Por Sócrates
La fuga de Aida Merlano permite recordar las del activista y político argentino Patricio Kelly, cuyas “espectaculares evasiones” nunca tuvieron nada de espectacular.
La de Merlano, incluso, fue lo bastante torpe y ordinaria como para concluir que fue excelentemente planeada. Como el caso de las de Kelly, esta fue producto de un estudio concienzudo y científico de las torpezas, confianzas, y grado de estupidez en nuestras instancias calificadas –y las intermediarias- para cuidar a un preso.
Y también fue un estudio de qué tan efectivo es el alfiler cuando pincha el más mínimo eslabón para desparramar todo un sistema, o para hacerlo quedar en ridículo relampagueando en varios; y con ello, de paso, proporcionarle una vergüenza más a este país que intenta mostrarle a un vecino cómo se barre bien una casa.
Tres horas en un consultorio del norte de una capital confusa, dispersa, desordenada; un odontólogo que se demora, frente a las perlas de rutina, como si estuviera haciendo un trasplante de corazón; un cordel colorado que cuelga a la vista de ese bogotano universal a quien poco le importa lo que otro hace; un motociclista calmado en medios de las irresponsabilidades; un vigilante preocupado más por el golpe en la nalga que en el procedimiento que lo hizo posible, en fin…Suben de 10 a 50 millones la recompensa por quién dé información que lleve a su recaptura. ¿Es un chiste? ¿Cuánto se gastaron quienes aceitaron la trama de esta evasión? ¿Cuánto dinero soltaron en cada eslabón de la cadena para garantizar silencios? ¿Quién puede ser tan poderoso e interesado?
No debe ser fácil la vida de un evasor a quien se le puede reconocer de rompe como consecuencia de sus reconstrucciones de embellecimiento.
¿Dónde comerá? ¿Dónde dormirá en paz? ¿Dónde puede hacer sus cosas con la confianza de que nadie la tocará?
Toca echar mano de los mismos recursos que Merlano usó y que quizás aprendió de Kelly sin saber que existió jamás: usar la sicología popular, buscar donde se supone que nunca estará.
Por eso no suena tan absurdo que hayan puesto vigilancia en su casa de Barranquilla. La inteligencia de pronto le da para almorzar frente a una estación de Policía.