Por: Oscar Arias-Diaz*
Hoy es otro domingo de ramos, para muchos es un día pasajero. La tradición en casa era acercarse a la iglesia del barrio. A pesar de la Pandemia se mantiene la tradición en casa de mis padres y el escenario virtual se tomo las tradiciones católicas.
Era una mañana lluviosa cuando en la Escuela de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), nos alistábamos en el marco de las clases de Dirección a debatir sobre el cine de nuestros países. Colombia, Chile, México, Guatemala y Argentina eran los países que se sumaban a la tradición del cine español para dialogar sobre el séptimo arte en tierras ibéricas.
En Barcelona poco conocen del cine latinoamericano, sin desmeritar el gusto cinéfilo de la ciudad donde se transpira amor, si amor hacia el cine de cualquier lugar del mundo. No quiero generalizar, pero a groso modo siempre conocen lo mismo de Colombia; Pablo Escobar, Shakira y el mismo flagelo que hemos combatido durante años que no recordare en estas líneas. Entre Ciro Guerra, Víctor Gaviria, Carlos Mayolo, Luis Ospina, Jorge Alí Triana y otros nombres que se han forjado a pulso en nuestro cine nacional. Son ejemplo de que a pesar de las adversidades el arte encuentra su espacio. La poca aceptación para no hablar de la distribución y comercialización donde se encuentran debilidades, fortalezas, pero sobretodo mucha pasión para contar historias. Sin querer centrarme en el cine colombiano para esto tendremos críticas, análisis e incluso en algún momento apartes de mi tesis doctoral. La propuesta cinematográfica del cine chileno se ha consolidado para situarse en un capitulo de la historia del cine, con voces, discursos y estéticas.
Fuga (2006), Tony Manero (2008), No (2012), Hecho en Casa (2020), propuesta de cortometraje de distintos cineastas donde se incluye la mirada del cineasta chileno Pablo Larraín y El Club (2015); son algunos de los títulos del director chileno, quien se acercó a través de sus obras en ese momento en Barcelona por mi gran amigo Joaquín Matamala. Conocer y entrar en los universos de Larraín es entender la mirada del otro. Los personajes, las situaciones, el contexto latinoamericano nos hacen comprender que el viaje del héroe puede llegar a tener distintos matices a pesar de lo universal que pueden llegar a ser las historias. Es ya bien conocido el equipo Gael García Bernal-Larraín donde el actor emerge como un protagonista de historias como el plebiscito chileno en tiempos de Pinochet en No (2012) o en su último largometraje un poco mas intimista sobre las relaciones de pareja en el Chile contemporáneo, visto desde los ojos de Ema (2019), este ultimo solo disponible en la plataforma Mubi.
Al igual que Larraín comencé a explorar directores como, Alejandro Jodorowsky, Sebastián Leilo, Marialy Rivas y otros cineastas del país austral que se escapan en mis recuerdos de aquellos sublimes días en donde el cine era el pan de cada día. El cine chileno ha encontrado en una generación, la impronta de una serie de autores. Distintos géneros han ido marcando el camino para que desde el país astral emerjan voces, historias y directores.
Para su consideración en la popular y conocida plataforma Netflix se encuentran los títulos que se hace alusión anteriormente. De estos títulos se podría hacer una cronología, pero en materia de gustos considero que el orden debería ser el siguiente:
- No (2012)
- El Club (2015)
- Tony Manero (2008)
- Fuga (2006)
- Hecho en Casa (2020)
Porque no hacer un maratón con la obra de este cineasta chileno que poco a poco se ha ido ganando su espacio dentro y fuera de la industria hollywoodense. Demostrando una vez mas que se pueden hacer historias locales con una mirada universal y que al final del día el cine es ese espejo donde podemos reflejarnos en distintos momentos de nuestra historia como latinoamericanos.
Los títulos de Larraín disponibles en la plataforma de Netflix enmarcan un camino, historias internas del Chile de los 80s, 90s y partes del siglo XXI.
Lo bueno: La plataforma Netflix se ha convertido en ventana para títulos latinoamericanos que antes estarían disponibles a través de copias físicas o la programación de cinematecas, salas alternas o cineclubes. El agente topo quien en este 2021 se convirtió en la única apuesta dentro de la categoría de mejor documental buscara seguir escribiendo la historia del cine chileno. Un cine nacional con sus altas y bajas; que comparte las mismas luchas y victorias de la mayoría de la industria cinematográfica latinoamericana.
Lo malo: A pesar de estar disponibles al alcance de un clic, o sencillamente una simple búsqueda aún son pocos los espectadores que se dejan deslumbrar por nuestro cine. Las cartas están sobre la mesa solo es cuestión de dar “play” y apoyar la causa de otros cines fuera del mainstream de Hollywood.
*Docente catedrático e investigador del programa de Comunicación Social y Periodista de la Universidad del Norte.