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Por: María Patricia Mendoza  

Cuenta la leyenda de Francisco El Hombre que mientras él tocaba una noche su acordeón, escuchó que otro músico le respondía la tonada. Su adversario melódico era el mismo diablo. Francisco El Hombre rezó el credo al revés y tocó con su acordeón la composición más hermosa jamás escuchada, entonces el diablo solo pudo huir y dejar a Francisco El Hombre como vencedor del duelo.  Esta historia, dentro del mito, da origen a la tradición de narrar la cotidianidad del Caribe colombiano con la música, porque ganar el duelo le otorgó el poder divino de la palabra y su fusión con el acordeón: El vallenato. 

Incluso dentro de este mito, Francisco es El Hombre y el vallenato se funda desde una narrativa masculina. No representa relaciones equitativas y, con el tiempo, se ha convertido en universo masculino, que posiciona su discurso como el único dentro del género.

Sin embargo, las mujeres se han ido haciendo espacio poco a poco en el vallenato. Patricia Teherán, Karen Lizarazo, Natalia Curvelo, Margarita Doria y Ana del Castillo son ejemplos de esa presencia femenina. 

La Mujer

Ana del Castillo es una referente del género vallenato que no solo se caracteriza por su talento para la música, sino también por su personalidad llena de carisma. Se abrió paso en un género musical dominado por hombres y lo hizo sin pedir disculpas. Está cambiando la narrativa machista que predomina en el vallenato, que impide que las mujeres se apropien del género. 

La cantante ha sido víctima de abusos. Tras una de sus presentaciones, mientras ella se tomaba fotos con sus fans, un hombre la tocó abusivamente. Ella no se calló, sino que alzó la voz y se defendió frente a todos. Más tarde en su Instagram dijo “… Porque uno merece respeto, pero no importa. Veo comentarios como es culpa de ella, todavía no han cambiado ese machismo. La única que dice groserías soy yo, la única que se echa un peo soy yo, la única que hace el amor soy yo”.

Ana no escoge pasar desapercibida, decide alzar la voz para defenderse y obtener el respeto que  merece. 

Podemos ver la música de Ana y su propia personalidad como una contranarrativa del discurso dominante del hombre en el vallenato. Con su nuevo álbum El Favor de Dios, en el cual las canciones están nombradas con frases que ella dice con frecuencia. Sus canciones tienen el mismo carácter fuerte que ella. Sin pedir permiso ni perdón.  

Ana del Castillo se ha ido haciendo espacio en el vallenato, llegando a llenar el Parque de La Leyenda vallenata. A pesar de aquellos que dicen que su actitud es grosera y vulgar no es aceptable en una mujer, ella ha logrado mostrar su profesionalismo cuando se trata de su música, sin necesidad de cambiar para complacer a los públicos. Logrando ser la primera mujer en llenar la plaza, en contra de muchos pronósticos.  

Puede que Ana no haya luchado contra el mismo diablo usando su acordeón, pero sí ha tenido que luchar contra las críticas, los comentarios y el machismo utilizando solo su voz y su temple. Tal vez deberíamos comenzar a llamarla Ana La Mujer. 

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