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Entre el abandono y el olvido. Los patrimonios arquitectónicos privados de Barranquilla

Por: Ignacio Acuña, Melissa Ahumada, Catalina Barceló, Camila De La Hoz y María Salgado – Fotos: Catalina Barceló

Casas majestuosas con ventanales amplios, puertas grandes y espaciosas terrazas adornadas con columnas estilo clásico: se trata de joyas arquitectónicas de los años 20 y 30 que adornan el barrio El Prado en Barranquilla. Sin embargo, la capital del Atlántico de las primeras décadas del siglo XX está quedando en el olvido, ya que la mayoría de estas edificaciones pertenecen al sector privado, lo que representa un impedimento para una eventual intervención estatal. Así, la herencia arquitectónica de la ciudad, también nombrada patrimonio cultural de la nación, está deteriorada debido al paso del tiempo, los pleitos jurídicos y, sobre todo, el gran presupuesto económico que se necesita para rescatarlos.

En Barranquilla aún no se ha efectuado un censo oficial para conocer cuántas casas patrimoniales se encuentran deshabitadas en la actualidad. El director de la Secretaría Distrital de Control Urbano y Espacio Público, Henry Cáceres, especula que podrían ser alrededor de 30 edificaciones. Por lo general, el abandono de estas construcciones se debe a que los dueños fallecieron, se fueron del país o solamente no pueden o no quieren invertir en ellas.

Los lugares que le daban brillo al Prado

Una de las construcciones icónicas de la ciudad que se encuentra en el olvido actualmente es la Casa Muvdi, cuyas paredes solían lucir un color amarillo brillante y hoy en día ya no resplandecen. Esta gran estructura, considerada una mansión, fue construida gracias a Elías Muvdi, uno de los inmigrantes que más invirtió en el desarrollo de Barranquilla durante los inicios del siglo pasado. El comerciante palestino, a través de su propiedad, expresó completamente la admiración que sentía por Barranquilla, la tierra que lo acogió por el resto de sus días.

Esta edificación dejó de ser el hogar de los Muvdi en la década de los 60 y pasó a ser la sede del Colegio Fernández Baena. Posteriormente, sirvió como sede de la distribuidora de automóviles Mazda, en la década de los 90, cuando la casa fue habitada por última vez. Durante estos lapsos de tiempo, la pintura se empezó a desgastar, las baldosas se fueron desprendiendo y la entrada se oxidó. “Antes la gente pasaba y se quedaba viendo la casa como si fuera la más hermosa de toda Barranquilla, Ahora ahí solo vive un perro, y cuando alguien se asoma por la reja salen corriendo asustados porque les empieza a ladrar”, afirma un vecino del sector.

 

Funeraria Jardines del Recuerdo en la calle 53 con carrera 50. 

 

Hoy día, Elías Muvdi Abufhele, hijo del dueño original de la casa, figura como su propietario, incluso luego de haber muerto en 1998 puesto que nunca se realizó la sucesión de la propiedad.

Por otra parte, Águeda Salinas, una señora de casi ochenta años oriunda de Bolívar, pero que desde muy joven llegó a la que hoy se refiere cómo su amada Barranquilla, dice que: “La ciudad en ese entonces estaba tan cambiada. Uno salía con sus amigos y no había peligro de nada. A mí nunca me llegaron a invitar a la casa de los Muvdi, pero siempre la quise conocer. Eso sí, anduve por varias de estas casas de El Prado que han demolido o se encuentran abandonadas. Es deprimente ver cómo a todo se le va pasando el tiempo, ya de esas casas no queda casi nada”.

Otro lugar patrimonial en detrimento es la funeraria Jardines del Recuerdo, ubicada en la calle 53 con carrera 50. Este sitio fue construido por Paul Grosser, un ciudadano alemán, residente en la ciudad de Barranquilla en 1920 y con el pasar de los años este lugar pasó a ser propiedad de Jardines del Recuerdo. Según los empleados que laboran en este sitio, anteriormente el trabajo era constante, mientras que ahora solo se hacen unas que otras velaciones con diferencia de meses. Se especula que la funeraria tiene una deuda de alrededor $132 millones de pesos y aunque han intentado rematarla en diez ocasiones, han fracasado.

 

Casa Muvdi en la Cra. 53 # 61-73

La labor del Estado

La Alcaldía de Barranquilla publicó en su Plan de Desarrollo 2016 – 2019, mediante la Resolución No 2128 de 2015, que se obtuvo la aprobación de la fase diagnóstico que dará paso al Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) de varios barrios reconocidos como patrimonio de la ciudad, entre ellos El Prado.

