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Por: Leidy Navarro

El aislamiento es la cura de unos y el mal de otros. La cura de aquellos que se quedan en casa y evitan el contagio, pero es la perdición de quienes no ven el problema afuera, sino dentro de ellos. Se salvan del coronavirus porque se aíslan se incrementa su ansiedad por la misma causa.

Por la mente de David y Luisa constantemente recorre una preocupación hacia lo desconocido, hacia aquello de lo que no pueden tener certeza. Él, un monteriano  de 21 años de edad y ella, una estudiante de arquitectura. 

Su enfermedad es reconocida como Trastorno de ansiedad y puede afectar su capacidad de trabajo y su productividad. Según cifras de la OMS, hacia 2017 más de 260 millones de personas la padecían.

 Aunque ante una situación como la actual, donde la saturación de información, las fake news el aislamiento y la imposibilidad de continuar nuestra vida de manera habitual, son ya pan de cada día, y que pueden resultar perjudiciales para la salud mental de cualquiera. Estas condiciones afectan de manera especial a aquellos que padecen trastornos como la ansiedad y la depresión, puesto que pueden agravar los síntomas, explica Juan Castilla, psicólogo clínico experto en inteligencia emocional. 

En un país como Colombia, donde según datos del Ministerio de Salud: ¨3 de cada 100 (personas) pueden tener ansiedad diagnosticada, y estas enfermedades podrían aumentar durante periodos de aislamiento como el que actualmente se vive por efecto de la pandemia¨, numerosos son los casos como el de David, quien fue diagnosticado con ansiedad y que manifiesta sentirse agobiado por el confinamiento producto del COVID-19.

El joven estudiante de sociología, acostumbraba a estar rodeado de sus amigos o a dar paseos en soledad para “distraerse”. Una de sus pasiones es el estudio de actividades místicas como la masonería y la astrología. 

-Si quieres luego de esto, me pasas tu fecha y hora de nacimiento y te explico tu signo solar, ascendente y lunar. -dice David.

-¿Tiene que ser la hora exacta? -le respondo.

-Sí, para que la lectura de la carta natal tenga sentido, los datos tienen que ser muy específicos. 

 Luego de haber estudiado varios semestres de una ingeniería, reconoce que lo suyo no era el manejo o la construcción de máquinas, ni la industria científica como tal, sino el análisis de las sociedades humanas y de los fenómenos que en ella ocurren, puesto que considera que tiene mucho más cabida a la interpretación y al cambio.

“No tengo forma de respirar, de ver el mundo (…) si tengo la oportunidad de ir a la tienda, a un Justo y Bueno así sea por un refresco, voy¨ comenta, añadiendo que aún  no termina de familiarizarse con tener que estar el mayor tiempo posible en su lugar de residencia. Se siente fuera de sí, en un sitio en el que lleva algunos meses viviendo y que todavía no considera como suyo.

Al verse obligado a permanecer encerrado con su familia en un apartamento más pequeño del que quisiera donde casi no tiene espacio para caminar, los enseres están uno por encima del otro. Todavía  no hallan un orden adecuado para acomodar todo.

-Vete a la sala, necesito el cuarto para estudiar -le dice David a su hermana.

-Estoy en clase, sal y cierra la puerta, no molestes más que me distraes -le contesta su hermana menor.

David siente que el aislamiento ha influido en que tenga ataques de agresividad, y en que empeoraran sus hábitos alimenticios. Además de ocasionarle crisis donde se cuestiona la existencia y aplicabilidad de la ética en su vida, así como otras cuestiones morales.

 Aunque desde que era muy pequeño ha tenido que cargar con este tipo de pensamientos que pueden llegar a resultarle en algún punto, muy incómodos, considera que definitivamente se han incrementado y le han afectado mucho más por la situación del virus en el país y los efectos que este trae consigo.

