Por Randy Gómez Africano
El Recibimiento
Al liberarse el uso del botón que marca el piso número nueve del Bloque J de la universidad, recibe a la clientela de este lugar un pasillo iluminado con luces sútiles de color amarillo, y los pies empiezan a pisar unas baldosas que recuerdan las viejas casas republicanas del barrio El Prado, con sus patrones de figuras y líneas desgastadas hechas de “boquilla” que dan una sensación de nostalgia y clase al observarlas. Aquel ambiente acompaña los primeros pasos del avance por el sitio hasta quedar en un punto central, encontrándose un letrero que señala la enorme configuración de este y todo lo que tiene para ofrecer de esta forma:
A la izquierda, una zona de experiencias gastronómicas, la coordinación y hall de servicios. A la derecha, un salón de eventos llamado Tajamares y los baños.
Pero también si se avanza a esa derecha se encuentra la gran continuación de aquel pasillo, y si se mira a la izquierda se revela en una placa color dorado el nombre de este nuevo lugar: Bocas de Ceniza. El nuevo restaurante del bloque J y de la universidad abrió sus puertas al estudiantado esa mañana del 19 de abril con el objetivo de brindar una nueva opción a los estudiantes para alimentarse en aquel lejano bloque, abierto dos años antes de este día. Un gran porton de madera se abre al lado de la placa, y bajo el recibimiento de unas palmas pequeñas se encuentran las primeras mesas al mirar a ambos lados.
Al entrar y divisarse el lugar por primera vez, este destila impresión por la belleza que tiene en su diseño. El patrón de baldosas es reemplazado por un bello piso de madera, el cual es pisado por unas mesas de mármol blanco relucientes por su novedad y por lo pulidas que están, y que las acompañan unas sillas de cuero firme. A los lados se encuentran unos grandes sillones donde el objetivo es recibir los grandes grupos de gente, mientras que al frente y al fondo de ellos están las grandes mesas para desarrollar reuniones y las barras de madera pulida con sillas altas que de mirarlas dan comodidad. Aquellos lugares fueron hechos para facilitar el trabajo de estudiantes y trabajadores, y el ahora aclamado y muy fomentado concepto del coworking, en medio de la comodidad de las sillas y el ambiente generado por notas musicales de un repertorio proveído por la emisora del universidad, que mezcla música caribeña, como los mambos y sones de la música cubana, con el jazz, enmarcando el concepto por el que lleva su nombre este lugar.
En ese momento se asoman las primeras caras que vienen a disfrutar del restaurante. Estudiantes, profesores y trabajadores que se sientan solos o en grupo, ya sea con computadores o con sus semblantes dispuestos a llenar el ambiente del lugar con sus conversaciones. Algunos disfrutan de los platillos del lugar, cuya especialidad es la comida de la región, mientras otros trabajan con el acompañamiento de un café servido en una taza de piedra. Todas las comidas se sirven en platos o tazas de color negro reluciente, mientras que estos son ofrecidos en una carta elegante del mismo color y que reluce de la misma forma. El menú se compone de comidas costeñas reconocidas, pues el lugar busca ofrecer estas mismas como opción para los comensales con el objetivo de homenajear y exponer a la rica cultura y gastronomía del Caribe colombiano y dejar una estampa de reconocimiento de la misma para un estudiantado diverso como el de esta universidad.
Durante ese momento, emulando lo que sus compañeros realizaban al caminar por todo el restaurante, vestida con el uniforme blanco con delantal negro que resalta la leyenda Du Nord en el pecho y un tapabocas, y emanando una actitud alegre en su actuar, Zully Sanmartin, mesera del lugar anuncia risueña a un comensal todo lo que tiene la carta del sitio:
– Nuestra carta tiene la típica comida costeña, la de nosotros. Se basa en los inmigrantes que vinieron de otros países o de otro continente, como Europa, todo basado en los ingredientes que los nos trajeron. Manejamos la comida típica de aquí, desayunos como la arepa de huevo, cayeye, carimañola o almuerzos como la posta cartagenera, mariscos también, y en general toda esa comida y esas mezclas entre lo que da un país europeo y lo de aquí.