El documento pretende ayudar a resaltar la belleza arquitectónica de Barranquilla, la cual cuenta con distintas corrientes estilísticas, como el Art déco, el estilo republicano, moderno y vernácula, para así ayudar a los barranquilleros a crear su memoria histórica. Según Wilson Rivera, docente del departamento de Historia de la Universidad del Norte con doctorado en arqueología, “estas edificaciones encierran un valor histórico y cultural que representan a las comunidades que las construyeron y se convierten en una manifestación material de la memoria de los pueblos y afectan la vida cotidiana actual de las poblaciones”. El académico también asevera que lo importante es lograr que los barranquilleros hagan conexiones entre el patrimonio y aquello que los identifica como habitantes de la ciudad.

“Se estima que en Barranquilla existen más de 100 inmuebles entre conjuntos arquitectónicos y urbanos, que no tienen ningún tipo de protección y requieren su divulgación y conocimiento”, resaltó la Alcaldía por medio de su Plan. La remodelación de algunas edificaciones como el edificio de la Aduana, la Estación Montoya y la Intendencia Fluvial muestran la labor de las nuevas administraciones en reparar estos sitios declarados por el Ministerio de Cultura como patrimonios culturales. Sin embargo, esta ardua tarea se ha visto impedida por aquellas fachadas históricas y a su vez de propiedad privada.

En lo concerniente al barrio El Prado, el portal web Zonacero publicó en mayo de 2017 un artículo donde evidenciaba el estudio “Resignificación de Lugares Patrimoniales”, realizado por un equipo de docentes y estudiantes de la Universidad Autónoma del Caribe. Dicho trabajo reportó que por estas calles se pueden encontrar 118 predios clasificados en el nivel de conservación integral, lo cual significa que deben mantener su arquitectura original. Esto lleva a que gran parte de los dueños de estas casas no consideren rentable realizar arreglos, ya que prefieren que sigan deteriorándose antes de invertir en una construcción que sería más fácil demoler y volver a construir desde cero.

¿Qué queda para el futuro?

En 1969 Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford, realizó un experimento que consistía en dejar dos carros sin placa y con sus puertas abiertas, uno en las calles del Bronx y otro en un barrio rico de Palo Alto. En una semana no quedaba nada del carro abandonado del Bronx, mientras que el de Palo Alto seguía intacto. Entonces Zimbardo decidió destruir partes de la carrocería del carro con un martillo y en menos de un día el carro lucía igual que el del Bronx. A partir de esto, los psicólogos Wilson y Kelling crearon la teoría de las ventanas rotas, manteniendo que si en un edificio o casa una ventana estaba rota y no era reparada a tiempo, los delincuentes iban a romper las demás. ¿Por qué? Simple, las ventanas rotas cargan un significado: esto no lo cuida nadie.

Es por eso que estas casas del Prado están como están. Sus dueños las descuidan y las dejan a merced de los delincuentes, vándalos y demás habitantes de la calle, generando así delincuencia e inseguridad social. En Nueva York, William Bratton, quien era en aquel entonces jefe del Departamento de Tránsito, decidió llevar la teoría a otro nivel a través de una política de cero tolerancia hacia la evasión de multas en los procedimientos de arrestos y la investigación de antecedentes de las personas arrestadas. A pesar de la gran controversia que esto generó, aún se le atribuye a esta medida la reducción de la tasa de crímenes, tanto graves como menores, durante 10 años. Ahora, no se está haciendo referencia al crimen en Barranquilla, sino a su historia y aunque Barranquilla no es Nueva York, no es muy tarde para considerar como propuesta la creación de leyes que obliguen a los propietarios de esas casas a mantenerlas en buen estado.

 

Casa abandonada en la Cra 54 #55-173. 

 

Tristemente, las grandes edificaciones que anteriormente posicionaron a Barranquilla como la Puerta de Oro de Colombia por su majestuoso desarrollo arquitectónico, hoy no son más que casas en remate por deudas millonarias y patrimonios con solicitud de licencias para demolición, árboles que crecen en medio de lo que antes fueron lujosas salas de estar, jóvenes pandilleros que se reúnen en los vastos patios.

El polvo que esconde las amplias terrazas embaldosadas y graffitis que cubren el deterioro de los antiguos acabados tallados a mano son los recuerdos de la Barranquilla del siglo XX. Lo más parecido a las finas puntillas que sostenían cuadros europeos como adorno de los luminosos pasillos son taches oxidados de los cuales cuelgan letreros que advierten “prohibido orinar” entre lo que ahora son pasadizos oscuros. Al parecer, el tiempo se detuvo para estas construcciones.

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