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“Para ser marimonda sólo necesitas tener actitud, el resto viene por añadidura”,

CUENTA EL PAVO

No había conocido una forma más rápida y fácil de participar en una comparsa del carnaval, para él no se necesita edad, experiencia, nacionalidad ni una cierta cantidad de dinero, lo importante es contagiarse del desorden, la alegría, el baile y tener disposición para así mantener viva esta tradición. Desde 1999, José Ignacio Cassiani, más conocido como el Pavo, se ha encargado de convertir en marimondas a más de 3000 personas en el Barrio Abajo.

En su comparsa llamada “Las Auténticas Marimondas del Barrio Abajo” participan cada año cerca de 150 personas de diferentes edades y lugares de Barranquilla, de Colombia y el mundo. Para este hacedor del carnaval no le queda grande convertir en marimonda, un disfraz representativo del carnaval de Barranquilla, a cualquier persona

Como José Ignacio Cassiani poco lo conocen y es por eso que la forma más rápida de buscarlo es preguntar por el Pavo. Apodarse unos a otros con nombres de animales es lo más común en el Barrio Abajo. Hay quienes son conocidos como la gallina, el mico, el burro, el chivo, el gallo, el pavo, el perro, entre otros. Esto no es algo reciente. Ignacio cuenta que desde que su padre estaba vivo, ya a él y a su familia los apodaban como los “Pavos”. A su madre le dicen “la Pava” (aunque no le agrade dicho sobrenombre) y sus hermanas “las Pavitas”. No todo el año José Ignacio pasa modo carnaval, porque también es electricista y músico, las cuales son sus dos principales fuentes de ingreso. Sin embargo, su hermana Yurliny Cassiani, afirma que la mayor parte del tiempo se la pasa en función de esta festividad “no ha llegado el carnaval y ya él nos comenta las ideas que tiene en mente para las marimondas”, agrega.

A medida que conversábamos en el bordillo de su casa, muchos transeúntes o personas en moto, carro y bicicleta que pasaban por la cuadra lo saludaban:

– Hey pavo, ¿qué más?, ¿pavo, todo bien?, pavo, ¿qué hay para hoy?, adiós, pavo.

Cassiani aprovecha cualquier oportunidad para tener más marimondas en su grupo y mientras me mostraba el mural que había ayudado a hacer con otros artistas del barrio, me realizó una propuesta rápida e inesperada.

– ¿A ti no te gustaría ser una marimonda?

Dentro de mis planes no estaba ser una marimonda, sin embargo, no le afirmé ni negué nada, porque la idea no me parecía descabellada. Como buena parte de los barranquilleros participar en el carnaval es un sueño.

El Pavo sabe cómo cultivar marimondas y más allá de ver esto como un negocio, él quiere rescatar la esencia de las primeras marimondas que surgieron en el Barrio Abajo. A diferencia de otros grupos del carnaval, este hacedor no cobra por inscripción, ensayos o vestuario. Sólo vende la máscara de marimonda y los zapatos, pero del resto su único requisito es vestirse con chaqueta y pantalón al revés, camisa de colores y corbata.

La marimonda es considerado uno de los disfraces más auténticos de Barranquilla. Nació a finales de 1800 en la ciudad como una forma de burlarse de las elites políticas barranquilleras que siempre iban vestidos de traje, demostrar rebeldía y pasar un rato de recocha (diversión) con las personas. La idea era no saber quién estaba debajo de la máscara y hacer el “pea”, sonido característico que se hace con un pito para mostrar repelencia. Además, no se agrupaban en comparsas, sino que cada persona que quería salir de su rutina podría ser una marimonda.

Sin embargo, para Cassiani con el tiempo la autenticidad de las primeras marimondas se ha ido perdiendo y es por eso que él se ha encargado de rescatar esa tradición. “Ahora la mayoría de las otras marimondas van uniformadas y no disfrazadas, porque llevan el mismo traje y hacen el mismo baile”, agrega con cara de decepción.  Tiene claro que no es una tarea fácil, pero con el tiempo se ha dado cuenta de que su trabajo ha dado buenos resultados. El pavo ha ganado varios Congos de Oro (reconocimiento a las mejores comparsas del carnaval de cada año) y recuerda como si fuese ayer, la vez que hizo parte de un seleccionado grupo de personajes del Carnaval de Barranquilla, quienes fueron invitados por el gobierno para ir a París a recibir el reconocimiento de esta festividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2003.  Así logró viajar a otras partes del mundo como Perú, Ecuador, Chile, Puerto Rico, llevando un poco de la cultura.

