Por: Alberto Mario Mendoza Escalante
El panorama al que hoy nos enfrentamos es bastante desolador, lo que antes eran simples estadísticas acerca del conteo de contagiados y muertos, ahora son vecinos, amigos y familiares. El Coronavirus nos sentenció a prisión domiciliaria con término indefinido. A grandes rasgos la pandemia y sus efectos han sido el tema principal difundido y debatido por el Gobierno, medios de comunicación, e incluso en los hogares. Sin embargo, recientemente un fatídico hecho ocurrido en el caribe del país nos ilustra muchas de las verdades que por una u otra razón ignoramos.
Tasajera es un pequeño corregimiento perteneciente al municipio de Puebloviejo (Magdalena), la historia de sus escasos diez mil habitantes, posee todos los rasgos de la Colombia oculta y olvidada del gobierno que se vanagloria de un hipotético constitucionalismo pluralista. Son seres humanos nacidos en miseria, que no saben lo que son los Smartphones, Facebook, televisión, o aún peor un acueducto. Son personas que mientras corretean con un par de tinajas al carrotanque en busca de agua potable -a dos mil pesos-, ven en la fachada de sus casas la única inversión estatal que tienen, afiches y carteles de propaganda política.
Expectativa y oportunidad son dos conceptos claves para entender el porqué de las acciones humanas. Para un López, Ospina, Char, Santos, Pumarejo, etcétera, puede ser aspirar un cargo político, ser reina del carnaval, o turistear por el mundo, para un colombiano de clase media como tú como yo, puede ser terminar la universidad, si Dios quiere especializarnos, obtener un buen empleo, montar un negocito, etc. Pero para los residentes de tasajera esos 10 galones extraídos en una tinaja, vendidos ocho mil pesos cada uno, representaban el agua y la comida de sus familias de al menos 2 o 3 dias, ese camión cisterna era una oportunidad irrechazable, que asegura la expectativa máxima de sus habitantes, la sobrevivencia.
No quiero que se me malentienda, robar es un acto ilícito que está penado institucionalmente y es éticamente incorrecto. Lo que sí es cierto es que tenemos un sistema legal hipócrita. Se castiga al infractor cuando infringe la ley, pero al mismo tiempo se le incumplen los derechos plasmados en la misma ley. El sistema es Pambelé sanción, pero un enclenque en garantía -esto ignorando los privilegios punitivos que poseen ciertos ciudadanos de “bien”-.
La hecatombe vivida en Tasajera va mucho más allá de los hechos recientes, es una población con una educación de pésima calidad, con necesidades básicas insatisfechas, en la cual el 94% de su población vive de la informalidad-Gobernación de Magdalena-. La Ciénaga Grande es su vertedero y su principal fuente de alimento. Qué ironía la falta de agua potable en una población aledaña a una de los cuerpos de agua más grandes del Caribe Colombiano, prueba fehaciente de un gobierno selectivo y desinteresado al que poco importa el bienestar de sus ciudadanos.
La deplorable situación que viven los habitantes de tasajera no es nada nuevo, son problemas con varios años de vigencia, producto del abandono estatal y ausencia oportunidades que desembocan en la cultura de la pobreza y facilismo. Este tipo de hechos me hacen reflexionar sobre si realmente constituimos una “nación”, o si vivimos en un estado social de derecho “pluralista”. Colombia es un trozo de tierra donde tienes grandes centros comerciales llenos de lujo y vivarachos Pseudoeuropeos, y también tiene muladares como Tasajera que hoy vive una tragedia por cambiar la tinaja del agua por un poco de gasolina para subsistir.