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Por: Zharick Alvear Quintero

El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una cosa estupenda. Dworkin era un erizo. Pero no de la clase que se puede tener como mascota. Fue como el valiente erizo que es capaz de enfrentarse a las víboras.

El erizo se enfrenta a las víboras

La víbora más grande a la que se enfrentó fue a Herbert Lionel Adolphus Hart, el creador del concepto de la Ley y su maestro en Oxford. Se opuso a su positivismo jurídico que consistía en que la autoridad estaba establecida para poder mejorar la sociedad y con vehemencia demostró, en su libro Los Derechos en serio, que la postura de Hart estaba equivocada y que los principios morales también forman parte de la práctica jurídica.

En el Tribunal de Apelaciones de Nueva York ganó la batalla como el erizo que con su púas se defiende de la víbora. Sus púas son los argumentos. Esa era su arma. Argumentos sólidos y basados en reglas precisas. Guiado por la jerarquía eminente del derecho. Que al igual que un periodista que escribe un artículo de investigación, buscó demostrar hechos y sustentarlos en pruebas irrefutables.

Nace el erizo rubio

Dworkin nació en Providence, Rhode Island, Estados Unidos, el 11 de diciembre de 1931. Fue el segundo entre tres hermanos. Sus padres, David Dworkin y Madeline Talamo, se separaron cuando él tenía 2 años. No tuvo recuerdos de su padre.

De su familia no hay ninguna foto en internet y tampoco se encuentran documentos donde se hable detalladamente de su hogar. Estuvo casado con Betsy Ross quien murió en el 2000. Tuvieron dos hijos, Jennifer y Anthony. El único rostro que tiene fotografía es el de su hija.

Pero podemos hacernos una idea de como es Anthony porque son gemelos.

El enfrentamiento que no intentó ganar

Este erizo tuvo un enfrentamiento que no pudo ganar. Ni siquiera intentó sacar sus púas. En un viaje de trabajo cuando era asistente del juez y jurista Billings Learned Hand, recibió un correo de Betsy.

Le decía que a su regreso debía conseguir un nuevo trabajo o una nueva esposa. Inmediatamente, Ronald dejó su trabajo e ingresó como catedrático en la Universidad de Oxford.

De erizo altricial a más sabio

Sus estudios básicos fueron en su ciudad natal y su grado de bachiller lo cursó becado en Artes (B.A) en Filosofía en el Harvard College de la Harvard University.

Luego, nuevamente becado, pero esta vez como becario Rhodes, estudió el grado de Bachiller en Artes en Filosofía y Teoría del Derecho en el Magdalen College de Oxford University. Finalizó sus estudios de licenciatura en Derecho en Harvard Law School.

Fue un gigante en la filosofía del Derecho y de Política, el Derecho Constitucional y la Teoría General del Derecho. Como buen filósofo tenía una agudeza y curiosidad por los argumentos.

Por eso, su concepción fue considerada como una práctica argumentativa, donde para demostrar algo hay que sustentarlo. En ese punto el abogado se vuelve como el periodista. Un observador imparcial de la realidad. Recolector de datos. Acumulador de información.

Donde ambos deben convencer. El periodista al lector y el abogado al juez.

Por sus aportaciones y contribuciones recibió varias distinciones. Ganó el Premio Internacional de Investigación en Derecho ‘Dr. Héctor Fix-Zamudio” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En el 2007 Puntuación se ganó el premio Holberg por sus innovaciones en el trabajo académico de impacto mundial. En el 2012 recibió el premio Balzan por la teoría y la filosofía del derecho.

El erizo rubio voló

Ronald decía que “el erizo es una imagen antipluralista”  y su imagen también lo fue. Falleció el 14 de febrero del 2013 por Leucemia. Afectuoso. Indolente. Adoraba la compañía, charlar, la buena mesa, la música, navegar y viajar, y se movía cómodamente entre las diversas sociedades de Nueva York.

Visitaba con frecuencia Martha’s Vineyard, Oxford y Londres, lugares en los que tenía casa. La capacidad permanente de diálogo fue un rasgo muy relevante de su personalidad.

Entre los erizos hay una especie infrecuente. Los erizos rubios. Inmunes ante el veneno de la víbora. Indolente, pero tierno. Así fue Ronald Dworkin.

Su muerte dejó un vacío en la Filosofía del Derecho. Pero sus obras siguen siendo grandes contribuciones para las distintas teorías y la imaginación de quien lo lea. Y así como dijo Neruda, “van volando al cielo los erizos”.

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