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Por: Sophia Moncayo y Carlos Altamar Borja

En un elegante restaurante, Sophia Moncayo comía con uno de los ganadores del Festival Audiovisual Universitario “El Lente” de Telecaribe. Lo que menos se esperaba de aquel encuentro era que su acompañante fuera tan joven como la casi veinteañera.

Un día, Johnny Navarro recibió un mensaje de su papá en donde le mostraba una noticia de Zona Cero. La nota hablaba del concurso de Telecaribe de “El Lente”. Como todo papá que apoya a sus hijos, le envió un mensaje: “¡Pilas, a ganarse ese premio!”. Entre risas, Johnny le agradeció a su papá por la información. Sin embargo, lo que el joven no sabía era que pronto él iba a convertirse en uno de los ganadores de ese Festival.

El tintineo de los cubiertos llenaba el lugar y un agradable olor a leña acariciaba la nariz de Sophia. El turquesa decoraba las paredes del establecimiento y las sillas de madera iban a juego con el ambiente sesentero del restaurante. La amplia vista panorámica del lugar atrajo la atención de la chica. Los altos cristales servían de vitrinas para exponer la desembocadura del río Magdalena: Bocas de Ceniza, nombre que también llevaba el elegante restaurante.

Johnny Navarro llegó a la mesa, le dio la mano y se presentaron. La característica que más le llamó la atención a Sophia fue el rostro del joven. Tenía un aire fresco, facciones relajadas y expresiones particulares que le recordaban a sus propios amigos.

Sin más reparos, Sophia le preguntó sobre su cortometraje “De Niños”. Johnny, con mucha amabilidad, escuchó con atención la pregunta y respondió, algo pensativo.

Usualmente, para el joven, los trabajos universitarios eran el momento perfecto para forzar un poco más su creatividad; como si de retorcer un trapo viejo y extraer cada gota de agua de él se tratase. Sin embargo, Johnny no tuvo que pasar por eso para escribir “De Niños”. La idea fue más como un pequeño pajarito que ha estado volando en círculos en su cabeza desde que era pequeño.

Y es que el pequeño Johnny a sus catorce años ya sabía que quería dedicarse a lo audiovisual y los pajaritos llenos de ideas siguieron revoloteando en su cabeza con el pasar de los años, incluso hasta en sus días de estudiante universitario. Había algo en las historias juveniles que siempre le llamaban la atención y la película “Moonrise Kingdom” de Wes Anderson fue una de sus mayores inspiraciones. Una historia de aventuras en donde los protagonistas son niños puede ser muy emocionante para cualquier joven, y tal vez, también para los mayores.

En su proceso creativo para concebir la idea de su cortometraje, Johnny quería específicamente contar un tema que se saliera de los estándares. El cine del Caribe siempre gira en torno a los mismos temas y no hay nada más fresco que una historia de niños.

Todo se cocinó en la clase de Realización de Medios Audiovisuales VII de su carrera. El profesor había dado la oportunidad de escribir un guion de ficción en parejas o en tríos que posteriormente se grabaría en un cortometraje. Johnny, confiando en uno de los pajaritos que revoloteaban en su cabeza, decidió trabajar solo. Como un niño que saca una honda para

jugar, Johnny empezó a lanzar pequeños guijarros al aire, tratando de atrapar el pajarito perfecto para su historia. La razón principal por la que el joven director quiso adentrarse en esa aventura solo era para poder conectar a un nivel íntimo con su historia. Y así fue. ¡Pum! Un pajarito cayó.

Johnny duró las primeras semanas de su semestre escribiendo la historia que quería contar, preguntándole a sus amigos lo que opinaban y haciendo cambios con anterioridad. Él siempre se preparaba antes de comenzar el semestre. Si ya sabía el género de los productos que debía grabar para una clase, trataba en lo posible de pensar en una idea mucho antes de que si quiera mencionaran la fecha de entrega.

En su clase de realización, se debían escoger dos historias de cinco que presentaron todos los estudiantes de la clase. En el ámbito audiovisual, usualmente se realizan pitch, una presentación breve en donde se trata de convencer a alguien de financiar una idea para un producto audiovisual. Así que, simulando el trabajo que realizan las grandes productoras, todas las ideas fueron presentadas en frente del curso. Muchos iban en parejas, otros en tríos. Pero lo más curioso de la presentación de Johnny fue que él la había hecho solo. Eran solamente él y su historia que tanto había trabajado en hornear, decorar y servir para el resto de la clase contra el mundo. Para su fortuna, la historia de Johnny fue escogida junto con la de otra compañera más. A partir de ahí, el salón se dividió en dos grandes grupos y se pusieron manos a la obra.

Sophia y Johnny esperaban sus platos, uno enfrente del otro, mientras seguían charlando.

—¿Sabes cuál es la banda Cultura Profética? —preguntó Johnny, mientras veía con expectativa a Sophia.

—Sí, claro. —Al joven director se le dibujó una gran sonrisa.

—Hay un video que se llama “La complicidad” y son como dos niños, literalmente, en una tarde mamando gallo en el campo, en el monte. Entonces, ese fue otro de mis referentes para hacer este cortometraje. Al igual que una película cubana que se llama “Viva Cuba”.

