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Por: Valentina Noriega, Yenifer Peinado y Laura Valencia 

La Loma es una pequeña locación en la ciudad de Barranquilla que se encuentra en la mira de la alcaldía para construir el nuevo futuro de la ciudad. Según el alcalde Alejandro Char son, aproximadamente, 3.500 viviendas en total donde sus propietarios podrán ver, sentir y disfrutar el río Magdalena, un sueño que hace poco parecía difícil de lograr, pero ya es una realidad. Este mismo año antes de que culmine, debemos tener una oferta amplia de vivienda para todos los barranquilleros, serán cinco constructoras que traerán a esta zona los mejores proyectos.

Amalia Jiménez hace parte de una de las más de cien familias que en este momento residen en el lugar. Ella afirma que a pesar de las dificultades que se le han presentado a su ahora familia de dos, sigue estando llena de sueños y metas por cumplir.

Desplazada de la Sierra Nevada de Santa Marta y de otros lugares del departamento del Atlántico, llegó hace 15 años a Barranquilla en compañía de su esposo Guillermo, en busca de calidad de vida. Hace poco enviudó.

Amalia recuerda las injusticias que durante muchos años se han cometido en contra de ella, un ser vulnerable, la ayuda que nunca ha existido, el olvido que le ha provocado la desgracia.

Vive prácticamente en medio de la basura, en un lugar donde las condiciones para subsistir son deplorables. No está sola, los niños juegan a orillas del caño, en charcos de lodo y agua sucia, expuestos a contraer enfermedades. No tienen puestos de salud, hospitales, colegios o guarderías. Viven en casas improvisadas con tablas y retazos de madera.

Niños de La Loma jugando cerca de montones de basura, barro y aguas estancadas

 

El agua para regar su pequeña siembra de cilantro, ají y cebollín la obtienen del caño o de manera fraudulenta, al igual que la energía eléctrica. No cuentan con servicios públicos ni saneamiento básico. Afirma que se han acercado a la Alcaldía a pedir ayuda para cubrir esta necesidad y la respuesta fue un rotundo no, tomando como excusa que el lugar es zona de alto riesgo y por esto no sería posible atender su petición.

Según Amalia, existe temor de hacer denuncias ante esta situación, pues cuenta que una amiga suya fue asesinada por ir a declarar en contra de lo que estaban viviendo al ser desplazados de su lugar de origen.

“Yo tengo ya 53 años, a mí nadie me da trabajo porque yo no sé nada… no estudié.” La falta de educación es lo que ha condenado a estas personas a vivir en esas condiciones. Ella tiene a su cargo a Víctor, su hijo de 13 años, quien a diario se va a estudiar sin comer. Víctor es uno de los pocos niños que tienen la oportunidad de estudiar en La Loma. Cruzar el caño en canoa para ir al colegio y educarse, es sólo uno de los muchos sacrificios que hace para ver si algún día puede cambiar su suerte y no quedarse esperando la ayuda que tanto ha tardado, esa misma que tal vez nunca llegue.

Una vez puesto en marcha el nuevo proyecto, es claro que estas personas deberán abandonar el lugar, pero… ¿A dónde irán si a duras penas consiguen para comer? Hay predios que tienen escritura, como el de Amalia. Se les reconocerán sus casas y cultivos, por lo tanto, recibirán aproximadamente una retribución de 15 millones de pesos; en cambio, los invasores no obtendrán ayuda alguna, entonces ¿Qué va a pasar con ellos?

Pronto estas viviendas quedará solo el recuerdo.

 

El proyecto de La Loma ha sido presentado como un futuro polo de desarrollo para Barraquilla, pero ¿a qué tipo de desarrollo se refieren? Según Jair Vega, profesor del Departamento de Comunicación Social e investigador del Grupo de Investigación en Comunicación, Cultura y Cambio Social de la Universidad del Norte: “Nosotros tenemos una forma de gobierno que toma muy poco en cuenta las necesidades de la población. Ellos simplemente están queriendo armar una vía, el malecón; finalmente hacer obras y punto. Por ejemplo si miramos ese Malecón, la relación con la naturaleza se perdió, eso es puro cemento. Ahí no hay ni árboles, no hay nada. Es una concepción del desarrollo que no tiene en cuenta lo social ni lo ambiental. En Barranquilla el desarrollo está enfocado a infraestructura, aquí dicen vamos a invertir en cultura, hagamos la Amira De la Rosa; vamos a invertir en salud, hagamos hospitales; vamos a invertir en educación, hagamos colegios, pero poco se invierte en lo humano.”

En cuanto a soluciones para la problemática, el académico afirma: “Por cuenta mía sería que hubiese una consulta con los pobladores y buscar una salida, porque mal o bien ellos tienen algo más que un ingreso, una red de solidaridad de apoyo. Digamos que ellos tienen una comunidad que les permite vivir…” “Que no vayan a terminar quedando en peor estado del que están.”

Las obras ya no tienen marcha atrás, el proyecto está en ruedo y el tiempo de despedida se acerca. La partida de esta comunidad es inminente, todos están a la espera. Muchas personas no saben que será de su vida más adelante, Amalia es una de ellas. Ojalá darle la cara al río Magdalena no signifique darle la espalda a la comunidad de La Loma.

El anterior texto hace parte de uno de los ganadores del concurso “Voces Escolares, Tu Historia También Cuenta” en representación del Institución Educativa Distrital Hogar Mariano

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