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Foto: FARC

Resumir la búsqueda de paz en Jesús Santrich es una equivocación desconcertante que ignora por completo los demás esfuerzos en pro de verdad, justicia, reparación y no repetición.

El 8 de junio, Iván Márquez, segundo al mando de las extintas FARC, hizo pública una carta en la que pide “liberación de la paz”, luego de que por fin se solucionara, por ahora, la situación en la que se encuentra Seuxis Hernández, Jesús Santrich.

Con su retórica característica envió un mensaje de esos que los medios titularían como ‘contundente’ o ‘duro’: “Liberado Santrich, hay que proceder con la liberación de la paz”. Pero eso no es todo.

Luciano Marín cayó en el mismo error en el que caen los detractores del Proceso de Paz que él tanto cuestiona: Hablar de paz, o de su ausencia, con base en el caso Santrich. No se puede estar más equivocado.

Márquez acusó a quienes iniciaron y llevaron el proceso contra Hernández de ser “promotores de la lapidación mediática” de él. Lo que no tuvo en cuenta es que ni la DEA ni la Fiscalía son los únicos que pueden acabar con la credibilidad de lo acordado en La Habana. Él mismo puede ser cómplice de lo que tan radicalmente ha criticado.

Y es que no se puede tener autoridad moral para exhortar a la “movilización en masa de la conciencia nacional”, ni mucho menos para pedir defensa de lo pactado, cuando no se ha comparecido ante la JEP luego de reiteradas llamadas. Eso no libera la paz.

El excongresista, además, afirmó que el “montaje” del que —según él— Santrich es víctima “destruye la esperanza de paz de un pueblo”. ¿No la destruye, acaso, que en una misiva anterior el mismo autor asegurara que fue un error dejar las armas?

Pero no todo en el escrito despierta ansias desesperadas por no acatar como se debe una decisión judicial. Un párrafo en él es cierto: “Se puede vencer la mala energía que propagan los enemigos de la paz y la verdad. Hay un sinnúmero de almas buenas desconocidas que desean con todas las fuerzas de su corazón el triunfo de la concordia sobre el odio y la venganza”.

¡Por supuesto! Los congresistas de la FARC que han cumplido a cabalidad con su deber democrático dentro del Capitolio Nacional, soportando los incansables gritos de Carlos Felipe Mejía y Paloma Valencia vencen la mala energía que propagan los enemigos de la paz.

Asimismo, el equipo colombiano de rafting, integrado por excombatientes reintegrados a la vida civil, desea con todas sus fuerzas el triunfo de la concordia.

Los más de 9700 exmiembros de las FARC que han suscrito actas de compromiso para integrarse a la JEP demuestran plena disposición para anteponer la búsqueda de la verdad sobre el odio y la venganza.

Quienes no cumplen con nada de esto y, de hecho, no le aportan nada a la fluidez con la que se debería llevar un compromiso tan grande como la paz, son aquellos que cada tanto se manifiestan por redes sociales sin darle la cara a las víctimas.

Romaña, el Paisa, Walter Mendoza y el mismo Iván Márquez afectan la credibilidad y el buen nombre del partido Farc, así como del Acuerdo mismo. Ellos no liberan la paz.

Y sí, por supuesto que hay trabas desde el Gobierno. Claro que hay numerosos oficialistas que prefieren vendarse los ojos ante los evidentes resultados que deja lo firmado, y pretenden acabar a toda costa con ello.

Claro que están aquellos que pretenden ser jueces y pedirle a la Corte Suprema de Justicia que actúe como ellos quieren en el caso Santrich, y ni siquiera aceptan las irregularidades en el mismo.

En esa línea, de hecho, entra el mismo presidente Iván Duque, quien repite a diestra y siniestra que “Jesús Santrich es un mafioso”, aspirando a que su decisión sea la que avale el alto tribunal, como si la separación de poderes no fuese suficiente.

La falta de presencia del Estado en las Zonas Veredales, donde es evidente la dedicación y el deseo de regresar a la legalidad, tampoco libera la paz. Claramente tampoco la liberan quienes sin piedad han asesinado a más de setecientos líderes sociales y más de ciento treinta excombatientes.

El llamado debe ser para todos los colombianos, aun más que para las instituciones. No es que por la liberación de Santrich ahora se necesite impulsar la implementación de la paz a plenitud, sino que la búsqueda por la terminación de un conflicto debe ser incesante, sin importar cualquier clase de contratiempo.

Finalmente, señor Márquez, hay que liberar la paz, pero usted también la mantiene encadenada. Atrévase a excarcelarla. Defendamos la Paz.

 

@BatmanMamerto

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