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Por: Saúl A. Granados Ruiz

El título de astrónomo barranquillero no es común en los oídos de la gente. Alfonso Redondo es un apasionado, por los objetos celestes y terrenales. Esta afición, la encontró a los 13 años, mientras veía en la sala de su vieja casa del barrio las delicias, la serie Cosmos de Carl Sagan. A partir de ese momento empezaría un viaje que lo transportaría a otras instancias del conocimiento, en este caso de los astros y de la materia medio ambiental.

El conocimiento de Alf, como le dicen sus amigos y familiares, en astronomía no proviene de profesores ni tableros, sino de sus ganas de aprender por sí mismo lo que le apasiona. Fue así como a los 15 años, leyendo muchos libros y textos de divulgación científica, aprendió a utilizar su primer telescopio, con el que logro observar su primer objeto celeste: la luna.

A diferencia de Alf, el personaje de la popular serie de televisión de los años ochenta, este barranquillero no es peludo, sino que es calvo, no es odontólogo y no viene de un planeta tan extraño como lo es Melmac. Sin embargo, tiene una gran nariz como el Alf marciano y si ha hecho una que otra travesura como las que hace el personaje de televisión. Como la vez que se emborrachó con sus amigos y pensó que un perro callejero era un pingüino. Al igual que el personaje de la pantalla chica, este Alf posee un buen sentido del humor, siempre alegre y dispuesto a ayudar a quien lo necesita. Cuando ve pasar a alguien por el frente de su casa en Puerto Colombia, lo saluda efusivamente gritando su nombre y lo invita a pasar adentro.

El Medio Ambiente para Alf

Para Alf es necesario comprender como funciona el espacio exterior, para cuidar el medio ambiente. Él ha estudiado diferentes planetas que se encuentran muy lejanos en el universo, y en esto se dio cuenta de que la Tierra es el único planeta que tiene todos los recursos necesarios para albergar vida. Por esta razón se ha dedicado a estudiar cuales podrían ser los fenómenos espaciales que pueden afectar al planeta, entre esos, las radiaciones solares y se dio cuenta que el cambio climático es debido, en parte, a las grandes cantidades de rayos UV que llegan a la atmosfera y van deteriorando poco a poco la capa de ozono, sumado a los efectos que tienen los gases de efecto invernadero. Al hablar de esto Alf se torna frío y algo consternado, a pesar del calor sofocante característico de Puerto Colombia. Alf cree que, si seguimos con actitudes que dañen nuestro ecosistema, no podremos saber si habrá futuro.

 Su timbre de voz, empezó a transfigurarse a algo mucho más frio, algo que no es usual ver en un hombre tan carismático, una vez empezó al hablar sobre las posibilidades de un futuro incierto.

2036 es una fecha que parece estar muy alejada del presente. Sin embargo, para Alfonso esta tiene otro tipo de significado. Su entendimiento del mundo está condicionado por las leyes de la astronomía. Es por esto que se podría intuir que su pensamiento sobre que el fin del mundo derivado del impacto de un asteroide, pudiera ocurrir en ese momento, sea una idea descabellada. O por el contrario que su pensamiento esté tan arraigado al método científico como para creer que su idea del Armagedón en 2036 pueda ser cierta.

Alfonso tampoco descarta la idea de un fin del mundo producido por la destrucción medioambiental, causada por el mismo ser humano. Y es por esto que decide en sus clases, enseñar a cuidar el medio ambiente. En su cátedra de astronomía y ciencia que dicta en el colegio Unidad Porteña de Aprendizaje, les enseña a sus estudiantes más pequeños a separar bien los residuos y los concientiza de por qué es importante cuidar el agua. Además, los fines de semana aprovecha para caminar por el largo malecón de Puerto, e ir recogiendo pequeñas cantidades de basura que la gente va dejando, para así poner su granito de arena en lo que él llama, la salvación del futuro.

Una fecha para el recuerdo

 A pesar de que el futuro tenga para Alf connotaciones frías, recordar sus memorias es algo que le trae alegría. El 14 de diciembre de 2007 es una de las fechas que Alfonso nunca olvidará. En ese año hubo más actividad estelar de lo normal y coincidió que esa noche iba a haber una lluvia de meteoros. Alfonso, ese día en particular, vio más de 250 estrellas fugaces, y que la última que vio, antes de que terminara, fue un meteoro verde que cruzó unos 45 grados de cielo, y que dejó pintado en el firmamento su rastro por más de dos segundos. Este ha sido uno de los momentos más fuertes que ha tenido a lo largo de su carrera astronómica.

Sueños materializados

Los sueños de este sujeto, han logrado materializarse, a través de la creación en Puerto Colombia, con el aval del colegio UPA (Unidad Porteña de Aprendizaje) el primer Observatorio astronómico del caribe colombiano. Este observatorio recibe el nombre de “Observatorio AHR” (Alfonso Hiram Redondo) o como es llamado popularmente por Alf, Observatorio OCH; el observatorio con hamaca. Esto para hacerlo un lugar más confortable y amigable para sus estudiantes.

Con el tiempo, Alfonso espera que su amado observatorio con hamaca, se convierta en uno de los más importantes de Colombia, y aspira hacer parte de la organización MPC (Micro Planet Object) que es encargada de estudiar micro planetas y posibles asteroides que pueden chocar contra la tierra.

Ahora Alfonso se dedica a enseñar a jóvenes del colegio UPA (Unidad Porteña de Aprendizaje) y el colegio Albania de El Cerrejón, ciencias generales, entre las que se destaca, la astronomía y física. También enseña la importancia del uso del método científico para descubrir conocimiento, y el cuidado del medio ambiente para la vida en general. Lo que a Alf más le emociona de su trabajo como docente, es ver la cara de asombro de sus pequeños estudiantes, al ver a través del telescopio los diferentes fenómenos galácticos. Alfonso se dio cuenta que hay que mirar hacia arriba para cuidar lo de abajo.

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