Luego de estar conversando un buen rato, el pavo decide levantarse y entrar a su casa para buscar algo que quiere mostrarme. Al regresar me muestra un par de libros alusivos al Carnaval de Barranquilla y en uno de ellos tiene un álbum con varias fotografías de su comparsa, las cuales muestra con felicidad.

Ignacio muestra su álbum del carnaval: Fotos de Diego Freyle

Al pasar hoja tras hoja de los libros se encuentra con una foto de su año como Rey Momo en el 2008 con la reina Angie De la Cruz Yepes.

– ¿Desearía volver a ser Rey Momo?, le pregunté.

– “Tengo claro que no se puede volver a ser Rey Momo, pero fue una gran experiencia y yo sigo aportando a la cultura”.

El Pavo decide limpiar la esquina de su cuadra, porque ahí está su gran mural de las “Auténticas Marimondas del Barrio Abajo” ubicado en la carrera 52 con calle 47, y entretanto, se le acerca un niño de unos 10 años, quien llevaba un carro de hacer mercado, el menor con curiosidad le pregunta:

– ¿Qué hay acá hoy, Pavo?

– La guacherna, vente disfrazado de marimonda, contestó el Pavo.

– Pero no tengo el disfraz

-Búscate una chaqueta de tu papá y te la pones al revés, un pantalón de otro color y te lo colocas también al revés, una camisa de cualquier color y la corbata.

– Hey pavo, no tengo chaqueta.

– No importa, yo te presto una. 

El Pavo no podía desaprovechar la oportunidad.

– ¿A qué hora vengo?

-A las seis de la tarde, le dijo el Pavo

– Joda, a las seis apenas estoy saliendo del colegio, puedo venir a las siete

-No importa, te espero.

Luego de unos minutos de conversación, el niño se despidió y siguió su camino seguramente a su casa. Parecía que el Pavo había cumplido su misión del día: reclutar un marimonda más.

El Pavo conversando con el niño y decorando el mural.

Pasaron más de dos horas y con ayuda de dos amigos, Cassiani decoró la esquina como él quería. El mural decorado tenía una razón y se debía a que ese sábado 18 de febrero, el Pavo junto a su grupo de amigos de otras comparsas organizaron una guacherna en el barrio muy parecida a la que Esthercita Forero, cantante y compositora conocida como la novia de Barranquilla, describió cuando estaba viva (un desfile alrededor del Barrio Abajo en donde salían varios disfraces y las personas disfrutaban desde la puerta de sus casas).

Antes de irse a alistar, el Pavo me dijo:

-Ya verás cómo esta esquina tomará vida.

La verdad en un principio tenía mis dudas, porque no veía una organización del desfile como tal, pero debió ser porque nunca había asistido a una guacherna.  Mientras el Pavo se alistaba para salir, en la esquina iban llegando personas disfrazadas, vendedores ambulantes, carros con música, es decir, se creó un ambiente carnavalero tal cual como Ignacio me lo contó. Al rato, el Pavo salió con un atuendo blanco alusivo al carnaval, su mochila, la banda de Rey Momo del 2008 y acompañado de varias de sus auténticas marimondas.

El Pavo y una de sus marimondas en la Guacherna del Barrio Abajo.

Un legado más

La “Fundación Barrio Abajo: una luz en el camino” es uno de sus otros proyectos que piensa dejar en la historia de su barrio y del carnaval. Su hermana, Yurliny Cassiani, la tenía a su cargo por más de 10 años, pero a raíz de la pandemia, le cedió la dirección a su hermano Ignacio, quién aprovecha esta oportunidad para seguir promoviendo la cultura en los adultos y futuras generaciones como lo está haciendo con su nieta, quien mientras me contaba se le acercó para saludarlo. Al retirarse la niña afirmó:

-Yo a ella me la llevo a los desfiles, porque le gusta y creo que la dirección de las marimondas y la fundación le quedará a su cargo.

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