Por Nicolle Saieh
Desde una temprana edad se les hace una pregunta importante a los niños. ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Muchas de las respuestas son referentes a los personajes que ven en películas y en series animadas como: astronauta, bombero, policía, princesa o cantante. A medida que crecen, las respuestas van madurando con respecto a sus intereses y entorno. El astronauta se convierte en doctor, el bombero en administrador de empresas y la princesa en abogada. En resumen, la presión del futuro, de escoger un camino o profesión está presente desde la niñez.
Los estudiantes de pregrado se enfrentan a esta presión desde el primer instante en el que pisan la universidad. Con una carrera universitaria definida se abren camino al inicio de su vida profesional, pero en varios casos descubren que tomaron la decisión equivocada con respecto a la profesión escogida o incluso de hacer un pregrado. Así mismo con el paso de los semestres y de “probar el agua” dentro de la carrera surge la duda con respecto a ser lo suficientemente bueno para desempeñarse en ese mundo. Más adelante surge la incertidumbre de conseguir el empleo soñado y de cumplir las metas propuestas. Y así se convierte un periodo de aprendizaje, exploración y descubrimiento propio en uno de ansiedad, miedo e incertidumbre.
Ansiedad
La ansiedad es un sentimiento muy común entre los estudiantes, especialmente en los estudiantes de Medicina que se preparan para trabajar con la vida y la salud de otros. La cantidad y dificultad del contenido, la presión de la responsabilidad y el miedo de fracasar se acumulan en los futuros doctores. Santiago Rabat, de 20 años, es un estudiante de Medicina en la Universidad del Norte que describe sus parciales como su “mayor fuente de estrés mensual”. Sentado en la mesa del comedor de su casa, su área de estudio, se encuentra rodeado por libros, cuadernos y hojas sueltas además de su tableta y computador. Su taza de café tal vez es el elemento de estudio más importante ya que se ha vuelto casi dependiente de la cafeína para estudiar hasta la madrugada. Si tiene parcial recurre a encerrarse dos semanas previas a la fecha del examen lo que describe como “casa por cárcel”. Se refiere a sí mismo como “un manojo de nervios” mientras cuenta cómo se transforma en una persona diferente a la hora de estudiar.
“El café se ha convertido en mi mejor amigo y si no me encierro no puedo concentrarme. Es interesante porque uno está enfocado estudiando y de la nada la cabeza se va a un lugar oscuro lleno de nervios y ansiedad” cuenta Rabat. El afirma que tanto él como sus compañeros han pensado más de una vez retirarse de la carrera pero que para muchos pesa más la determinación de cumplir con sus propósitos. Las hojas en las cuales hace las anotaciones de sus repasos además del material de estudio tienen dibujos, garabatos y hasta frases de motivación como “si se puede”.
Sobre las causales de su ansiedad e inquietudes Santiago considera que “existe un gran sentimiento de duda dentro de mí”. Se cuestiona a sí mismo si será capaz de sacar adelante su carrera o si cederá ante las presiones. Pero lo más importante es que duda sobre sus capacidades. Muchos estudiantes caen en ese vacío oscuro de duda y carecen de seguridad en ellos. La dificultad de la carrera o los obstáculos que se presentan deberían ser el motor para la motivación y no el ancla de esta.
Ordenando las hojas y limpiando el área en la que estudia, Santiago reflexiona que hablar con sus compañeros lo hace sentir mucho mejor ya que entre todos comparten ese mismo sentimiento. La ansiedad es un sentimiento compartido que puede ser derrocado con la motivación correcta. En el caso de Santiago es su padre, quien falleció hace dos años y que siempre soñó con ver a su hijo convertido en un doctor.
Miedo
Por otro lado, existen estudiantes que están llenos de sueños y aspiraciones. Los que escogen su carrera ideal y sienten que encontraron el lugar al que pertenecen. Además, consideran que su pregrado es el inicio para el cumplimiento de sus metas. En el caso de Santiago Ávila, un joven de 22 años, el causal de su miedo no fue interno sino externo. La sala de su casa está convertida en una oficina improvisada en la que cuenta con un escritorio, un computador de mesa y unos audífonos de diadema. En ese espacio desarrolla su trabajo como agente de un call center de Barranquilla en el cual se ha desempeñado desde hace dos años.
“Mis papás con todo el dolor de su alma me dijeron que no iba a ser posible pagar mi tercer semestre de administración. Se me bajó todo cuando me dijeron. En lo único que podía pensar en ese momento era que todo lo que me había propuesto se había derrumbado.” cuenta Ávila. El miedo pareció explotar dentro de él mientras se imaginaba un futuro oscuro. Para él su vida
profesional se iba a ver gravemente afectada ya que no solo perdería tiempo en el cual se podría formar, sino que no tenía certeza si podría regresar y conseguir su título.
