Por: Katherine Gualtero
La fundación de SCADTA fue determinante para el país en la primera mitad del siglo XX. Han pasado 100 años desde que alemanes y colombianos iniciaron la navegación aérea en Colombia.
Cuando faltaban pocos minutos para las 9:30 de la mañana, el martes 19 de marzo, en la entrada del Museo Mapuka de la Universidad del Norte, ya se hacía notar un grupo de personas con trajes de aviación, cuyas camisas blancas y rojas tienen el nombre de su institución bordado: Escuela de Aviación y Turismo Internacional.
Esto sucedía mientras hacían la fila, junto a otras tantas personas quienes querían asistir al conversatorio que se realizó en conmemoración del centenario de la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (SCADTA).
Dentro del museo, ya se encontraban algunos conferencistas, aunque las sillas no alcanzaron para todos los asistentes por lo cual, a pesar de que trajeron más sillas, a algunos les tocó quedarse de pie. Contrario a lo que suele ocurrir en estos casos, estas personas no se quedaron al fondo sino que se amontonaron a los lados del recinto, quizás para esperar por una silla o para estar más cerca de los conferencistas.
Además, estas condiciones generaron un ambiente cálido, acompañado de la luz tenue que allí se usa para darles protagonismo a los vitrales, con sus respectivas figuras arqueológicas.
Ahora bien, el rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel, quien portaba un periódico en la mano, comenzó por decir que pensaba que el periódico ADN también le había hecho un reconocimiento a los 100 años de SCADTA porque en la portada estaba el año 1919, en gran tamaño, y había una referencia de celebración.
Sin embargo, cuando desdobló la página, se dio cuenta de que era sobre Ron Medellín. Enseguida, todos se rieron. Luego, el rector dijo que siguió revisando y en la siguiente página, “no pagada”, se hacía mención de Cátedra Europa.
En este momento, entraron varios familiares de los aviadores alemanes. Mientras tanto, “en una reunión que tuvimos en el Colegio Alemán -continuó- Anita Breiner, hija de un capitán de SCADTA, habló de su padre, quien había pertenecido a esta y luego se fue a Alemania, fue derribado sobre el Canal de la Mancha, capturado por los ingleses, mandado a un campo de prisión en Canadá y, años después, regresó a Barranquilla”.
Entonces, el rector le pasó el micrófono a Carlos Lindemeyer, miembro de la junta directiva de este colegio, quien enfatizó que “todo el desarrollo de SCADTA estuvo unido a la navegación fluvial a través del río, es decir, los aviones llevaban la correspondencia y, a su vez, los barcos tenían el combustible disponible para que los aviones siguieran su ruta”.
Además, resaltó que “el progreso se vio interrumpido por el conflicto mundial, donde el país del norte se preocupó porque en Colombia hubiera una serie de alemanes que estaban empezando a volar los Estados Unidos y quién sabe qué daño pudieran hacer”.
“De ahí, vino toda una serie de eventos que mejor que yo, el capitán Series puede contarnos”, dijo Lindemeyer al cederle la palabra al capitán Billie Series.
“Como contaba el señor rector la historia de Ernesto Breiner, el vínculo de mi padre con SCADTA empieza con él y tres amigos, quienes inician un viaje alrededor del mundo y dura 8 años este viaje. Cuando mi papá llega a Barranquilla ve un avión de SCADTA y, desde ese momento, toma la determinación de volverse piloto”, menciona el capitán.
Continúa diciendo que, de esa manera, su padre regresa a Alemania “y va a una escuela de aviación, en la que el instructor que le asignan, Ernesto Breiner, lo ve y dice -perdonen la palabra- este viejo pendejo qué hace aquí”.
Luego, afirmó el capitán Series que cuando su papá llegó a SCADTA, “las instalaciones, como la mayoría de ustedes saben, están en donde hoy es la Escuela Naval de Barranquilla”. El capitán alegó que “allí mi papá se presentó, pero el señor que lo atendió, le dijo que en ese momento no requerían pilotos, que por favor dejará su e-mail y su Whatsapp -se escucharon risas- que cuando lo necesitaran, lo iban a contactar y, al salir, lo llamaron diciéndole: “Señor Series, vamos a hacer una cosa, lo vamos a contactar de copiloto para que vaya familiarizándose con la geografía colombiana”.
Así, mi papá empezó a volar y, a los 8 días, lo nombraron piloto en el Magdalena. En esa época, la aerofotografía fue una de sus principales funciones” aseveró Series.
También, mencionó que su padre voló mucho en El llano, hasta que, como decía Lindemeyer “estalló la guerra”. Entonces, se cambió el nombre a Francisco González y siguió trabajando en SCADTA, pero su función era la de adecuar los campos de aterrizaje en varios municipios. Mientras tanto, terminada la guerra, su papá entraba ya no a SCADTA, sino lo que ahora es Avianca.
Asimismo, el gobierno le concedió la Cruz de Boyacá por sus servicios y, en menos de un año, la guardia civil le quitó la licencia por ser alemán.
Después, el capitán mencionó que allí se encontraba, el doctor Gustavo, miembro de la Academia Colombiana de la Historia Aérea y le pasó el micrófono.
Entonces, este manifestó que se debe hacer una salvedad, acotando que esta no fue nunca una compañía alemana ni tuvo inversionistas alemanes y nunca envió utilidades allá. El origen es un poco distinto a lo que se ha dicho siempre, pues gracias a una investigación se descubrió que la persona que tuvo la idea de fundar una empresa de aviación en Colombia fue un minero alemán, que vino a comienzos del siglo pasado y que antes de la guerra viajó a Alemania y entró a la caballería, en la que era común que pasaran a la aviación.
Más tarde, encontró a dos pilotos que ya veían venir el fin de la guerra, y en una conversación sobre qué harían después de la guerra, él dijo que “Colombia era un país en el que hacía falta el avión”, por lo que vinieron y con otro caballero y socios colombianos fundaron SCADTA, el 5 de diciembre de 1919”.