Por: Nellvis Acevedo, Andrea Arce, Alejandro Cardiles, Cristina Navarro y Karla Pájaro e Isabella Taylor
La inflación, la competencia de tiendas de cadena y los altos costos de los servicios de luz son algunas de las problemáticas que enfrentan los tenderos de barrio en Barranquilla.
El olvido es inevitable e impredecible. Cuando menos lo esperamos, los recuerdos ya se han ido de nuestra memoria, pero instintivamente sentimos el venir de su presencia. En la antigüedad se usaba mucho la palabra presagio, que quiere decir: “tener el buen olfato de saber qué se avecina”. Aunque otros difieran, hoy en día esto es lo que sucede con las tiendas de barrio: muchos creen que estas nunca se van a acabar, pero es un hecho que cada vez son menos, sus números de teléfono se borrarán de nuestras mentes y solo quedarán escenas de lo que un día fue, de lo que un día fueron las tiendas de barrio. Ese será el olvido anunciado si no hacemos algo para que aquel presagio sea falso.
La subsistencia en los tiempos de inflación
Septiembre del 2022 marcó la cifra de inflación más alta en 23 años, según el DANE.
La crisis económica que atraviesa el mundo ha dejado más que bolsillos vacíos; la realidad para algunas familias es que sus neveras, despensas, gabinetes y estómagos pasan días, o quizá semanas, sin llenarse.
En el nuevo pico de la inflación, los alimentos son los más impactados con el 26,62 %. El precio de elementos básicos, sobre todo los de la canasta familiar, no ha sido proporcional al de los salarios promedio de las familias colombianas.
Sin embargo, en todo esto hay una víctima cuya voz cae en oídos sordos: las tiendas de barrio. En una lucha continua donde la subsistencia es la única meta, los tenderos se ven en gran desventaja ante la creciente inflación y el alza de los productos que, mayormente, sostienen sus negocios.
Según datos recolectados por la Agencia de Periodismo Investigativo (API), en su informe de los productos más consumidos en las tiendas de barrio en el 2021, las bebidas representaron el 51,1% de las ventas: 34,1% en jugos y néctares, y 17% en gaseosas y sodas. Pero el gobierno actual planteó en la más reciente reforma tributaria, entre otros ajustes, agregar un impuesto a las bebidas azucaradas.
El Punto realizó una encuesta a 59 personas anónimas en Barranquilla. Los datos muestran que el 34,8% de los encuestados consideraría dejar de comprar bebidas azucaradas debido a los precios elevados, mientras que el 30,2% dijo que tendrían los recursos para seguir comprando estas bebidas a pesar del aumento que presentará debido a la reforma tributaria. El restante 34,8% dicen que no consumen estas bebidas.
A la sombra de los gigantes
Las tiendas de cadena presentan una competencia desproporcional contra las tiendas de barrio, según algunos tenderos en Barranquilla.
Muchas personas hoy en día prefieren hacer sus compras en las tiendas de cadena. Estas que llegaron de repente y se reprodujeron como conejos. Con base en la información obtenida de TIENDEO, la siguiente gráfica muestra cuántas tiendas de cadena (Ara, D1 y Olímpica) hay actualmente en cada una de las 5 localidades de Barranquilla.
El tour de mercado, según la encuesta realizada por El Punto a 53 personas entre estratos 3 y 4, es a menudo el siguiente: frutas y verduras, en la Olímpica; lácteos, en ARA, y productos de aseo, en D1. Antes las personas llamaban para hacer sus mercados semanales en la tienda, pero ahora ya no.
Según la opinión del comerciante, Viterbo Acevedo Serrano, todo esto se debe a que “las tiendas de cadena tienen sus propias marcas y compran sus productos en grandes cantidades, ya que son empresas organizadas y las tiendas de barrio no lo son”.
Poco a poco estos grandes nombres han derrocado la corona que antes tenían las tiendas de barrio y las han dejado con grandes huecos en sus bolsillos.
El continuo reto que han tenido que sobrellevar los tenderos es la “competencia desleal” que existe con los grandes. Los dueños de tiendas de barrio están constantemente buscando nuevas estrategias de venta y reduciendo los precios de sus productos lo más que pueden.
“Las tiendas de cadenas han sido una gran competencia”, aseguró Alonso López Naranjo, tendero del barrio Bellavista, o como le gusta ser llamado, El Padrino. “Pero ahí vamos, luchando, las ventas han bajado, pero se puede sobrevivir todavía.”
A pesar del continuo esfuerzo de los tenderos por satisfacer nuestras necesidades, la mayoría de barranquilleros hace sus compras en tiendas de cadena. Así lo señala la encuesta realizada para este reportaje: de las 59 personas que participaron, el 53,83%, ha redireccionado su dinero y compras a las tiendas de cadena, siempre buscando la economía para sus hogares. Solo el 23,07% sigue comprando en tiendas barrio. El restante 23,07% afirma que siempre ha hecho sus compras en plazas de mercado.
Los datos también muestran que el 77% de las 59 familias encuestadas entre los estratos 2, 3 y 4 hacen sus compras en tiendas que no son de barrio y solo el 23% sí las hacen.
Entre la luz y la pared
Gaseosas, agua, jugos, Coca-Cola… estas son algunas de las afectadas por el fuerte aumento del precio del kilovatio.
Las tiendas de barrio diariamente consumen más energía eléctrica que una familia o persona del común, pues gran parte de la variedad de sus productos requieren del frío de forma permanente por medio de neveras o refrigeradores las 24 horas del día. Embutidos, legumbres, lácteos, helados y bebidas hacen parte de la lista. La sola pérdida de esos productos podría ser de 300.000 pesos. El uso de neveras resulta indispensable, y las altas tarifas del servicio eléctrico en la región Caribe hacen más difícil su uso y la calidad o duración de los productos.
Desde el cambio de operadora a Air-e, el servicio eléctrico ha mejorado, con menos variaciones y cortes de luz prolongados, contrario a su antecesora Electricaribe, pero sigue dejando qué desear.
El presidente de la Unión Nacional De Comerciantes (UNDECO), Orlando Jiménez Jiménez, explicó cómo las tarifas se han duplicado en comparación del año 2020: de 480 pesos a 800 pesos el kilovatio. Esto es solo para un usuario ordinario: para los pequeños negocios —como los tenderos de barrio— sus contribuciones deben ser mayores debido a los pagos del alumbrado público, la tasa de convivencia ciudadana y un 20% al subsidio de los estratos 1, 2 y 3.
Nelson Monsalve, tendero por más de 30 años, en el barrio Modelo, comentó cómo se ha visto afectado por el aumento de más del 30% en el recibo de la luz mensualmente.
Adicionalmente, el tendero “El Padrino” dijo que ha sido muy difícil para él sobrellevar los problemas del costo de la energía: apagar las neveras 4 horas diariamente ha sido algo que le ha funcionado para ahorrar energía, pero muchas veces cuando llegan los clientes no pueden encontrar las gaseosas bien frías, como suelen pedirlas.
Hay tiendas de barrio, hay tenderos, personas, que subsisten del día a día; familias que dependen únicamente de un negocio y personas que necesitamos de ellos.
Y entonces recordé aquella voz conocida del otro lado del teléfono: sabía lo que iba a pedir, casi antes de que lo dijera, sabía mi dirección con tan solo mi nombre y cuando pagaba y no tenía suficiente me decía “déjelo así, tranquilo”. Es eso, exactamente, esa cercanía que sin importar unos pesos más, me hacen decir: su confianza no tiene precio.