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Por Alejandro García

Desde hace varios años la comunidad LGBTI está integrada dentro de la sociedad de forma activa, pero aun hoy continúa teniendo focos de discriminación, como a lo largo de la historia.  

La comunidad LGBTI ha decidido emprender una nueva batalla y es lograr que el idioma los incluya definitivamente dentro de las normatividades del lenguaje. Están luchando abiertamente para que las distintas lenguas del mundo se refieran a ellos con sus propios pronombres o agregando vocablos a las palabras, que los hagan sentir más identificados ante la sociedad y a este tema en particular lo llaman lenguaje “inclusivo”.

Sin embargo, muchas personas no comparten este mismo ideal de implementar dicho lenguaje. En el caso del español, hay quienes argumentan que no se debe cambiar porque no siguen las normas de la Real Academia Española. 

Lenguaje “inclusivo” es la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género. Según la RAE, “el uso de la letra y como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues específicamente la palabra (todos) ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género”. 

Muchas personas se interesan por argumentar el lenguaje inclusivo, pero le restan importancia a que no haya movimientos que apoyen a otras comunidades que necesitan más implementación de sus formas de comunicación en el día a día, como aquellas personas con discapacidades tanto visuales como auditivas.  

El lenguaje inclusivo, aunque importante, no debe ser el único enfoque para lograr una comunicación más accesible y equitativa para todas las comunidades. Si bien es cierto que el lenguaje inclusivo busca reconocer y visibilizar a las personas de diferentes identidades y orientaciones sexuales, esto no debe hacerse a expensas de otras comunidades que también tienen necesidades de comunicación específicas. 

Por ejemplo, las personas con discapacidades visuales pueden necesitar herramientas y tecnologías de asistencia, como el Braille o los programas de lectura de pantalla, para acceder a la información escrita. De igual manera, las personas con discapacidades auditivas pueden requerir intérpretes de lengua de señas o subtítulos para acceder a contenido audiovisual. Estos recursos son igualmente importantes para garantizar que todas las personas tengan acceso a la información y la comunicación en igualdad de condiciones. 

Es importante tener en cuenta que la inclusión no es una competencia, y que no debemos limitarnos a apoyar solo una comunidad en detrimento de otra.  

En lugar de centrarse exclusivamente en el lenguaje inclusivo, debemos buscar formas de apoyar y visibilizar a todas las comunidades que enfrentan barreras en la comunicación y trabajar juntos para garantizar que todos tengan acceso a la información y la comunicación en igualdad de condiciones. 

Una persona que pertenece a la comunidad LGBTI puede llegar a un recinto y pedirle al personal del lugar que se refiera a él con los pronombres de su preferencia o también podría llegar a un restaurante y leer el menú y será atendido sin ninguna complicación; pero, aquellas personas que tienen problemas de audición o visión, ¿cómo hacen para pedir su orden?  

Son muy pocos los sitios que cuentan con la carta en braille o que puedan pedir en lenguaje de señas, esto también hace parte de una inclusión a la que no se le ha dado la relevancia que necesitan estas comunidades damnificadas.   

La crítica no va dirigida a la identidad de género ya que identificarse con otro sexo no está para nada mal y tampoco está catalogado como una enfermedad o discapacidad. Esta crítica va dirigida hacia la importancia que debería tener el lenguaje inclusivo para todos, sin dejar de lado el de aquellas personas discapacitadas que igualmente tienen derecho a poder ser incluidos por medio de la implementación de métodos que faciliten el día a día de estas personas con limitaciones auditivas y visuales.  

Inclusión y oportunismo político

Por otro lado, el lenguaje inclusivo se ha convertido en caballito de batalla de algunos políticos que utilizan el tema en sus debates y poco a poco lo han ido convirtiendo en arma de campaña. En el Congreso, algunos senadores y representantes han optado por usar esta manera de hablar. Es común que los políticos utilicen el lenguaje inclusivo en sus discursos y debates, ya que esto puede ser una forma de mostrar su apoyo a ciertas causas o comunidades. Al hacerlo, pueden ganar apoyo y simpatía de aquellos que comparten sus opiniones. Sin embargo, también es posible que algunos políticos utilicen el lenguaje inclusivo con fines políticos, como atraer votantes y ganar elecciones. 

Algunos críticos del lenguaje inclusivo argumentan que su uso en la política puede ser superficial y oportunista, y que los políticos pueden estar utilizando el tema simplemente para ganar votos y no por convicción real. Estas críticas suelen centrarse en la posibilidad de que algunos políticos utilicen el lenguaje inclusivo de manera oportunista, sin realmente comprometerse con la causa que pretenden apoyar. 

Ya hay guías de lenguaje inclusivo en algunas instituciones universitarias que incentivan la nueva manera de hablar. Teniendo en cuenta todo lo mencionado previamente podemos concluir que estamos dejando de lado a aquellas personas que también merecen estar incluidas en la sociedad y le hemos dado más importancia a cambiar nuestra forma de hablar en ciertas palabras al momento de referirnos a personas y aun así no todos han tenido la oportunidad de estar incluidos en la sociedad debido a sus discapacidades.  

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Este contenido fue supervisado por el periodista y docente Jorge Sarmiento Figueroa, como parte de la estrategia pedagógica del curso de Argumentación Periodística.

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