Burlándose de sus miedos y su “drama” según él, cuenta que llegó a un punto en el que decidió no sumergirse en la negatividad, sino que le vería el lado positivo a lo que estaba viviendo. Con la diadema puesta aún, ya que se encontraba en su tiempo de almuerzo, comentó que se aventuró a buscar trabajo para ayudar en su casa. “De una manera u otra encontré la manera de colaborarles a mis papás, ahorrar para mi educación y aportar a mi hoja de vida.” afirma.
Tomar una situación negativa y convertirla en algo positivo puede ser muy difícil. Sobre todo, cuando se trata de algo que genera miedo y confusión. Hay estudiantes que se han visto en la misma situación como la de Santiago Ávila que han cedido al miedo y a la angustia, permaneciendo estancados en la penumbra. Santiago además de ser un ejemplo de un muchacho trabajador es un ejemplo de resiliencia puesto que encontró otro camino para alcanzar sus sueños.
Incertidumbre
Escoger el camino que se recorrerá por toda la vida no es una decisión fácil. La naturaleza del ser humano es cambiante y muchas veces indecisa. No existe una seguridad plena al tomar una decisión por lo cual surge la duda y la incertidumbre. El cambio de carrera profesional así como la deserción universitaria son frecuentes en los estudiantes de pregrado. La inquietud de haber escogido mal incomoda a la mayoría de estudiantes en los primeros semestres. Hay muchos estudiantes que realizan el cambio de carrera, de universidad o incluso deciden no estudiar pero también son varios los que viven con esa falta de seguridad pero que no son capaces de tomar una decisión.
Maria Laura Acosta es una estudiante de 20 años que se mudó a Madrid a sus 18 años para estudiar derecho internacional en la universidad IE. A través de una videoconferencia desde su apartamento en Madrid afirma que aún no se siente segura de su carrera. Hace dos años llegó a un continente distinto al suyo a estudiar lo que ella siempre pensó que era la profesión para la cual estaba destinada. Con un tono nostálgico cuenta cómo llegó a una ciudad nueva donde no conocía a nadie.
“Lo único que tenía por seguro era qué iba a estudiar y dónde. Con el paso del tiempo los nervios se me pasaron mientras me iba instalando, pero aun sentía inquietud con respecto a la carrera”. Vestida con un buzo cuello tortuga blanco y jeans, Maria Laura se ríe de sí misma afirmando que “es más cambiante que las estaciones en Madrid.”
Por cámara muestra algunos diplomas de participación en foros y prácticas así como un diploma en reconocimiento a su rol dentro del consejo estudiantil de su universidad. Aunque estos digan que está capacitada para obtener un buen desempeño en su carrera, su cabeza le insinúa lo contrario. Además, muestra una foto de sus padres mientras cuenta que ambos son abogados y que desde muy pequeña ella también aspiró a ser como ellos. Maria Laura afirma resignada que ya es tarde para “echar para atrás” y que la mejor manera de apaciguar su inquietud es complementar su carrera con otro título con el que se sienta más afín.
La incertidumbre se parece a una mosca que vuela por toda la habitación y que es imposible de agarrar. Llena la cabeza de inquietud e inseguridad que en el caso de estudiantes de pregrado como Maria Laura los hace vacilar con respecto a la decisión tomada. En algunos casos tomar una nueva decisión puede ser lo correcto mientras que en otros existe una duda permanente sin resolver.
Desde lo psicológico
“La ansiedad y el miedo son sentimientos frecuentes en los adolescentes especialmente en los estudiantes universitarios. Iniciar un proceso que eventualmente determinará sus vidas, su futuro tiene una gran carga emocional acompañada de muchas dudas y autocuestionamiento. Hay que trabajar en la autoestima, en la seguridad, en la confianza y en la motivación de los jóvenes desde el colegio y la universidad. Es un acompañamiento necesario.” afirma la psicóloga Janeth Vergara quien trabaja con jóvenes. En su oficina tiene distintos objetos de varias universidades de Barranquilla y fotos de sus estudiantes. A través de su enseñanza de valores y su promoción de la autoestima entre sus estudiantes, ella sirve como un puente entre los jóvenes y las universidades en las cuales desean estudiar. Es una mujer que vela por el bienestar emocional de sus estudiantes y que además intenta ser la impulsora de sus sueños. Los estudiantes universitarios están expuestos a sentir ansiedad, miedo e incertidumbre ya que son sentimientos propios del ser humano.
La actitud, confianza, seguridad y motivación serán el empuje que les permitirá continuar forjando su camino y alcanzar el proyecto de vida que cada quien tiene planeado.