurantes del muelle de Puerto y de lunes a viernes estudia cocina en el INCA. Su meta es convertirse en un chef profesional y tener su propia cadena de restaurantes.
El día está tranquilo, las calles de Barranquilla están despejadas, lo que para los pasajeros es agradable ya que llegarán rápido a su destino, pero para el señor Álvaro y Duván esto no es muy positivo, ya que no recogerán muchos pasajeros.
En un día normal (de lunes a sábado) ellos recogen entre 150 y 200 pasajeros diarios; el bus puede llevar 28 pasajeros sentados y 50 de pie, cifra que hace que a veces los conductores compitan entre sí por los usuarios. La competencia del señor Álvaro son los mismos buses de la empresa y los buses amarillos de Expreso Colombia. En el camino hay moscas, personas encargadas que avisan por vía telefónica quienes están adelante, y es así como el conductor recibe la información y decide si competir o no. Es más como un juego de estrategia: hay que evaluar cuantas posibilidades hay de ganar. Las moscas se ganan entre 2 mil y 3 mil pesos por viaje.
Al pasar por la calle 84, el señor Álvaro recuerda aquella vez que el semáforo acababa de cambiar a rojo y pisó el freno pero el bus no se detuvo. Así que el continuó avanzando, maniobró el volante para no chocar y pasó entre dos autos sin rosarlos. Ese día, de seguro, los pasajeros le habrían hecho un monumento por la hazaña. Pero hay otros donde los pasajeros son poco compresivos, gritan y ofenden a los conductores por ir muy rápido, por no detenerse enseguida, por no avanzar cuando al semáforo le faltan unos segundos para pasar verde. La razón por la que muchas veces los buses van rápido es para no quedar, como ellos le llaman, ‘degollados’: los conductores trabajan con tiempo y cuando un bus se pasa un minuto, en el siguiente viaje los mandan a dormir varias horas, perdiendo uno o varios de los cinco viajes que pueden hacer en el día.
Normalmente la jornada laborar de un conductor de Costa Azul empieza a las 3:30 a.m. y finaliza a las 10:00 p.m., dependido del turno. A ello el señor Álvaro le llama tener un horario de 24 horas, donde a veces ni siquiera tienen tiempo para comer. Pero él sigue trabajando en la empresa porque dice que gana bastante, pues un conductor de Costa Azul puede ganar entre 80 mil pesos en día ‘malo’ y 200 mil pesos un día ‘bueno’.
La tarifa del cobrador es de 30 mil pesos, pero el conductor puede darle más., pues todo depende de cómo sea el día.
Por otro lado, los conductores clasifican a los pasajeros según el pasaje que paguen. Los ‘pasajeros’ son los que pagan 2.500 pesos y casi siempre vienen desde Puerto; y a los otros que recogen en el camino, le llaman la ‘barba’, y son los que pagan 1.500.
Los conductores descansan un día cada 15 días y tienen sus vacaciones programadas, pero a Álvaro no le gusta vacacionar, porque eso, según él, hace que su bolsillo sufra. Como él mismo dice, “está acostumbrado a trabajar”. Trabajó transportando pollos desde Santa Marta, revendiendo mercancía que compraba en Maicao, fue mecánico de maquinaria pesada, soldador y también sabe manejar carro, moto, bus, camión y hasta avión.
Al pasar por la casa del carnaval se sube otro pasajero: un hombre alto y blanco aparentemente con un trabajo estable. Al fondo del bus hay un señor de avanzada edad que empieza a hablar en voz alta: “Barranquilla siempre está de carnaval ”, pero nadie le presta atención. Luego sube un vendedor de rosquitas y pan de queso, pero nadie le compra; y poco a poco la buseta se acerca al Paseo Bolívar, donde finaliza el recorrido a las 11:15 a.m., cuando el bus se estaciona en la calle 30 con carrera 45, justo en el lugar que acoge a la ‘nevada’ de los buses de Puerto Colombia.