Un caso similar atraviesa Luisa, una estudiante universitaria de 18 años de edad y que fue diagnosticada con ansiedad desde que tenía 12. Luisa, con un tono preocupado narra que  ¨He estado en tratamiento desde entonces y hasta ahora todo había estado tranquilo (…) pero por el virus los ataques volvieron e incluso se intensificaron. Siento que ya no estoy rindiendo en mi carrera y me preocupa porque el rector de la universidad dijo que el otro semestre sería igual¨. 

La joven siente que su enfermedad sumada a la coyuntura actual hace que se encuentre muy estresada y no le dedique el esfuerzo requerido a sus asignaturas, debido a que una gran parte de sus pensamientos están dedicados a cómo enfrentar la situación que atraviesa y no a cómo a realizar sus actividades universitarias. Aunque para ella ambas cosas son importantes, sin duda alguna prioriza su salud mental antes que cualquier otra cosa.

 Luego de las primeras semanas permaneciendo todo el día con su familia, las discusiones no se hicieron esperar. El estado de ánimo de Luisa decayó producto del encierro y su bajo rendimiento en la carrera, así que como un efecto dominó, sus problemas terminaron por verse reflejados en la forma en como trata a sus familiares, con quienes nunca ha sido cercana y siente que precisamente, por esa falta de cercanía, no han sabido cómo lidiar con la nueva realidad a la que se enfrentan, que terminó por ser muy incómoda para todos.

Luisa ha llegado al punto de evitar o reducir conscientemente el tiempo que pasa al lado de su familia para ahorrarse conflictos o discusiones innecesarias. Cada minuto que no pase cerca de ellos, se traduce en tranquilidad para la joven. Aunque reconoce que no es el mecanismo más adecuado, es el único que le ha funcionado para tratar de conservar la poca estabilidad que aún le queda.

La joven, además, tiene que enfrentarse con que las citas psicológicas a las que asistía han tenido que ser canceladas de manera presencial y cree que la virtualidad no es la mejor forma para tratar su trastorno. No se siente a gusto con las citas a distancia y cree que en realidad no le están ayudando en nada. ¨No me gusta estar pegada al teléfono hablando con nadie¨ añade. 

-No estamos avanzando nada -le dice su psicólogo. 

-¿Crees que es culpa mía? -Responde la joven 

Aunque ambos jóvenes comprenden que la coyuntura actual ha tenido un impacto en todo el mundo y que ellos no serían la excepción, sufren con mayor intensidad los efectos del confinamiento y de la incertidumbre debido a que el aislamiento para ellos no solo es físico, sino también a nivel emocional.

Según el artículo del médico psiquiatra José Posada, “la salud pública mental como componente de la salud pública, es un campo en permanente desarrollo que no ha logrado todavía acciones coordinadas en el ámbito de la salud general y, en Colombia, esto no es la excepción” lo que confirma que en el país, la salud mental y sus problemas, son una temática que aún tiene camino por recorrer.

A pesar de esto, Colombia cuenta con líneas de atención en los diferentes departamentos y ciudades enfocadas en orientar a quienes consideren que necesitan ayuda en lo que a salud mental respecta. Abordando temas como la forma en cómo llevar un aislamiento sano, dando recomendaciones y tips para evitar alarmarse de más, así como otorgando la posibilidad de programar sesiones de teleorientación con profesionales en salud mental. 

Sin embargo, muchas de las personas que necesitan este acompañamiento lo desconocen o no están dispuestos a acceder a este tipo de ayudas, como el caso de Luisa, quien siente que aunque son buenas iniciativas, pone en duda su funcionabilidad debido a que piensa que la forma de abordar estos problemas debe ser en un espacio donde el paciente se sienta cómodo y seguro y para ella, eso implica que sea presencial.

Luisa y David, al igual que muchos otros diagnosticados con algún trastorno mental en Colombia, ahora no solo deben hacer frente a su padecimiento, sino a una situación compleja como lo es el aislamiento producto de pandemia del covid-19.

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