-¿Y las bebidas?-pregunta el comensal
-Tenemos bebidas en casa, que prepara nuestra bartender. Tenemos bebidas como la Inmigrante, hecha con ginger, miel, clavito y limon. La Flor de Oro, con uchuva, piña, maracuyá y soda. La Frescura Costera, con corozo, soda y limon y la Caña de Azúcar, que es un agua de panela, como le decimos aquí
Despues de comentar esto, Zully vuelve a continuar con su andar en el sitio, con aquella disposición alegre de tomar mas ordenes, mientras sus compañeros juntan las mesas cercanas al bar para la llegada de los invitados al evento de apertura.
La inauguración y las entrañas
Mientras ella y sus compañeros realizan aquel trabajo, empiezan a llegar los invitados. El servicio logra ser tan grande en este primer dia que hasta el sistema de tantos pedidos se cae pero solo por unos minutos. Los platos salen sin parar y arriban a la mesa de toda la zona reservada para los invitados, coincidiendo en selección con los que han pedido los demás comensales. Platillos como la posta cartagenera con su acaramelada salsa hecha con panela; el mote que estaba coronado por un chicharrón que gritaba su condición de crocante con solo verlo; el cayeye cuya superficie le cayó una nevada de un fresco queso costeño rayado; y las bebidas como el jugo de corozo y el agua de panela se convirtieron en los protagonistas del festín servido cuál por el nacimiento de aquel bello lugar.
En ese momento, un hombre vestido con camisa blanca aparece en medio de la celebración y se dirige al fondo del sitio, cerca de una barra que tiene la función de ser una especie de buffet. Se trataba del encargado del restaurante, de nombre Andres, quien amablemente empieza a mostrar el resto del lugar a quien tuviera dudas sobre este, algo que siendo el primer de trabajo resultaba el tema principal para todo aquel que decidiera entrar y pasear por sus pasillo, que como homenaje al Caribe en general, cuelga en sus paredes varios mapas de las islas del mismo. Mismos pasillos que Andres empieza a recorrer con tal de contar todo sobre el lugar del que, avalando con una voceria propia que no tenía ningún tapujo, tomo las riendas desde el comienzo de su desarrollo.
-Esta carta es un homenaje al Caribe Colombiano, y también a los inmigrantes italianos que llegaron por Bicas de Ceniza.
En aquel pasillo Andrés camina hacia la última puerta, abre la sala que está ahí, de nombre Tajamares, y la muestra. Es un salón de eventos con dos mesas para seis personas, equipado con equipos para reuniónes y decorado por un hermoso mural que antes estuvo presente como el atractivo visual del primer piso del Bloque G. Después su recorrido da la vuelta y regresa al buffet, donde apurado y emocionado finaliza sus declaraciones hablando del concepto del restaurante, representado en en los mapas colgados que detallan el Caribe Insular, las mallas del cielo raso hechas con el material de las icónicas mecedoras que se pueden encontrar hasta en lo más escondido la región y las ya mencionadas pequeñas palmeras traídas por españoles al principio de la colonización de estas tierras costeñas.
– El concepto lo dio el rector, que siempre ha estado incansablemente buscando hacer un tributo al Caribe. Los cuadros los consiguió el, pues el Caribe también tiene las islas, y hasta Garcia Márquez habla del Gran Caribe, que se extiende hasta el Golfo de México. Ese es el Gran Caribe y en esas imágenes también está el concepto.
Y con esas palabras que reivindicaron la existencia de la gran region geográfica de la que hace parte nuestra tierra, Andres, los meseros y comensales invitan a la experiencia que desde hoy Bocas De Ceniza ofrece para la comunidad que cada dia llega a este campus. El futuro parece ser prometedor para este lugar, que en su sola idea y existencia resulta ser un constante punto de interés por todos los aspectos que lo ocupan y componen, teniendo su apice su vista a la cienaga de Mallorquin y Bocas de Ceniza, que es proyectada a través de unos vidrios que abarcan toda la sala principal, tomando el papel principal en el espectáculo visual que es el sitio en si mismo, al ser la pantalla eterna que muestra la escena en la que el rio se besa con el mar mientras la gente disfruta de una comida igual de gloriosa que aquel espectáculo. Desde hoy, ante la vista del rio y del mar, se abrió la cocina.