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Por:  Isabella Jaramillo Llano

Desde las 10:00 a.m. se escuchaba un alboroto afuera de la Escuela de Danzas Marlio Cortes, hogar de la emblemática comparsa del carnaval de Barranquilla, Afrocaribe. Faltaban tres horas para que se diera por iniciada la Gran Parada de Comparsas en la que las bailarinas y bailarines, hacedores del carnaval, recorren tres kilómetros y medio de la vía 40 al compás de los ritmos que acompañan a Joselito hasta el día de su muerte. 

En la calle que se antepone a la escuela, las jóvenes de la comparsa formaban un tumulto de plumas y lentejuelas. Algunas posaban para la cámara, que sostenían sus respectivos padres con orgullo, ataviadas de dorado y fucsia de pies a cabeza; otras repetían los pasos de las coreografías con cierto disimulo, en parejas o en grupos de tres. Todo bajo el impetuoso sol de La Arenosa, creando una antesala a lo que se iban a ver enfrentadas durante las cinco horas de la Gran Parada. Las edades de las bailarinas oscilan entre los nueve y los 20 años. Las mayores se limitaban a tomarse fotos y a relatar anécdotas de sus experiencias bailando en carnavales anteriores, mientras que las pequeñas ensayaban una y otro vez los mismos pasos, a la expectativa del evento, en un claro reflejo de nerviosismo e inexperiencia. 

Gabriela Castillo, 19 años, una de las mayores que participó en la Gran Parada junto a Afrocaribe, se acomoda el gran tocado de plumas junto a su mamá, mientras que le expresa con añoranza el deseo de que su abuela estuviese acompañándola, ya que para ella su presencia la dota de seguridad y energía, actitudes que considera indispensables para eventos como el de ese día. Al ver a las pequeñas prepararse a la par, rememora sus primeras experiencias involucrándose en la gran fiesta de La Arenosa. Así como la mayoría de las instituciones educativas de la ciudad, el colegio en el que se formó Gabriela celebraba una versión a menor escala del carnaval dentro de la institución, el carnavalito. “Recuerdo que en varias ocasiones fui reina de mi curso, en quinto de primaria y en octavo también”, dice entre risas, demostrando que aunque en el momento dicha coronación se sentía como un logro, al  ponerla frente a sus nuevos objetivos, pierde la importancia que alguna vez tuvo y pasa a convertirse en un simple rito de paso. 

La presencia de Gabriela en la Gran Parada de Comparsas fue gracias al pago de 980 mil pesos que sus padres realizaron para su participación en los eventos del carnaval en los que estuvo presente la comparsa, así mismo se dio con el resto de las bailarinas. El pago se ve reflejado en el vestuario, hidratación, alimentación, trailers para la acomodación de las bailarinas y trajes o disfraces. La compra de las carrozas, que ambientan las presentaciones de la comparsa, se hace gracias a la mensualidad de 45 mil pesos que pagan todas las estudiantes de la escuela. 

Aunque el gasto puede considerarse ostentoso para una familia de clase media, se ve justificado por la abuela de Gabriela, “a ella le encanta todo lo que tiene que ver con el baile, en general tiene un gran amor por las artes”. Desde que su nieta tuvo uso de razón la incentivaba a involucrarse de lleno en el folclor de la ciudad, contrario a lo que se dio en su juventud. Hace 50 años no era fácil acceder como hacedor del carnaval, solía ser una comunidad aún más hermética de lo que es hoy en día, a lo que se le suman los valores y principios que regían los hogares. Los padres de la abuela de Gabriela no querían que su hija se viera involucrada en una cultura de fiesta y desorden. De alguna forma ella vive de manera vicaria a través de su nieta y si eso le genera felicidad, Gabriela no duda en proveérsela.

Contrario al objetivo de algunas bailarinas de la comparsa de cultivar su talento en el baile y esperar por lo mejor, ya sea ser futura reina del carnaval o dedicarse de lleno a otros mundos y permitir que el baile pase a segundo plano, Kim Salgado, de 15 años, presenta una meta trascendental, ser la primera reina negra del carnaval de Barranquilla. 

Era clara su capacidad para el baile, a ella recurrieron las estudiantes para practicar secciones de la corografía o aclarar los tiempos de algún paso. “Yo desde que tengo uso de razón, desde que estaba en la barriga, bailo”, la pasión de Kim por el baile va más allá. Desde los cuatro años, que ganó su primer reinado en el carnavalito de la institución educativa a la que asistía, se dio cuenta de que disfrutaba estar en un escenario, liderar una comparsa y la sensación de logro al ser coronada y felicitada. 

A sus cortos 15 años tiene claro que el esfuerzo rinde frutos ya que sus padres, que con su herencia afrodescendiente no tardaron en inculcarle las particularidades de su cultura, le exigen en consecuencia con sus objetivos, y la escuela de danza Afrocaribe no se queda atrás. Tras su inscripción en la academia a los 13 años, Marlio Cortes y los demás miembros de la compañía no solo le han ensañado a Kim, y al resto de sus estudiantes, danza. También se encargan de orientarlas en lo que compete a la etiqueta y el glamour. Construyen más que bailarinas, están formando reinas del carnaval integras y esa exigencia es más que bien recibida por Kim, quien asegura que, gracias a la comparsa a la que le tiene tanto cariño se encuentra cada día más cerca de la corona. 

Kim, Gabriela y el resto de las estudiantes voltean sus cabezas a la llegada de Valentina Lapeira, 20 años, para ellas la cúspide de lo que se llega a aprender dentro de la comparsa, una de las postuladas para reina del carnaval 2021. A principios de este año ingresó a la compañía ya que para ser reina es requisito haber hecho parte de una comparsa, y se decidió por Afrocaribe, tras verla participando año tras años en los desfiles como una de las comparsas más distinguidas de la ciudad. 

Las comparsas y academias de baile son más que una escuela, van más allá de la simple pedagogía de la danza. Son un catalizador de cultura, unen familias en medio de la tradición y costumbres, perpetúan el folclor barranquillero para entregarle al carnaval discípulos y monarcas para la posteridad, justificando los costes de esta fiesta por y para el pueblo.

Fotos: cortesía Gabriela Castillo, Kim Salgado, @valentinalapeira

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