A la par que Johnny soltaba los datos que lo inspiraron en su cortometraje, sus manos se movían al son de sus palabras. Era como si estas bailaran al ritmo de su voz. Además, sus ojos se achinaban siempre que sonreía cuando Sophia conocía uno de sus referentes.

El día en el que la historia de Johnny fue elegida fue sin duda uno muy especial para el joven director. Y, con su naturaleza entusiasta, Johnny empezó a trabajar en el cortometraje. El casting fue un proceso complejo. El joven director recurrió a la compañía de formación actoral Mandragorart y buscó a un niño actor que pudiera servirle para su cortometraje. Sin embargo, el que mejor perfil tenía no estaba disponible.

Johnny siguió su proceso de casting en el laboratorio de experimentación audiovisual Uni5Lab, un espacio que la misma universidad le facilitó. El casting se realizó un sábado y contaron con la participación de dos niñas y un niño. Johnny contaba con algo de emoción que para el casting también habían llamado a otro niño más, pero recibieron la noticia de que no podría asistir porque se había portado mal durante el fin de semana.

En un principio, el equipo tenía pensado realizar varios castings después del que ya habían planeado, pero quedaron tan conformes con la actuación de dos de los niños que participaron en el primero que no vieron necesario hacer otro. Ya habían encontrado a sus estrellas.

El scouting de locaciones también fue un trabajo que se llevó varias semanas. Distintos lugares pasaron por el ojo artístico de Johnny, pero ninguno cumplía con los requisitos que él buscaba. La historia ocurrió en la casa de una familia adinerada, por lo que debía cumplir los requisitos de que fuese lo suficientemente grande y bien decorada. El joven director incluso consideró en utilizar el interior de un apartamento y hacer un montaje con la fachada de alguna otra casa. Pero su mayor complicación radicaba en que necesitaba una gran cocina, algo que la mayoría de los apartamentos no tenían.

Faltando dos semanas antes del rodaje, se encontró la solución: Johnny sabía que una amiga de su novia tenía una casa que cumplía con los requisitos que buscaba. La casa era enorme y tenía una decoración acorde con lo que se tenía en el guion. El joven director les ofreció a los dueños algo de dinero para que le permitieran grabar ahí; sin embargo, sin ningún compromiso, los dueños aceptaron sin problemas. Y entre toda esta historia, más adelante, Johnny se enteró de que esa misma casa la habían alquilado cantantes de vallenato para realizar presentaciones privadas.

Las chácharas de las personas se intensificaban y ambientaban el restaurante. Johnny tenía delante de él una carne en posta que dejaba mareado por su adictivo olor. Entre bocados de sus platos, Sophia y Johnny siguieron conversando.

—Yo tengo una pregunta sobre tu video que creo que fue más como una decisión creativa tuya —intervino Sophia—. Todo el tiempo en el cortometraje se está encuadrando solo a los niños, supongo que porque querías que fueran protagonistas, porque a las mamás…

—¡Nunca se les ve la cara! —terminó la frase Johnny con una emoción en su voz—. Sí, yo siempre lo pensé basándome en la secretaria del alcalde en las Chicas Superpoderosas. Yo creo que la dirección que le dieron a ese personaje va ligado al estereotipo de que, como es una secretaria, no es tan importante. Incluso cuando este personaje hace más que el mismo alcalde. Y con esto, supe que en mi corto quería que pasara lo mismo con las mamás, para poder darle protagonismo a los niños.

En etapa de rodaje, Johnny duró tres días en grabar todas las escenas. Empezaron un jueves y terminaron un sábado. Esta etapa también fue desafiante, ya que el tiempo que tenían para grabar en la casa era solo de un día: el sábado. Entonces debían aprovechar cada segundo.

Algo que a Johnny le gusta recalcar en el proceso de rodaje es que siempre quiso hacer un plano que sirviera de conector entre la casa y el bosque en donde van a jugar los niños. Muchas personas han tenido la duda de si dicho bosque quedaba dentro de la casa o si se trataba de los alrededores de esta. A esto, el director comentó que siempre buscó grabar un plano en una reja o una puerta que separara ambos escenarios. Él lo definió como un puente a un mundo de diversiones solo para los niños. Sin embargo, por el ajetreo del rodaje, este portal al mundo de diversión nunca lo pudo encontrar.

Después de haber terminado el cortometraje “De Niños”, el profesor Juan Pablo Osman le volvió a pasar la información del concurso “El Lente”, el mismo que su padre le había

comentado tiempo atrás. Y con estos dos empujones, el joven director se embarcó en esta nueva aventura.

Duró hasta los últimos días antes de que cerrara la convocatoria realizando la documentación y trámites necesarios para poder inscribirse. Una vez tuvo las autorizaciones, se lanzó a la convocatoria.

Johnny había trabajado en un documental anteriormente y estaba pensando entre mandar ese producto o el cortometraje “De Niños”. Él le tenía mucha fe al cortometraje del que, semanas atrás, tanto se había esforzado en grabar, así que tomó la valentía y lo envió. Sin embargo, el arrepentimiento llegó. El pensamiento de que quizás el documental que había hecho hubiera tenido más posibilidades de ganar lo carcomió. A día de hoy, el joven director le da gracias a su instinto y a su pasión por el cortometraje “De Niños”, ya que ambas cosas fueron clave para poder ser ganador del premio del Festival “El Lente” de Telecaribe.

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