Por: Nicolas Pacheco Esguerra
El carnaval de Barranquilla no solo se vivió en la Vía 40, se vivió en otras partes de la ciudad donde se pudo sentir la euforia y la recocha de los barranquilleros en otras zonas de la ciudad.
El día sábado se presenció un gran desfile por la carrera 44, por el estadero “La Troja”, donde entre carrozas y disfraces se pudo admirar la belleza y creatividad de los ciudadanos de La Arenosa. Alrededor de la fiesta, había comerciantes que vinieron desde distintas partes, como Ciénaga y hasta de Cartagena. Estos comerciantes sacrificaron horas de sueño para llegar a ese punto, y poder vender a más personas durante el día, ya fuese comida, bebidas, estatuillas o artesanías. Por tal razón, se pararon cerca del lugar del evento, principalmente en la carrera 44, pero también en las calles próximas y aledañas de la ciudad.
El día domingo, hubo otro desfile en el Barrio Olaya, especificamente, en el parque “Napoleón Salcedo Cotes”. En dicho desfile, participaron personas de distintas edades en el evento festivo. Tanto jóvenes como adultos desfilaron con atuendos de distintas procedencias y significados.
A diferencia del anterior, este desfile no se desarrolló en una vía recta, sino en un camino lleno de curvas e intersecciones irregulares, donde había silleteros estacionados en distintas partes de la vía, gente armando carpas alrededor y vendedores tanto de comida como refrescos.
En general, ambos días atrajeron a una gran cantidad de personas de todas las edades, con ideas de disfraces y carrozas, no solo referentes a la festividad, sino también a otros temas, como películas, comics, deportes, actualidad y trajes característicos de otras culturas.
Sin duda, estos carnavales fueron un intercambio de experiencias entre todos, sin lugar a dudas, una verdadera fiesta barranquillera.