A partir del 2020 al menos el 5% del Presupuesto General de la Nación será dispuesto a la reactivación del sistema ferroviario del país.
El Plan Nacional de Desarrollo dispone la creación de una política pública que ayude a recuperar y a colocar en funcionamiento las vías férreas que ya existen en el país. Pensar en trenes en Colombia hace un par de años podría sonar anacrónico. No entiendo muy bien la razón; sin embargo, parece que nos dimos cuenta de lo vital que puede ser un tren.
La idea de los trenes llegó a Colombia cuando no éramos Colombia, sino República de la Nueva Granada, por allá en 1850. Fue en Panamá. La preocupación principal fue conectar el océano Atlántico y el Pacífico y los principalmente preocupados por hacerlo fueron los gringos. Ellos ya habían conectado su país de este a oeste, y querían más. Pero bueno, Panamá ya no hace parte de Colombia y podemos darle otro punto de partida a esto: Medellín.
Catorce años después, en 1874, en Antioquia tenían una preocupación: conectarse con el río Magdalena. Lo hicieron. Comenzaron en Puerto Berrío a orillas del río y en 1929 los rieles llegaron a Medellín, y con eso la inauguración del Ferrocarril de Antioquia. Sirvió para transportar mercancía y personas.
En Panamá el tren sigue funcionando, incluso ya lo han modernizado y funciona a la par con el Canal de Panamá. Otra fue al historia del tren de Antioquia: los 194 kilómetros de rieles dejaron de operar en 2001, otros documentos señalan que dejó de operar por completo en 2004, pero fue en 2001 que liquidaron la empresa que la operaba.
Además de las locomotoras que cruzaron las tierras montañosas de Antioquia, muchos proyectos se dieron de este tipo en el país. En Cúcuta, por ejemplo, también comenzaron las obras en el mismo año para conectar la capital de Norte de Santander con Puerto Santander, cerca a la frontera con Venezuela.
En 1930 el Ministerio de Obras Públicas anunció que el entonces presidente Miguel Abadía Méndez entregaría 861 kilómetros de vías al cerrar su gobierno ese mismo año. Pero no fue así. Y su sucesor: Enrique Olaya Herrera le daría más prioridad a los automóviles. Olaya Herrera andaba en el segundo carro más vendido por la Ford en esa época: Ford Modelo A 1928.
En 1871 arrancó el proyecto Ferrocarril de Barranquilla. Llegaba hasta Puerto Colombia y en su camino también pasaba por Salgar. El tren dejó de operar en 1941. Mismo año en que España fundó la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles. Acá lo dejamos, allá lo consolidaron.
Cabe aclarar que 1954 se creó la empresa Ferrocarriles Nacionales de Colombia. La idea era tomar todos los proyectos del país y unirlos en una sola red ferrovial. Pero en 1991, 36 años duró, se liquidó por problemas de plata. Se dividió en dos empresas y una de estas le entregó a Fenoco, empresa privada, uno de los tramos que siguen activos. El tren va de Santa Marta a Chiriguaná y transporta carbón. Está en uso actualmente y es de las pocas líneas férreas que son utilizadas de manera productiva en el país.
Los trenes en Colombia tuvieron una aparición temprana si miramos a nuestros vecinos continentales. Pero qué va, las carreteras crecieron más y más rápido. Los carros también ganaron la carrera. Por ahí en 1930 fue que las vías comenzaron a expandirse, y los trenes comenzaron a perder importancia. Para esos años dejó de funcionar, por ejemplo, el de Cúcuta en 1933.
En la actualidad hay mil seiscientos kilómetros ferroviales activos. Inactivos mil setecientos y 189 kilómetros pertenecen a empresas privadas. En total en nuestro país hay 3.500 kilómetros de rieles de los cuales solo se usan 420 de manera comercial. La meta del Plan Nacional de Desarrollo hasta 2022 es tener en uso comercial 1.077 kilómetros. La necesidad sigue siendo la misma que surgió en 1850: conectar territorios.
A los trenes en Colombia le pasó que nunca los usaron todos sus rieles, no les dieron constancia en los diferentes gobiernos, cada cual tuvo sus prioridades. Los trenes se quedaron en cuentos de Gabriel García Márquez y Álvaro Cepeda Samudio. Las estaciones, en lugares viejos que no sirven de nada y se nos olvidó lo conectados que pudimos estar con este sistema de transporte. Me parece insólito que no le hubiéramos dado continuidad.
Qué podría ser más eficiente que un tren cruzando los Andes, asomándose a mares y penetrando la selva para conectarnos. Yo comencé a pensar en trenes cuando comencé a viajar entre Santa Marta, Barranquilla y Cartagena: imaginé muchas veces cómo sería Santa Verónica, Atlántico, Ciénaga en Magdalena y Bayunca, Bolívar, si un tren rápido los conectara con las demás ciudades grandes de la región. Fue utópicamente genial. Y no es preciso que ese sea el resultado del Plan Nacional de Desarrollo —y tal vez hasta sea inviable para un experto en materia técnica—, pero fue bueno imaginar una Colombia conectada. Los trenes no son un recuerdo lejano, son más bien una solución.
Con este nuevo anuncio —tenue anuncio— parece que los trenes comienzan a tomar importancia en la esfera nacional. Ya miramos el pasado y en él fallamos. Es necesario recordar que los tuvimos y los dejamos ir. Tal vez a algunos gremios de transporte no les guste la idea, pero si ya comenzamos a destinar recursos para recuperar el sistema ferroviario, no lo dejemos en el olvido, otra vez.