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Por: Norma Serna y Sara Ortega

Para disminuir las altas cifras de tiroteos masivos en los recintos educativos en Estados Unidos es necesario reforzar las regulaciones sobre la venta de armas, en lugar de armar a los maestros para que reaccionen frente a una situación de peligro.

En el 2018 sucedieron 307 tiroteos masivos, las cifras más altas en la historia del país.

Casos como el de Marjory Stoneman Douglas High school en Parkland, Florida volvieron a encender la recurrente conversación en el Congreso sobre el porte de armas en las aulas de clase. A partir de la masacre se desataron opiniones polarizadas sobre el tema y pronto el proyecto de ley STOP School Violence fue aceptado por la mayoría de representantes.

Con un presupuesto de $50 millones anuales, STOP propone formar a estudiantes, docentes y agentes de la ley para prevenir la violencia, armando y entrenando a los maestros para actuar en caso de emergencia.

Frente a esta propuesta, las posturas están bien definidas. Por un lado, un estudio de Health Care Reform, en el 2013, concluyó que los estados con la mayor fuerza legislativa en el control de armas tuvieron una tasa general de mortalidad por arma de fuego más baja que aquellos con leyes menos estrictas.

Ejemplos como Australia, demuestran que la aprobación de leyes de armas más estrictas eliminó por completo los tiroteos masivos. El Centro Legal de Giffords para Prevenir la Violencia con Armas expresó que “tener armas no disminuye el riesgo de ser atacado o estar expuesto a una situación violenta, por el contrario, aumenta la probabilidad”.

Está demostrado, a través de una investigación publicada en el New England Journal of Medicine, que vivir en un hogar donde se guardan armas aumenta el riesgo de muerte de una persona por homicidio entre un 40 y un 170%. Lo mismo aplicaría para el entorno académico.

Por otro lado, reconocemos los argumentos de quienes consideran apropiado armar a los profesores. El vicepresidente ejecutivo de la National Rifle Association, Wayne LaPierre aseveró que “la única forma de detener a un tipo malo con una pistola es un tipo bueno con una pistola”, buscando la conveniencia de su asociación que promulga el derecho del porte de armas.

A pesar del aparente heroísmo que LaPierre promulga, las intenciones del NRA no son tan nobles como parecen. Siendo uno de los mayores contribuyentes financieros a las campañas políticas de los miembros del Partido Republicano, invirtiendo más de 6 millones de dólares en lobbying dentro de las esferas más poderosas de legisladores en Washington, la NRA ha logrado durante décadas que no se endurezcan las medidas en cuanto al porte de armas.

Por el contrario, han apoyado proyectos como STOP School Violence, por medio del cual se aseguraría la compra de por lo menos 100,000 armas para dotar a cada profesor en los Estados Unidos, cifra que beneficiaría a accionistas y manufacturadores de armas, miembros comunes del NRA.

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, secundó la propuesta de LaPierre al opinar que “un maestro armado lo habría acribillado antes de que él se enterara de lo que estaba pasando”. Sus comentarios justificando el armamento de profesores podrían deberse a sus cercanas relaciones con importantes figuras del gran negocio que las armas representan en Estados Unidos.

Durante su campaña presidencial visitó al fabricante del rifle semiautomático, Sig Sauer. Esta empresa, siendo el quinto mayor proveedor de armas de fuego en Estados Unidos, fue crucial en la carrera del magnate para la Casa Blanca. Trump además recibió el importante apoyo de la NRA durante su candidatura y es un invitado recurrente en las convenciones de la asociación.

En definitiva, la propuesta del Congreso frente al tema tiene tanto posturas a favor y en contra pero lo que es cierto es que los tiroteos masivos y por ende el número de muertes que estos ocasionan no cesa, de hecho continúa en ascenso.

Los estudiantes de las escuelas y universidades cada vez se sienten más inseguros en las instituciones educativas y darles armas a los maestros no solo no los harán inmunes a los ataques sino que podrán incluso agravar la situación, posibilitando equivocaciones, balas perdidas, y muy posiblemente más heridos.

Si por el contrario, se buscara solucionar la problemática a través del fortalecimiento de las medidas regulatorias de la venta y uso de armas, se obtendrían mejores resultados, sin efectos colaterales negativos.

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