Hace 15 años, cuando Carlos Arturo Ardila y su esposa, Gloria Duarte, estaban llegando al barrio El Prado, tuvieron una interesante idea que se ha convertido hoy día en su legado. Plantaron en el parque Inmaculada Concepción un árbol de caucho, que Carlos había cuidado por un tiempo en el patio de su casa, luego de haber tomado unos gajos del árbol de caucho que le da sombra a la estación de servicio (EDS) ubicada en la carrera 43 con calle 74, popularmente conocida como la ‘bomba del muñeco.’
El pasado lunes 7 de agosto, los esposos se dieron cita nuevamente bajo la sombra del caucho para celebrar, junto a familiares y amigos, el quinceañero del árbol que se convirtió en parte de su familia. “Este cumpleaños, es para crear conciencia ambiental y educación ecológica entre los jóvenes y niños para que nos ayuden a cuidar la naturaleza y hacer una ciudad más amigable con los arboles,” relata Ardila al contarnos cómo curiosos y entusiastas se acercaron a su celebración sorprendidos de que los festones, bombas y letreros de felicitación no fueran para una persona, sino para el árbol de caucho que acogía bajo sus ramas a la familia. Para la pareja de esposos el árbol tiene una característica muy especial: que fue plantado para inspirar a los barranquilleros a convertir su ciudad en un espacio verde y en un ejemplo de cuidado del Medio Ambiente.
El Ficus benjamina , como se conoce en el mundo científico al árbol de Caucho o Higuerón, es una planta que puede alcanzar hasta 15 metros de altura en condiciones naturales, con hojas puntudas y ovaladas de unos 6 cetímetros. Entre los territorios de México y Brasil se pueden encontrar hasta cien especies nativas. “La importancia de este arbol, es por su riqueza raizal, ya que evita la erosión de la orilla de los ríos y quebradas”, comenta Carlos. “También da un fruto qué es apetecido por la avifauna, las ardillas y las iguanas”, especifica.
Carlos es ictiólogo, profesor e investigador universitario con más de 50 años de experiencia. Ha sido reconocido por sus investigaciones sobre peces de agua dulce, pero sobre todo, por su amor incondicional a la naturaleza. El profesor es un guardia del bosque en la ciudad y siempre está dispuesto a cuidar de ella y a fomentar entre sus habitantes el amor por la flora y la fauna. “Para poder vivir, un ser necesita 6 árboles para tomar su oxígeno y así como el ser humano no ha podido hacer una gota de agua, menos hacer un árbol”, explicó Carlos, he invita a los Barranquilleros a sumarse a esta iniciativa de plantar árboles por la ciudad. “Nuestro deber es cuidar la naturaleza, que le pertenece a las futuras generaciones”, expresó.